CARTAGENA. En el contexto de una demolición controlada, se emplean fases y técnicas en el proceso para asegurar que la demolición se realice de manera segura y controlada, minimizando el impacto ambiental y protegiendo las estructuras circundantes. Pues bien, el proceso de autodestrucción en el que se han empeñado en participar los principales actores y actrices de MC Cartagena se asemeja mucho a una demolición y aunque, suponemos todos, no es el interés de aquellos que lo dirigen o lo dirigían (¿o sí?), lo cierto es que se les están pintando un cuadro de lo más abstracto posible.
Vamos a intentar explicar cómo este gran edificio cartagenerista, no comparable con ningún otro proyecto político de la Cartagena de hoy ni la de hace unos años, corre el riesgo de explosionar y arrasar todo aquello que le rodea.
Preparación del sitio: La demolición se descontroló desde el momento en el que López fracasó en las elecciones del pasado año -recordemos que él mismo auguraba mayoría absoluta para su partido- y decidía dar un paso a un lado. A priori, todo estaba perfectamente controlado con una salida voluntaria y un relevo natural, pero no, las barreras de protección no se activaron, por lo que el polvo y los escombros estaban ahí, esperando. López dice que estaba en otros asuntos ya, desmarcado de la situación política actual. Pero la realidad es que desde hace meses viene criticando a sus otroras camaradas, fieles compañeros al que defendieron en una y mil causas -alguna de ellas judicial-, pero que ya las veían venir. Recordemos que López y Gallo llevan meses, no es de ahora, sin dirigirse la palabra.
Implosión (des)controlada: María Dolores Ruiz, presidenta del partido, provocó una auténtica implosión en las entrañas del partido cuando decidió, primero dimitir -no se conocen todavía los motivos-, luego renunciar a la dimisión y, posteriormente, denunciar públicamente una alteración estatutaria que, aseguran tanto Ruiz como López, deja las manos libres a Giménez Gallo para maniobrar dentro de la Ejecutiva, nombrando, cesando o cambiando personas y cargos, cercenando el proceso democrático y participativo de los afiliados. El secretario general no lo vio venir a tiempo, y esta ‘bomba’ le explotó en las manos.
Demolición por secciones: MC Cartagena decidió, tras semanas de reuniones y reflexión, que era el momento de abrir expediente de expulsión a Ruiz, lo que se puede llamar una demolición del partido a trocitos. No ha habido ni se ha sabido de acercamiento alguno entre el secretario general y la presidenta para tratar de lavar los platos dentro de casa. Todo lo contrario, la voladura ha ido creciendo y no han dejado de hacer aspavientos en redes sociales, se han acusado mutuamente en cartas epistolares de faltar a la verdad, de conspiraciones y han saltado las rencillas o aquellos aspectos que siempre aparecen en una lucha intestinal los egos ocultos o no y la valoración al trabajo desempeñado.
Uso de maquinaria pesada: Y en estas llegó el Séptimo de Caballería, en la figura de Pepe López y su acompañante Ángel Tarifa, para traer la maquinaria pesada y defender la legitimidad en la denuncia de María Dolores Ruiz. Ambos ofrecían esta misma semana una rueda de prensa alentada y aplaudida por cerca de 25 personas en la que explicaban que iban a presentar una querella contra Giménez Gallo por intento de alteración de los Estatutos de su partido. “Los hechos y la mala fe con las que se han manejado son evidentes y la verdad solo tiene un camino, y es la que está contando María Dolores Ruiz", decía López en su alocución, aunque esa era solo una primera parte de la rueda de prensa, porque luego la maquinaria pesada pasó a la acción. Le recordó Tarifa a Gallo que la sombra de López es "demasiado alargada"; “tiene un miedo atroz a no liderar. ¿Por qué no? Porque no es un líder en la realidad. ¿Se debe ser líder o no ser? ¿Se tiene esa habilidad y esa facultad? Pues no se tiene", apostilló Tarifa, quien tachó de "servilismo" la política por la que apuesta MC Cartagena. "Ahora hay alfombra roja. No se está peleando bien si al que tienes que incomodar está feliz contigo", espetó Tarifa.
Control de escombros y residuos: Los cascotes se han esparcido por todos lados sin control y además han salpicado a unos y a otros. La división entre los acólitos al partido, los simpatizantes y los afiliados está clara, aunque a día de hoy es difícil cuantificar quién genera más o menos simpatías en esta guerra sin cuartel que se han decidido declarar ambas secciones. Hay gente que acusa al propio partido de haber presentado el guion de una película que los lleva a la autodestrucción, aunque parece que ese análisis no se ha terminado de cerrar dentro del bloque cartagenerista, porque lejos de acercar posiciones, todo está a flor de piel y cada día que pasa más polarizado.
La situación interna de MC Cartagena se asemeja a una demolición descontrolada, donde cada movimiento y decisión parecen contribuir al colapso del partido en lugar de su fortalecimiento. La serie de disputas, denuncias y acusaciones entre sus principales figuras ha dejado al descubierto profundas fracturas y un ambiente de caos y desconfianza. La falta de cohesión y el enfrentamiento público han esparcido escombros políticos que impactan no solo a los líderes involucrados, sino también a los simpatizantes y afiliados del partido.
La metáfora de una demolición controlada ayuda a entender cómo, en teoría, la transición de liderazgo y la resolución de conflictos podrían haberse manejado de manera organizada y segura. Sin embargo, la realidad ha sido una serie de implosiones y demoliciones parciales que han debilitado la estructura interna del partido, poniendo en peligro su estabilidad y su capacidad de actuar como una fuerza política cohesionada.
El futuro de MC Cartagena está en una encrucijada. Para evitar un colapso total, es imperativo que sus líderes encuentren una manera de controlar los daños, restaurar la confianza y reconstruir las bases del partido. De lo contrario, el legado de MC Cartagena podría quedar reducido a los escombros de una batalla interna que nadie supo detener a tiempo.