Los padres y el hermano mayor del tenista murciano vivieron en El Palmar su debut en el Abierto de Australia, a casi 20.000 kilómetros de distancia, mientras los dos pequeños de la casa dormían, aunque el menor se despertó al escuchar "algo de ruido" cuando había finalizado el encuentro
MURCIA. A casi 20.000 kilómetros de distancia el triunfo de Carlos Alcaraz en su debut en el cuadro final del Abierto de Australia, el primer Grand Slam de su carrera, se vivió de manera muy especial en la casa de los Alcaraz Garfia, en la pedanía murciana de El Palmar, donde se fueron a la cama pasadas las cuatro de la madrugada con el pulso todavía acelerado y la alegría propia de la ocasión.
"Hemos visto el encuentro por televisión en casa mi mujer, mi hijo mayor y yo. Los dos pequeños a las once de la noche ya están rendidos y se fueron a dormir pues además tenían colegio al día siguiente, aunque el menor de ellos se despertó y vino al salón ya cuando el partido había acabado al escuchar algo de ruido", explica Carlos Alcaraz González, el padre.
El momento del estreno en un "major" era muy esperado y se vivió con emoción en el seno de una familia en la que se respira tenis desde siempre ya que Carlos Alcaraz González, quien ahora tiene 49 años, también jugó, fue subcampeón de España infantil e incluso logró algunos puntos ATP en su época. Ahora es el director deportivo de la Real Sociedad Club de Campo de Murcia, en cuyas pistas Carlitos dio sus primeros bolazos. No extraña, por lo tanto, que los cuatro hijos del matrimonio que forma con Virginia Garfia empuñen la raqueta. El mayor, Álvaro, tiene 21 años; y la saga la rematan Sergio y Jaime, de 11 y 9.
Ante Botic Van de Zandschulp todo transcurrió plácidamente para "La Roca" y en casa le vieron bien. "He notado que desde el comienzo del encuentro estaba bastante centrado y ha llevado bien el partido, aunque era lógico que el rival reaccionase después del 6-1 del primer set", indica quien guió los pasos del actual número 141 del mundo en sus primeros años de tenis, aunque pronto se hizo a un lado para que pasara a aleccionarle Carlos Santos Bosque, quien fue su primer entrenador como tal.
"Aunque lo ha debido pasar regular durante tantos días encerrado en la habitación podían más las ganas y la ilusión por lo que le esperaba que el hecho de no poder salir ni a la calle"
"No me suelo poner muy nervioso viendo jugar a Carlos, aunque algo así, y me fijo sobre todo en cuestiones técnicas. Normalmente me acelero un poco más cuando va ganando, pero suelo controlar la emociones", añade.
Era el primer partido al mejor de cinco sets para el pupilo ahora de Juan Carlos Ferrero y por ello se podía esperar una velada larga en su casa de El Palmar, aunque finalmente no fue así. "El tío se portó y, al solucionar el partido en tres y en menos de dos horas, nos dejó irnos a la cama antes de lo previsto y algo pudimos dormir", bromea su padre, quien confía en estar junto a su hijo en otras grandes citas en el futuro.
"Las circunstancias no hacían viable viajar a Australia y, además, entendemos que al ser su primer Grand Slam lo tenía que vivir con su entrenador y así estar más enfocado. Ya habrá tiempo más adelante para ir a acompañarle en otros torneos", explica.
Carlos Alcaraz González también se ha referido al confinamiento al que tuvo que hacer frente Carlos jr.
"Es un chico tranquilo y, aunque lo ha debido pasar regular durante tantos días encerrado en la habitación, ha seguido una rutina y, además, podían más las ganas y la ilusión por lo que le esperaba que el hecho de no poder salir ni a la calle ni ir a entrenar a la pista a lo largo de esas dos semanas", apostilla alguien orgulloso y que tiene motivos más que sobrados para estarlo.