MURCIA. El pintor valenciano Salvador Fuster Vercher expone por partida doble en la Región, ya que ha inaugurado las muestras Fuster y la figura humana, en la Sala Dora Catarineu de Cartagena (calle Ronda), e Interiores de Fuster: La revelación íntima de un maestro, en el Centro Párraga de Murcia. Ambas están comisariadas por Javier Pinilla Peñarrubia, quien destaca sobre el artistas que "al observar sus pinturas, se percibe una profundidad casi tangible, una hondura que solo puede lograrse con plena dedicación y amor por el oficio. Cada pincelada cuenta una historia que ha sido pensada, sentida y revisada una y otra vez, hasta capturar esa verdad pictórica que Salvador persigue con devoción".
En la exposición que se puede visitar en "la muy histórica y hermosa ciudad de Cartagena" -como se refiere a ella-, Fuster muestra tanto la anatomía física como la psicología de sus retratados. El artista coloca en el centro la figura humana, personas que miran directamente a los ojos del espectador, como si su mirada traspasara la del pintor, transmitiendo emociones a través de ellas y de sus gestos. Es por ello que las obras de Fuster establecen una conexión profunda con el espectador, invitando a la introspección y a un diálogo emocional. Mientras, los fondos se convierten en elementos significativos que amplifican la presencia de las figuras
Las pinturas de Fuster Vercher -en las que se encuentran la tradición del arte clásico y su perspectiva innovadora y personal- se podrán contemplar en la sala cartagenera de martes a viernes, por la mañana de 10 a 13.30 horas y por la tarde de las 17 a las 19.30 horas; los sábados y domingos el horario es de 10 a 14 horas.
Por otro lado, la exposición que se puede visitar en la Sala de Máquinas del Centro Párraga, bajo el título Interiores de Fuster: La revelación íntima de un maestro, reúne "nueve obras con el nexo común de mi estudio, el lugar mágico o maldito donde se gesta mi obra", según ha señalado el valenciano, que en palabras del comisario es "un ermitaño del arte que ha encontrado en la pintura su refugio más auténtico y profundo". Recuerda en el texto que acompaña a la obra que Fuster vive "en un pequeño pueblo que parece deslizarse entre huertas y verdes colinas, guardianes de un secreto ancestral".
Y es que como añade Javier Pinilla, Salvador Fuster "no busca los destellos vacíos de la fama ni se deja seducir por las luces pasajeras de las exposiciones, salvo en contadas ocasiones como esta. Salvador encuentra en la soledad y el silencio los espacios necesarios para revelar su verdad sobre el lienzo. Esta verdad, lejos de surgir de impulsos caprichosos o destellos de inspiración momentánea, se forja a fuego lento, como el resultado de una meditación profunda y un diálogo constante entre su mundo interior y el entorno que lo rodea".
En esta exposición, el pintor "nos invita a explorar sin reservas dos de sus espacios más personales: el aula donde enseña y el estudio donde crea. Esta muestra no es solo una ventana a su técnica, sino también una invitación a comprender su proceso vital como creador. El aula cobra vida a través de sus alumnas, mientras que el estudio se erige como un espacio casi sacro, una torre romántica que alberga la atmósfera única de su búsqueda artística". Así, por ejemplo, se puede encontrar la obra titulada Clara dibujando, en la que Fuster capta a una joven concentrada en el acto de crear, bañada por la luz suave que entra por una ventana.
Interiores de Fuster "nos invita a conectar con la esencia de un artista que, a través de su vulnerabilidad, establece un vínculo profundo con aquellos que se atreven a mirar más allá de la superficie. Esta exposición es un espacio de reflexión, donde cada obra es un eco de su vida tranquila y una huella imperecedera de su dedicación al arte. Es un susurro de su alma compartido con el mundo, una invitación a participar de su soledad creativa y a entender que su vida de aislamiento no es un sacrificio, sino una elección consciente: la de vivir plenamente para el arte", afirma Javier Pinilla.
Salvador Fuster es un pintor que se aleja de los convencionalismos del mundo del arte, rechazando el bullicio de las exposiciones y el reconocimiento público. Para él, el verdadero valor del arte radica en el proceso de creación, que se lleva a cabo en su estudio, un espacio íntimo y alejado de las expectativas externas. Su arte es un diálogo profundo consigo mismo, donde cada trazo refleja su mundo interior y sus emociones.
Fuster se considera un pintor clásico y artesano, cuya obra trasciende la pintura comercial al buscar algo universal y atemporal. Su técnica, que incluye un meticuloso manejo del claroscuro y la composición, está cargada de simbolismos y alegorías, reminiscentes de grandes maestros como Miguel Ángel y Leonardo da Vinci.