MURCIA. La incansable curiosidad del fotógrafo de ruinas Chembos vuelve a aportar luz sobre un edificio abandonado de la Región. Y es que este joven murciano, además de tener la sensibilidad de captar la belleza y la poesía de la decadencia, también dedica mucho de su tiempo libre a investigar sobre la historia de esos edificios olvidados que él explora con mirada ávida. En este caso, nos presenta una serie de imágenes realizadas en el antiguo caserio Casa Blanca, ubicado en la pedanía murciana de Los Ramos, descubriendo que "podría tener una historia mucho más importante de lo que se cree". Este antiguo caserío, de los pocos que quedan en la Región, forma parte de la Lista Roja del Patrimonio de Hispania Nostra desde marzo de 2022.
Chembos explica que desde está histórica casona se controlaba una de las explotaciones de cultivo más importantes y amplias del sureste español, razón por la cual se ubica entre los caminos que unían Cartagena, Alicante y Murcia (y pudiendo tener orígenes musulmanes). De hecho, ha encontrado unas imagenes aéreas de 1929, tomadas en un vuelo del pionero de la aviación Ruiz de Alda, donde se observa que las extensión de cultivo partía desde Casa Blanca (al sur) hasta llega a Zeneta, teniendo una extensión de más de 500 hectáreas (ocuparía prácticamente todo el centro de Murcia).
Asimismo, apunta el hecho de que en 1863, la reina Isabel II inaugurara la estación de Los Ramos, que por extensión parecía ser la segunda más importante del municipio después de la del El Carmen. Dicha estación, a sólo 900 metros del caserío y con la que tiene una conexión directa y amplia, fue concebida para la carga y descarga de trenes mercantiles. "Hay que tener en cuenta que en aquella zona no había ningún núcleo de población importante, a excepción de pequeñas minas de yeso privadas y este caserío", razona.
Según las indagaciones y consultas realizadas, este investigador murciano cree que todo parece indicar que el caserío perteneció al Conde de Floridablanca. Esto es, según explica, porque el aristócrata tenía dos grandes propiedades de terrenos: una 'La Florida', en Alquerías, y la otra, 'La Blanca', llamada así por el color de sus tierras y de ubicación desconocida. "A día de hoy, y tras colorear las imágenes del vuelo de Ruiz de Alda, podemos comprobar que, efectivamente, las tierras del caserío Casa Blanca son muy posiblemente las del conde, ya que son las únicas tierras de Murcia con un característico tono blanco. Esto se debe a que los montes de esa zona son conocidos por su yeso, lo que nos hace pensar que, antes de 1833 (fecha de terminación de la almazara) podría haber una fábrica en producción para la extracción del yeso en el mismo emplazamiento. Poco a poco y con el paso de los años, las tierras blanquecina se fueron labrando hasta que perdieron su característico color, hasta el día de hoy, que ya no existen", argumenta.
Por otro lado, Chembos indaga en el origen del lugar, sospechando que "esta finca podría tener sus orígenes en una 'al-ma'sara' de época musulmana (que significa "prensa" y es el lugar dónde las aceitunas se limpian, se muelen y se aplastan para extraer el aceite), ya que bajo el dominio musulmán se introdujeron técnicas agrícolas y de irrigación avanzadas, siendo además los musulmanes los responsables de introducir y expandir el cultivo del olivo en la región". Añade que "tras la Reconquista cristiana, hubo un repartimiento de propiedades y bajo Alfonso X El Sabio las grandes explotaciones de cultivo (como posiblemente el caserío Casa Blanca) pasaron a manos de las élites cristianas, quienes continuaron utilizando las técnicas y estructuras agrícolas que ya existían debido a su eficiencia y eficacia durante muchísimos siglos".
Chembos -quien agradece la ayuda para documentarse de Ángel Peñalver Martínez (jefe del Servicio de Publicaciones de la Consejería de Educación) y de Raúl Jimenez, cronista de Torreagüera- también se pregunta cómo funcionaba la gran estructura hueca de casi 4 pisos de altura donde se guardaba los frutos recolectados. "Esta extraña estructura cuenta con numerosas arquerías e internamente está atravesada por un tremendo tronco de medio metro de diámetro, perforado por unas guías metálicas del tamaño de un puño cerrado. Tengo la teoría de que entre arco y arco los frutos, almacenados arriba, descendían por el interior de un tornillo hueco encajado en los railes del tronco y que tenía en su extremo inferior una pequeña prensa de piedra. Una persona, con algo similar a una llave inglesa gigante, haría girar este tornillo sobre un recipiente al tiempo que caía el fruto para ir prensándolo".
"He investigado mucho sobre este tipo de prensas históricas pero no he encontrado nada similar a este sistema, siendo bastante desconocido y novedoso para su tiempo. Además, si nos fijamos en la arquitectura de los arcos, los cantos de las pilastras están cuidadosamente aplanados, haciendo más fácil usar esta hipotética técnica de 'llave inglesa", añade.
Al margen de toda esta explicación, que pone historia y luz sobre estos edificios sumidos en el abandono y el olvido, las imágenes de Chembos cumplen la doble función de captar la belleza y llamar la atención sobre la protección del patrimonio de la Región.