CARTAGENA. Como se ha dicho en los Pasicos anteriores, Ciudadanos (Cs) nació en Cataluña como un partido españolista, seña de identidad que mantuvo al extenderse por el resto de España. A la reciente manifestación en Barcelona contra la erradicación del idioma español en las escuelas de Cataluña acudieron Abascal por Vox, Cuca Gamarra por el PP y la propia Arrimadas por Cs. Se ha recalcado que no estaba Feijóo, pero no se ha hecho énfasis en que Sánchez, del PSOE, e Illa, del PSC, no solo no estaban, sino que nadie los esperaba. Después de todo, el principal abanderado de la inmersión lingüística en catalán fue el PSC, opción que hace poco seguía defendiendo el expresidente Montilla. No hay motivos para pensar que el PSOE de Sánchez vaya a renunciar a su estrategia de apoyarse en Podemos e IU (o en Sumar, de Yolanda Díaz) y, desde luego, en los partidos separatistas, lo que seguirá chocando frontalmente con el españolismo de Cs, su más preciado bagaje. En ese sentido, no es difícil diferenciar la oferta política del Cs de la del PSOE y, todavía más sencillo, de la de Podemos.
"Si los resultados de Cs superasen cierto umbral, concurriría por separado a las elecciones; si se produjese una debacle, tomarían impulso los partidarios en Cs de entenderse con el PP, nunca con Vox"
Por otra parte, Cs se define ahora como un partido liberal, lo que dificultaría distinguirlo del PP, pues pocos políticos españoles son más liberales que Isabel Díaz Ayuso. Sin embargo, Cs exhibe un fuerte contenido progresista. En nuestra región eso es bien patente. A diferencia de Cs, ningún partido liberal habría apoyado la ley que confiere personalidad jurídica al Mar Menor. Según sus promotores, esa ley nos sitúa a la vanguardia en Europa en materia de Derecho Ambiental; en realidad, nos sitúa a la altura de Ecuador, cuya constitución concede personalidad jurídica a la Naturaleza. A diferencia de Cs, ningún partido liberal habría apoyado repartir bonos para sufragar con cargo a impuestos a los que quieran viajar en trenes de cercanías. A diferencia de Cs, ningún partido liberal habría criticado la propuesta de nombrar presidente del Consejo Escolar a José Francisco Parra, presidente de la Confederación Española de Centros de Enseñanza (CECE), la patronal de la enseñanza privada. En realidad, ese tipo de enseñanza solo escolariza en nuestra región al 30% de los estudiantes (incluyendo la concertada), frente al 70% de los centros públicos, pero un partido integralmente liberal defendería el cheque escolar, que permitiría a cada uno matricularse, con cargo a impuestos, en el tipo de centro que prefiriese.
No dice todo esto el Aparecido para denostar a Cs, sino para ayudar a que sus dirigentes se hagan conscientes de que su partido no es puramente liberal, sino una mezcla de liberalismo y progresismo según el tema y la situación. Si lo aceptasen tendrían más sencillo diferenciarse del PP, sin lo cual su pretensión de subsistir como un partido separado se vería muy comprometida. En efecto, las encuestas anuncian contumazmente que Cs podría extinguirse en el siguiente ciclo electoral, en el que quizás no consiga presencia en ningún parlamento autonómico. Es posible que logre conservar algunas concejalías, e incluso alguna Alcaldía, pero llegará muy debilitado a las elecciones nacionales, lo que reforzará la posibilidad de que no obtenga ningún diputado en el Congreso.
Dicen sus dirigentes que Cs podrá sobrevivir refugiándose en el municipalismo, pero no es seguro que acierten, como ilustra el caso de Andalucía. Así, el PP acaba de incorporar al equipo de asesores de Feijóo a Rocío Blanco, una consejera del Gobierno andaluz que entró en política de la mano de Cs. Los más significativo es que a nadie le haya parecido demasiado llamativo. De hecho, en Andalucía está produciéndose un goteo continuo desde Cs al PP sin apenas repercusión mediática. Y, aunque más lentamente, también en otras regiones españolas. Ese precedente indica que no le será fácil a Cs perdurar si se consuma el anunciado fracaso en el próximo ciclo electoral.
Conscientes de ello, algunas personalidades de Cs están defendiendo establecer algún acuerdo preelectoral con el PP. Tras la moción de censura al presidente Miras y al alcalde Ballesta, esa idea es difícil de entender en nuestra región, pero Padín la defiende en Cartagena, donde una coalición electoral con Noelia favorecería la continuidad del tripartito, amenazada por la pujanza del cantonalista López. Y resulta que María José Ros anda diciendo en privado que mantendrán a Padín como candidato. Una tal coalición podría cambiar el Gobierno autonómico de la Comunidad Valenciana, donde competirán con el separatista Baldoví, el recién elegido candidato de Compromiso. Esa coalición podría asimismo mantener el equipo municipal en Madrid, donde Villacís es fundamental, y cambiarlo en Sevilla, donde su portavoz municipal, el abogado Pimentel, ha renunciado a encabezar la próxima candidatura. Ambas partes saben que Valencia, Madrid y Sevilla son plazas lo suficientemente importantes para justificar una negociación global, pero no se ha cerrado ningún acuerdo.
Por el contrario, Carlos Sánchez de la Flor, un comunicador del Círculo de Empresarios que acaba de ganar las elecciones internas a Coordinador Nacional de Jóvenes de Cs, ha declarado que apuesta por la "rebelión liberal". Al parecer, el triunfo de Meloni en Italia ha convencido a varios dirigentes de Cs de que pueden ocupar un nicho político diferenciado del PP y de Vox. La pregunta es qué ocurrirá tras el próximo ciclo electoral. Si los resultados de Cs superasen cierto umbral, concurriría por separado a las elecciones nacionales; si, por el contrario, se produjese una debacle, tomarían impulso los partidarios en Cs de entenderse con el PP, nunca con Vox, de cara a esas elecciones nacionales. Para resolver ese dilema habrá que esperar al resultado de las elecciones autonómicas y municipales. Y con este Pasico acaba la anunciada tetralogía sobre Cs. Descansemos todos en paz.
JR Medina Precioso