CARTAGENA. El estudio de arquitectura, urbanismo y patrimonio JARM Arquitectura será el encargado de devolver el esplendor perdido a la Casa Celestino Martínez, una vivienda modernista construida en 1900 por el arquitecto Tomás Rico. Quien posteriormente sería el promotor del conocido Gran Hotel, quiso construir una vivienda para su familia, con el estilo y las calidades que su posición social le permitían.
De momento el estudio cartagenero ha recibido la licencia de obras por parte del Ayuntamiento, por lo que muy pronto iniciará la restauración, que se llevará a cabo en varias fases. La primera es una intervención general de rescatar el edificio para evitar que aumente el deterioro. Se van a eliminar los trasteros de la cubierta (añadidos posteriormente al edificio original), se va a realizar un arreglo completo de las cubiertas, la caja de la escalera, la medianera vista, etc. Se van a actualizar instalaciones defectuosas y a reparar los elementos estructurales en mal estado. Los elementos principales de valor patrimonial se van a recuperar y poner en valor.
Todas las actuaciones se van a centrar, sobre todo, en interiores donde se encuentra el principal valor del edificio. La intención, a pesar de que el edificio no tiene los interiores protegidos, es de conservar mosaicos Nolla, carpinterías, pinturas, artesonados, rejerías, azulejerías, y un largo etc. "Sus interiores conservan el despliegue de pavimentos Nolla de los más importantes de la Región de Murcia, además de carpinterías, pinturas, artesonados, rejerías y un sinfín de valores patrimoniales que vamos a proteger debidamente", explicaba el arquitecto José Antonio Rodríguez a Murcia Plaza.
Recordemos que hace tan solo unos meses este estudio de arquitectura participó en el proyecto de recuperación de la Casa del Niño, edificio obra de Víctor Beltrí.
El pasado octubre de 2020, en las XXVI Jornadas de Patrimonio Cultural de la Región de Murcia se dio una conferencia sobre este edificio, realizada por parte del equipo de JARM Arquitectura, por los arquitectos José Antonio Rodríguez Martín y Sandra Sandoval González. En la misma hablaron de su pasado y su presente, de la joya arquitectónica que posee Cartagena y que es prácticamente desconocida, de sus exteriores e interiores y del estado que presenta el edificio a día de hoy.
Explicaban que el edificio está protegido con grado 3 en el Plan Especial de Ordenación y Protección del Centro Histórico (PEOCPH) de Cartagena. Este grado simplemente obliga a la conservación de la fachada, por lo que todo el interior podría destruirse, perdiendo para siempre un magnífico legado patrimonial. Con ejemplos como éste, queda clara la inseguridad que ofrece una normativa antigua, con un criterio muy superficial de protección y con el objetivo de mantener un ambiente urbano, frente a intentar fomentar la conservación de interiores, un bien tan preciado y tan poco conocido.
Así, los arquitectos recordaban que la Casa de Celestino Martínez es una de las viviendas "más interesantes y menos conocidas del modernismo cartagenero". Quien posteriormente sería el promotor del conocido Gran Hotel, quiso construir una vivienda para su familia, "con el estilo y las calidades que su posición social le permitía".
En la conferencia explicaron que el edificio se construyó con los sistemas constructivos y materiales más modernos de la época, y su decoración interior reflejaba el aire burgués de las viviendas de los empresarios adinerados. "Todo este despliegue de valores patrimoniales ha llegado a nuestros días casi intacto, y como ha ocurrido con tantos otros edificios de interés de la ciudad, no entró en el catálogo de edificios que protegían su interior, manteniendo, como es habitual, tan solo la fachada", indicaban los arquitectos.
Celestino Martínez Vidal fue el empresario que mandó construir el edificio. Nació un 5 de junio de 1858 en San Ginés y fue un importante hombre de negocios y que, además de las minas, entró a formar parte de diversas empresas, como parte de la Sociedad Minera Cuatro Amigos.
También tuvo su vertiente política, siendo destacado del Círculo Conservador de La Unión. La sede la colocó en su propia vivienda que acababa de construir en La Unión.
En el año 1907 encarga el edificio más importante de la Región de Murcia en esa época, el Gran Hotel (1907-1916), que no pudo ver inaugurado porque murió cuando ya estaba acabado, pero sin adecuar su interior. Con su prematura muerte en 1911, con solo 52 años, "se perdió un importante promotor e industrial que dejó un significativo legado arquitectónico en La Unión y Cartagena".
