MURCIA. Durante mucho tiempo, el triángulo que secundaba a Fernando López Miras lo formaban tres consejeros: la portavoz e imagen del Gobierno, Ana Martínez Vidal; su hombre de confianza y el político más crítico con el Ejecutivo central, Javier Celdrán; y la persona que capitaneó la lucha contra la pandemia, Manuel Villegas. Ninguno de ellos sigue hoy en día en el Palacio de San Esteban. Esta estampa, que acompaña a esta crónica, es una muestra de lo mucho que ha cambiado el Gobierno regional esta legislatura. Especialmente en este agitado año, que ha dado un vuelco -casi- por completo a la composición del Gabinete que nació en 2019 al albur del pacto entre PP y Ciudadanos.
Si en el 2020 el Ejecutivo se encomendó al titánico desafío de combatir la covid-19, el 2021 ha dejado todo un frenesí de maniobras políticas. Se cuentan hasta nueve salidas de consejeros entre dimisiones, destituciones o cambios de destino. Únicamente sobreviven a la foto de familia de agosto de 2019 tres miembros del Gobierno, además del propio López Miras: la vicepresidenta Isabel Franco -cuyo puesto llegó a estar en el alambre- y los responsables de Fomento y Agua, José Ramón Díez de Revenga y Antonio Luengo, respectivamente.
Paulatinamente, en estos últimos seis meses el Gobierno que esbozó Miras se ha ido diluyendo. Primero surgió el escándalo de las vacunas, que acabó con la dimisión del consejero de Salud, Manuel Villegas, uno de los miembros más queridos del Ejecutivo y más próximos al propio presidente, quien dijo en su adiós que era "la comparecencia más difícil que daba en lo político y en lo personal". Aquello sucedió en enero. La crisis tuvo una dimensión nacional y marcó un punto de inflexión entre los dos socios de la coalición.
En febrero la consejera de Transparencia, Beatriz Ballesteros, comunicaba su baja. Lo hacía alegando la falta de confianza de la persona que la nombró -un dardo directo a Ana Martínez Vidal, que fue quien apostó por ella-. Aunque su labor fue discreta en la Comunidad, Ballesteros, jueza de profesión y respetada en su profesión, se marchaba desencantada con la política. "La ilusión que tenía cuando empecé se ha tornado en desencanto", lamentaba en una carta de despedida.
Eran los meses de convivencia más tensos entre el PP y Cs. Los naranjas apretaban a los populares, exigiendo las listas de los vacunados de forma irregular. Pero nadie se esperaba el siguiente movimiento, el más determinante de la legislatura: Ciudadanos se aliaba con el PSOE para presentar una moción de censura contra López Miras. El misil nuclear, que a priori tenía todas las papeletas para estallar de pleno -los seis diputados naranjas firmaron la moción-, acarreó la destitución fulminante de Ana Martínez Vidal y el sucesor de Ballesteros, José Gabriel Sánchez Torregrosa. Sorprendentemente Miras no cesó a la vicepresidenta Franco ni tampoco al consejero Motas. Dos días después, en otro increíble giro de los acontecimientos, el PP devolvía el golpe con otra bomba que ha dejado a Ciudadanos al borde de la desaparición: tres de los parlamentarios naranjas se desmarcaban de la moción y apoyaban al Gobierno regional.
La jugada de Miras implicó un nuevo Gobierno. La anunciada remodelación se produjo a principios de abril con la incorporación de los tres tránsfugas de Ciudadanos y también con la llegada de la diputada expulsada de Vox, Mábel Campuzano. Al mimo tiempo, Miguel Motas y Cristina Sánchez, dos perfiles que fueron fichados con la vitola de independientes, eran sustituidos mientras que Esperanza Moreno salía de la primera línea: pasaba de ser la consejera de Educación a jefa de Gabinete de Presidencia.
Pero ahí no acabó todo. Apenas un mes después, el flamante consejero de Empleo, Francisco Álvarez, sorprendía a todos y presentaba su renuncia para dedicarse a la Portavocía del grupo parlamentario de Ciudadanos. Los tres diputados que rechazaron la moción de censura, ya expulsados del partido, junto con Alberto Castillo se adueñaron del grupo parlamentario, desplazando a Martínez Vidal y Juan José Molina. De nuevo Miras se veía obligado a recomponer las piezas. Esta vez optó por dar más competencias a Valle Miguélez, su consejera de Empresa y portavoz.
El último traspiés llegaba cuando todos esperaban que el Gobierno se marchara de vacaciones auspiciado en su nueva mayoría parlamentaria, más sólida y estable que la anterior. Javier Celdrán anunciaba su marcha del Gobierno. No es un consejero más: apreciado por Miras, era el único que seguía desde que el presidente fue investido en 2017 y ahora, despojado de la cartera de Presidencia, tenía la misión de pilotar la recuperación económica y gestionar los fondos europeos.
La historia muestra que los equipos de los presidentes que inician las legislaturas por lo general no suelen ser los mismos que terminan al cabo de cuatro años. Las fotografías de familia cambian. Pero a buen seguro que pocas lo han hecho como en la Región de Murcia. "Yo ya me lo espero todo", bromeaba un colaborador cercano a los consejeros. Así que la pregunta es pertinente: ¿cuál será la próxima sorpresa política? ¿Cuánto tardará en producirse?