CARTAGENA. "¡Como mi Algameca nada!", afirma tajante María mientras retoca un mural que embellece su barraca. Lo hizo su sobrino Javier, pero ella aprovecha una mañana soleada de domingo para darle un repaso a la pintura, erosionada por la cercanía del mar. Está orgullosa de su casa, que luce un letrero con su nombre, Micalet, y cuya cuidada fachada ha adornado con unos originales maceteros que ha realizado reciclando botellas de lejía. María se ha criado en la Algameca Chica de Cartagena, al igual que sus padres y sus abuelos. Y asegura, convencida, que no cambiaría ni por un piso en pleno centro de la ciudad su barraca en este poblado centenario, autogestionado y que ha sobrevivido en una situación de alegalidad a base de creatividad e ingenio.
Recorriendo las pintorescas calles de la Algameca se comprende el cariño que le profesa María. Porque la llamada 'Shanghai de Cartagena' es un asentamiento único en Europa, del que se han hecho eco medios nacionales y extranjeros. Entre el mar y la montaña, y en un entorno lleno de paz y naturaleza, se ha creado una comunidad cohesionada y sostenible, en la que toda la energía es solar, donde el reciclaje forma parte del día a día y donde no se desperdicia ni una sola gota del agua que ahora almacenan en depósitos. En este contexto, el arte y la creatividad se presentan como uno de sus mejores aliados, tanto para embellecer el poblado como para fortalecer los lazos de una comunidad pequeña que vive todo el año allí, crece los fines de semanas y puede acercarse a las quinientas personas en verano.
María es una de esas vecinas que colabora para mantener bonita la Algameca Chica con sus originales maceteros. Como lo hacen también Mari Carmen, cuyos toldos de macramé dan color y sombra en verano; Ana, quien realizó el árbol de madera que da la bienvenida a los cada vez más numerosos visitantes; Miguel, quien ha restaurado el mirador de Las Dos Hermanas; Joaquín, que ha dejado como legado unos bonitos mosaicos que llenan de motivos marineros numerosos rincones; Ginés, Andrés y Libertad, responsables del 'banco de besos', ante el cual nadie se puede negar a un arrumaco; Ana, con su decorada barca del margen derecho; Mari Carmen, Juani y Ana con sus salamandras... y otros muchos vecinos que llevan a cabo originales carteles, murales en fachadas, cortinillas con tapones... y un sinfín de ideas creativas.
De todo esto y de muchos más aspectos de la comunidad da testimonio Redin, una asociación sin ánimo de lucro que lleva a cabo un proyecto en esta comunidad para su desarrollo e integración, promoviendo su diversidad social y cultural. Así se lo cuenta a Murcia Plaza el sociólogo Diego Fernández, quien se encarga de este proyecto pionero que busca extenderse por otros barrios de Cartagena. Una de las bases del mismo es la documental, dando voz a los vecinos para que ofrezcan sus testimonios y cuenten sus 'historias algamequeras'. Asimismo, se profundiza en la historia del poblado -para lo que cuentan con la colaboración del historiador José Ibarra, quien realiza visitas guiadas los últimos domingos del mes-, así como en el valor de la sostenibilidad y el respeto a la naturaleza, además de organizar diferentes actividades, como talleres abiertos para cualquier asistente en colaboración con la activa Asociación de Vecinos.
Diego Fernández apunta que la creatividad es, sin duda, una de las herramientas más eficaces de cohesión de la comunidad, además de aportar un valor añadido a este espacio mágico y lleno de sorpresas que es la Algameca Chica. No es algo nuevo, recuerda, ya que tienen constancia de que a principios de los años treinta se organizó un concurso de fachadas. No obstante, reconoce que ha habido periodos en los que el poblado estuvo más abandonado en este aspecto, habiéndose producido un giro en los últimos años -sobre todo, en este último-, en los que se han llevado a cabo intervenciones artísticas y artesanas que han transformado los rincones de estos dos márgenes de tierra bañados por el mar.
Estas intervenciones "no solo embellecen la Algameca Chica, sino que también nos inspiran a ser parte activa de la transformación de nuestro entorno. Cada elemento nos recuerda que la belleza puede surgir de la colaboración y la pasión compartida. Al poner en valor el esfuerzo y la dedicación de nuestros vecinos, esperamos que estas historias inspiren a otros a unirse a este movimiento de embellecimiento y amor por el lugar que llamamos hogar", señalan desde Redin.
Son toques únicos y especiales de unos vecinos que, aseguran, demuestran una gran generosidad, logrando uno de los objetivos del proyecto, que es que la Algameca Chica pueda ser visitada por cualquier cartagenero como una parte más de su ciudad, integrándose como un barrio más donde poder caminar, disfrutar del entorno... y admirar la creatividad de los algamequeros.
La asociación también ha prestado su apoyo, aunque se trata de un proyecto independiente, al rodaje del primer documental cinematográfico sobre el poblado cartagenero, que está dirigido por la joven cineasta Blanca Pérez de Tudela. Este largometraje, que se rodó este verano y que ahora está en fase de crowdfunding en la plataforma Verkami, pretende dar a conocer una visión realista y cercana de este asentamiento de pescadores con siglos de historia. Un lugar 'de cine' que podría ubicarse en otro país y en otra época, donde no existen papeles, pero sí se reconoce la propiedad privada de los que allí tienen su barraca y que, como en el caso de María, es el hogar de varias generaciones.