En el año 1899 Celestino compra una antigua casa en la plaza de la Merced para poder trasladar su residencia desde La Unión. Tras un año de trámites administrativos en el Ayuntamiento de Cartagena por la variación de las alineaciones de la calle Saura, encargó el proyecto de la vivienda a Tomás Rico Valarino, un reconocido arquitecto de la época en Cartagena, y había sido el autor del proyecto del Palacio Consistorial de Cartagena. Los planos del proyecto se firmaron el 19 de febrero de 1900, fecha con la que se presentó la solicitud de licencia en el Ayuntamiento de Cartagena. Las obras debieron acabar en el mismo año, pues en unos de los pavimentos de la vivienda se muestra el año de la construcción. Posteriormente hacia los años 50 del siglo XX, el edificio fue comprado por el actual propietario, que lo conserva casi intacto.
Las fachadas, por sí mismas, y debido al encuentro de diversos elementos artesanos que la componen merecen un capítulo independiente para ellas. La fachada principal recoge en su diseño un aire muy atrevido y modernista para la época. Tomás Rico supo mezclar las distintas artes aplicadas como la cerrajería, carpintería, piedra artificial y ladrillo cerámico. Todo ello formando un conjunto único en la ciudad de Cartagena.
Sobresale el diseño de todo el frente vertical del mirador realizado en piedra artificial realizada para dejar vista. Este acabado requiere de un proceso de fabricación de alta calidad, pues la piedra no puede ser tratada a posteriori. Conforme salen las piezas de los moldes, se colocan en obra, sin posibilidad de retoques, enmasillados u otros procesos que oculten defectos.
En el exterior, uno de los elementos más importantes del trabajo de los carpinteros es el mirador de madera que hace de coronación del edificio, que a su vez es una de las piezas más conocidas entre la ciudadanía, dentro del cual tradicionalmente se ha encontrado la característica jaula del canario.
Quizás lo más interesante y desconocido del edificio está en el interior del mismo, donde podemos encontrar todo un muestrario de las artes decorativas de la época. Nada más entrar al portal del edificio las sensaciones nos transportan en el tiempo. Una rejería artística, zócalos de madera y mármol, artesonados en el techo y una puerta de acceso a un despacho con importantes tallados en madera con motivos relacionados con la minería y el trabajo, nos reciben adelantándonos qué vamos a encontrarnos después. Pequeños detalles modernistas empiezan a asomar en determinados elementos. Siguiendo el recorrido, nos encontramos con un amplio patio que dota de iluminación el acceso y la caja de la sinuosa escalera, toda ella realizada en mármol de Macael. En la subida por la escalera destacan los óculos de iluminación con forja artística, que se repite en la barandilla rematada con pasamanos de madera continuo en todo su recorrido.
Goza de "imponentes puertas de acceso a las viviendas, realizadas en un magnífico trabajo en ebanistería acompañados de todos los herrajes originales como tiradores, mirilla o timbre, destacando la curiosa cartelería en chapa de la casa M. Guiseris,1 de los pisos numerados como: principal, primero y segundo".
En esta casa, incluso se conserva el baño original, con tallados en madera decorativos y con las iniciales del propietario. Los detalles salpican en cada elemento, con curiosidades como un pestillo del baño que exteriormente muestra el cartel de ocupado o libre según se gire".
Posee pavimentos de Nolla, uno de los pavimentos más excepcionales de la época y la ciudad de Cartagena destacó por ser el punto de distribución en la Región de Murcia.
También es relevante el diseño del salón a calle Saura con un diseño geométrico con encáusticas poco habituales en los diseños utilizados en Cartagena. Los modelos utilizados varían mucho en cuanto a geometría y dificultad en relación a la importancia dada a la sala dentro de la vivienda.
Pero si hay una estancia que destaca es la del actual baño principal, que es una reforma posterior y que oculta parcialmente uno de los diseños más notorios de la ciudad de Cartagena. Se trata de un mosaico que muestra las iniciales del propietario (cmv) y el año de construcción del edificio (1900) en colores primarios, esto es, rojo, azul, blanco y damero en tonos pardos. Lo peculiar de este mosaico es que en Cartagena solo se encuentra en algo parecido en el edificio de Juan Conesa, en plaza de la Merced, 27 de Víctor Beltrí y realizado en la misma época.
Como era habitual en este tipo de edificios en Cartagena el mármol de Macael lo encontramos en los peldaños de la escalera y pavimentos de las zonas comunes. El trabajo de los artesanos se plasma en las piezas de los peldaños y rellanos de la escalera que van adaptándose a la forma curva de la misma con una precisión hoy día casi imposible de conseguir.
Los artesonados son "otro capítulo de vital importancia en el edificio", indicaban los arquitectos. Es "difícil encontrar una estancia sin decoración, algunas de ellas de magnífica factura". Artísticos artesonados de diseño ecléctico en el techo del despacho de planta baja, salón principal, comedor y dormitorios del piso primero, así como algunos espacios principales del piso segundo. Todas las carpinterías de las viviendas se conservan en su estado original, tanto las interiores como las exteriores.