CARTAGENA. Se coló en los salones de las casas con series como Águila Roja o Los Serrano; fue un policía de oscuro pasado en la Isla Mínima y un aspirante a escritor en El autor; sufre una adicción por el teatro que no tiene remedio y de la que tampoco parece querer curarse; y, además, entrenó a un equipo de Campeones en una de esas películas necesarias que consigue hacer este mundo un poquito mejor, que no es poco, cambiando miradas y mentalidades. Resumir la trayectoria del actor Javier Gutiérrez -ganador de dos premios Goya, entre otros muchos reconocimientos- resulta casi imposible por extensa. Lo que sí podemos es asegurar que -siendo uno de los intérpretes españoles más destacados de los últimos tiempos- el que fuera uno de los protagonistas de Modelo 77 no responde, ni de lejos, al estereotipo de estrella de cine. Aun así, brillará -y mucho- en la Gala de clausura del Festival Internacional de Cine de Cartagena que tendrá lugar este sábado, ya que allí recibirá el máximo galardón del certamen, el Premio FICC52, en reconocimiento precisamente a toda una trayectoria. Presentará en esta noche de cine y galardones, además, su última película, Honeymoon, que se estrenará en los cines el 12 de enero.
Javier Gutiérrez responde a la llamada de Murcia Plaza con cercanía, amabilidad y voz pausada. La mirada profunda e incisiva que hemos visto tantas veces en la pantalla habrá que imaginarla.
¿Cómo recibe un actor tan premiado como tú cada nuevo reconocimiento?
Los premios, premios son: reconocen el trabajo y dan visibilidad. Dicho esto, me siento muy feliz y orgulloso de recibir este tan importante del FICC de Cartagena, porque es un festival que realiza una gran labor acercando al público películas que no están dentro de los circuitos comerciales. Creo que este tipo de festivales tienen un papel fundamental para visibilizar y dar vida a las películas.
Además, presentas en el festival Honeymoon una película aún sin estrenar en cines que habla de amor y dónde hay drama y humor. ¿Cómo la definirías y qué te atrajo del proyecto?
Siempre digo que es una película inclasificable, muy diferente, porque hay una combinación de géneros. Pasa del drama al thriller y del humor negro al romance. Cuenta la historia de una pareja que está en plena desconexión y que vuelve a unirse a raíz de un hecho traumático. Es una historia de segundas oportunidades. Es como dice el director, Enrique Otero, una historia de amor de huida y vuelta. Lo primero que me atrajo del proyecto fue que había una muy buena historia, que me pareció muy interesante y que detrás estaba alguien como Enrique Otero.
Ahora que los jóvenes ligan por Instagram... ¿es más necesario que nunca hablar de amor?
Siempre, siempre, es necesario hablar de amor. Para mí es el motor de la vida: el amor a la pareja, a los hijos, a los padres, al trabajo... Pero es verdad que vivimos en una era en la que cada vez existe mayor incomunicación. No es como antes que quedabas y te pasabas horas charlando. Ahora te relacionas a través de las redes y no conoces el nombre de la persona con la que estás ligando. Todo ello nos está llevando a un lugar que a mí, la verdad, me produce bastante zozobra. Ahora todo ocurre con más rapidez, también cambiar de pareja, y esta película reflexiona sobre todo eso. Honeymoon habla sobre las segundas oportunidades que todos nos merecemos. Sobre no dar, a la primera de cambio, la patada a quien hemos amado y a quien ha estado a nuestro lado.
La que sí que parece una luna de miel eterna es la que tienes con el público. ¿Ese cariño es quizás el mayor premio que tuviste con Campeones?
Estoy muy agradecido al público por tanto calor: en cada estreno, en el teatro, paseando por la calle... Es verdad que soy conocido, pero puedo salir a la calle, no me tengo que esconder, y percibo ese cariño de la gente. Respecto a Campeones, creo que es una película muy importante para mí como actor, pero también para la sociedad. En el cine hay películas que sirven para entretener, pero también las hay que hacen que reflexionemos sobre determinados temas. Y eso es lo que hizo Campeones Ayudó a visibilizar lo que era un trato normal a personas con discapacidades en una sociedad con una educación inexistente al respecto. De hecho, Javier Fesser dice que todos somos discapacitados de alguna forma y tiene razón. Es una de esas películas necesarias que ayuda a hacer un mundo mejor.
¿En esa conexión con el público ha influido que Javier Gutiérrez sea un tipo de lo más normal, con un nombre común, que podría ser nuestro vecino de enfrente?
Yo siempre me he identificado con el 'españolito medio', aunque no sepa muy bien qué es eso exactamente. Pero es verdad que me reconozco en ese espejo, en esa estirpe de actores -como José Luis López Vázquez- que formaron una generación de cómicos diferentes. La verdad es que me gusta mirarme en ese tipo de espejo.
Has hecho de todo: series, películas y teatro. Pero dices que es el escenario lo que más necesitas...
Se puede decir que todo al final se retroalimenta. Yo empecé a ser conocido por mi participación en series como Águila Roja y Los Serrano, cuando había quien miraba con desdén hacer televisión. Fue una experiencia que me sirvió como engranaje para el cine. Y el teatro es como una droga para aquellos que conocemos bien como funciona. Siempre vuelvo.
¿Cómo hace un tímido confeso para subirse a un escenario o dar las gracias al recoger un premio como el del FICC? ¿Lo has superado?
Poco a poco, estoy en ello. Mi oficio de actor me ha ayudado mucho para superarlo y me ha ahorrado mucha terapia en ese sentido. Pero no te creas, lo sigo pasando un poco mal si tengo que salir a un escenario a recoger un premio sin parapetarme detrás de un personaje, que es algo que siempre nos ayuda a los actores para protegernos de la timidez.
¿Te cansa que a los actores os preguntemos siempre por la situación política del país?
No, ¿por qué? Mi opinión no es más que la de un particular, pero es verdad que los actores tenemos una especie de altavoz para todo lo que podamos decir.
Bueno, ¿y qué te parece entonces el panorama que tenemos?
Veo que está todo muy polarizado, que estamos viviendo una época con mucho radicalismo y mucha intoxicación, sin una clase política que esté a la altura. El Congreso es como un patio de vecinos donde falta el respeto y la educación, que es algo que luego se traduce en la calle en violencia y agresividad, como hemos estado viendo estos días pasados en la sede del PSOE en Ferraz. Los políticos y determinados medios de comunicación deberían bajar el tono y el nivel de ruido para que se calmaran los ánimos. España no se va a derrumbar. Pero son tiempo nuevos y todos tenemos que respetar las reglas de la democracia.
