CARTAGENA. Es bien sabido que el partido político de nombre Ciudadanos (Cs) ha optado el pasado mes de julio por definirse como liberal. Algunos opinan que esa decisión puede ser incongruente con la etiqueta de socialdemócrata con la que nació en Cataluña para defender su plena españolidad; sin embargo, no hay tal: desde un principio Cs defendió una serie de libertades individuales no solo frente a los separatistas, sino también frente al Partido de los Socialistas de Cataluña (PSC) de aquella época. En efecto, a partir de 2003, primero bajo la Presidencia de Maragall y luego de Montilla, el PSC formó sendos gobiernos tripartitos con Izquierda Republicana de Cataluña (IRC) e Iniciativa por Cataluña (IC) que, lejos de combatir o atenuar la persecución al idioma español en la enseñanza y la Administración pública, lo mantuvo y acrecentó, impulsando la inmersión lingüística excluyente en catalán, obviando las sentencias de los tribunales a favor de una presencia mínima garantizada del español, y multando a los que no etiquetasen en catalán. El daño que hizo el PSC fue si cabe mayor que el de IRC y la todavía existente Convergencia y Unión (CiU) porque su electorado se nutría de familias inmigrantes cuya lengua natal era el español, induciendo a los charnegos a convertirse al separatismo. También impulsaron una propaganda que partía de, como mínimo, la rivalidad con el resto de España, llegando en ocasiones al odio directo.
Asimismo, elaboraron y aprobaron en 2006 un nuevo Estatuto de Autonomía con varios artículos inconstitucionales y varios otros que solo cabían en la Constitución si se interpretaban de cierto modo, siendo, por tanto, ambiguos en su redacción. De todo eso dejó constancia en 2010 el Tribunal Constitucional, tras la denuncia del Partido Popular (PP) posterior al referéndum catalán que lo había aprobado, toda vez que se había derogado el utilísimo recurso previo de inconstitucionalidad.
Pues bien, la respuesta a aquella sentencia, que dejaba vivo la mayor parte de aquel Estatuto, fue un editorial conjunto de toda la prensa catalana denunciándola. No cabía imaginar mayor síntoma de tendencia al totalitarismo en una democracia que el hecho de que todas las direcciones de los periódicos se hubiesen puesto de acuerdo para publicar una opinión unánime. La pluralidad de pensamiento y expresión quedaba abolida en aquel editorial, un indicio potente de cómo transcurrían las cosas en aquella Cataluña.
"entre funcionarios, subsidiados y pensionistas, ahora mismo viven más personas del Estado que de trabajos privados, lo que no augura ninguna afluencia masiva de votantes al liberalismo"
Y el PSC no era ajeno a aquella ola totalitaria. El consejero socialista Antonio Castells puso de moda lo de analizar "las balanzas fiscales" y se inventó el curioso concepto del "déficit fiscal de Cataluña", que solo quería decir que había una trasferencia de recursos monetarios desde Cataluña al resto de España toda vez que se trataba de una región con más riqueza acumulada que la media española. No dejaba de ser notable ver a un socialista argüir contra la transferencia de riqueza de las rentas altas a las bajas, concepto que antes los propios socialistas llamaban "solidaridad" y hacían énfasis en la "progresividad fiscal". De ahí al "España nos roba" había un paso, que los separatistas pronto dieron. Por cierto, los de Tabarnia (Barcelona y Tarragona) podrían, por el mismo motivo, haber proclamado que Lazilandia (Lérida y Gerona) les robaba, pues esas dos últimas provincias también son receptoras netas de dinero español.
Pero no era solo aquel consejero. El propio presidente socialista de la Generalidad, el jiennense José Montilla, declaró tras la sentencia que "Cataluña ha sido un país maltratado, pero no vencido". Y, para que nadie lo venciese, el 10 de julio de aquel 2010 se puso al frente de la manifestación contra la sentencia que, convocada por la entidad separatista Omnium Cultural, llevaba por lema "Somos una nación. Nosotros decidimos".
Así pues, un partido como Cs, que defendía en Cataluña la libertad de estudiar y enseñar en castellano, la libertad de expresión y de manifestación a favor de la unidad con España, y se posicionaba en contra de las mentiras sobre supuestos expolios a aquella región, tenía un innegable componente liberal. Y eso no era óbice para que, en materia económica, defendiese un modelo socialdemócrata.
Cabe recordar que el propio Indalecio Prieto proclamó aquello de "soy socialista a fuer de liberal" y en marzo de 1921 declaró que "el socialismo es la eficacia misma del liberalismo en su máximo grado y el sostén más eficaz que la libertad puede tener". De acuerdo con Unamuno, distinguió entre el liberalismo económico, al que llamaban "manchesteriano", y el liberalismo "moralista", que consistía en defender las libertades individuales de conducta, tales como la de expresión y otras. Ellos rechazaron el primero y apoyaron el segundo, como explicó con más profundidad Juan Marichal en 1982 desde la Tribuna de El País. También es innegable que el PSOE jugó un papel crucial, junto con el PCE en su agostada fase eurocomunista, a favor de las libertades durante el proceso de transición a la democracia que protegió el rey Juan Carlos I y abanderó Adolfo Suárez. Precisamente recordaba hace unos días Alfonso Guerra en el Club El Buzo, sito en la lujosa urbanización Vistahermosa del Puerto de Santa María, el importante papel de Juan Carlos I en esa etapa y denunciaba cómo todavía había socialistas a los que les avergonzaba pronunciar la palabra "España".
"se ha demostrado errónea la tesis de que se pueden desligar, e incluso contraponer, las libertades conductuales de las económicas"
Pues bien, en su nacimiento podríamos decir que Cs se encontraba en la fase de "liberalismo moralista", cuyos contenidos amplió en julio al derecho al aborto, la eutanasia, la gestación subrogada y la libre expresión de la sexualidad en la etapa adulta según las preferencias de cada uno (un amigo me ha dicho que el sexo es muy divertido). Ahora bien, se ha demostrado errónea la tesis de que se pueden desligar, e incluso contraponer, las libertades conductuales de las económicas. No hay mayor ataque a la libertad individual que eliminar la propiedad privada, pues sin ella, y sin ciertas libertades económicas, como la de iniciativa empresarial, la de libre comercio y otras, las libertades conductuales se hunden antes o después, como cualquiera que haya visitado Cuba, un país tan vitalista y al que nos unen tantos lazos, puede comprobar. El grito de los insurgentes cubanos de este verano era "Patria y Libertad", opuesto al "Patria o Muerte" de los comunistas. Donde unos hablaban de libertad, lo otros lo hacían de muerte, y las palabras son, con frecuencia, más sabias que quienes las pronuncian.
Pues bien, en esta última etapa Cs ha añadido a su fundacional liberalismo moralista el liberalismo manchesteriano, por hablar como Unamuno. Lo ha perfeccionado, pues. El problema que tendrá es cómo conciliar esos ideales con dos datos demoledores: entre funcionarios, subsidiados y pensionistas, ahora mismo viven más personas en España del Estado que de trabajos privados, lo que no augura ninguna afluencia masiva de votantes al liberalismo; además, los únicos partidos con posibilidades de gobernar son el PSOE, con apoyo de Podemos y los separatistas, y el PP, con apoyo de Vox, lo que tampoco favorece el papel de un partido liberal minoritario. Si logra sortear ambos obstáculos y se libra de la fantasía de desplazar al PP, lo mismo sobrevive Cs como un pequeño, pero útil, partido. No obstante, es difícil y lo veremos en las próximas elecciones andaluzas, las primeras en el horizonte. Anuncio Pasico.
JR Medina Precioso