el pasico del aparecido / OPINIÓN

Godwin y Malthus en la Región

23/10/2021 - 

CARTAGENA. Muy influenciado por los ideales de la revolución francesa, William Godwin, padre de la autora de Frankenstein, o el moderno Prometeo, se convirtió en un pionero del anarquismo en Inglaterra. La escasez económica no le preocupaba, pues "hay un principio en la sociedad humana gracias al cual la población se mantiene siempre por debajo del nivel de los medios de subsistencia". Según él, la producción agrícola estaba limitada por la injusta existencia de latifundios que no se cultivaban, pero, corregidos ese defecto, se podrían producir alimentos de sobra. Además, la ciencia siempre vendría en nuestra ayuda, pues "nuestro grado de posible progreso en el cultivo del conocimiento es ilimitado".

Contra esa opinión, según la cual siempre habría bienes para todos gracias a la ciencia, lo que enardecía a los trabajadores, se alzó la voz del reverendo Thomas Malthus, quien publicó su propio Ensayo sobre el principio de la población. Su argumento básico era justo el contrario: como la población humana se duplicaba cada cuarto de siglo, pero los recursos alimentarios solo se incrementaban linealmente, se produciría una explosión demográfica que abocaría a la mayoría al hambre y la miseria si nada lo impedía. Para prevenir esa catástrofe, aconsejaba que las gentes, especialmente los pobres, se abstuviesen de procrear, pues de ese modo sus escasos hijos disfrutarían de un mejor nivel de vida, desaconsejando las ayudas sociales porque solo servirían para acelerar la crisis.

"CUANDO el agua esté limpia, ¿usted preferiría nacras sin agricultura ni turismo o agricultura y turismo sin nacras? su respuesta tratan de privarnos los defensores de los ecosistemas" 

Tanto Charles R. Darwin como Alfred R. Wallace leyeron el libro de Malthus, lectura que constituyó para ambos una de las principales inspiraciones para sus respectivas teorías de la evolución biológica por selección natural. Mientras los naturalistas la exploraban a fondo, los políticos y los economistas se enzarzaron en un fuerte debate sobre las contrapuestas tesis de Godwin y Malthus. Desde un principio, los socialistas y los comunistas apostaron por Godwin: el socialismo se basaría en un inmenso desarrollo de las “fuerzas productivas” sujetas a control público. Como Lenin dijo, "el socialismo es la electrificación de todas las Rusias junto con el poder de los soviets". En cambio, los conservadores se inclinaron por Malthus, llegando los más despiadados incluso a recoger la idea de suprimir los subsidios sociales a los pobres.

Ese esquema se mantuvo hasta mediados del siglo XX. Potenciar la ciencia, la innovación, la industrialización, la agricultura intensiva y el crecimiento económico, junto con una cierta redistribución de las rentas a través de los servicios sociales, fue el fundamento de muchas políticas europeas antes y después de las dos grandes guerras mundiales. También en España, en pleno franquismo, se hicieron unos planes desarrollistas que originaron una clase media, sustento último de la posterior democracia. Los eurocomunistas, por su parte, hablaban con entusiasmo de "la revolución científico-técnica" y de una "alianza de las fuerzas del trabajo y la cultura".

Sin embargo, el panorama fue cambiando paulatinamente cuando empezaron a publicarse estudios sobre los límites del crecimiento y el impacto ecológico de la producción masiva. El Aparecido contempló asombrado cómo las élites de izquierdas empezaron a predicar las bondades del decrecimiento económico y a difundir la absurda idea de que el capitalismo era una máquina de crear pobreza y destruir el planeta. Si antes se decía que el fuerte desarrollo económico capitalista preparaba la triunfal llegada del socialismo, luego se pasó a decir que el socialismo, que sería necesariamente austero, llegaría por la pobreza inducida por el capitalismo. Los datos contradicen esa idea: tras la revolución neolítica, etapa en la que inventamos la agricultura y la ganadería, nunca ha habido mayor incremento de la riqueza en el mundo que a partir de la revolución industrial y la extensión de la economía de mercado

En la actualidad sigue ocurriendo que, en contra de lo que muchos dicen, cada vez hay menos gentes pobres en el mundo y pasando hambre. Lejos de ser una máquina empobrecedora, el problema del capitalismo que no ha logrado, todavía, erradicar por completo la pobreza en el mundo, aunque la ha reducido notablemente; lejos de padecer un exceso de tecnología, su problema es que todavía no ha logrado la suficiente tecnología para producir aún más, contaminando mucho menos; lejos de destruir la Naturaleza, está empezando a diseñar tecnologías de todo tipo que ayudarán a descontaminar sin empobrecernos. Sus mejores aliados son los médicos, los biotecnólogos, los ingenieros y demás tropa. En opinión del Aparecido, Godwin llevaba razón y Malthus ni siquiera acertó al pronosticar la catástrofe demográfica. Como Wallace predijo, a medida que la gente fuese saliendo de la pobreza, y la mujer accediendo a la enseñanza y al trabajo, las parejas tendrían menos hijos.

Sin embargo, hoy está de moda en amplios sectores de la izquierda asimilar, siquiera inconscientemente, las tesis de Malthus. Ese "giro ideológico", unido a la no menos asombrosa fascinación que sienten por los procesos separatistas, que solo reflejan el deseo de las zonas más adineradas de dejar de contribuir a la caja común, ha vuelto reticente al Aparecido con las nuevas izquierdas, pues él sigue apostando por la ciencia, el crecimiento económico, la democracia y la unidad nacional, sin por ello renunciar a unos ecosistemas agradables para los humanos mediante las oportunas ingenierías. Un paquete claramente antropocéntrico, nada ecocéntrico, ni identitario.

""Si la ILP del Mar Menor prosperase se esfumarían casi todas las fuentes de contaminación, aunque a costa de sumir en la pobreza a muchas familias del entorno"

En nuestra región está muy presente la vieja polémica entre Godwin y Malthus. Ideado por Ruiz Vivo, el brillante lema de "Agua para todos" lleva la impronta de Godwin; el "no a los trasvases", la de Malthus. Unos piensan que, con la adecuada ingeniería, habrá agua para todos siempre, y otros responden que nos faltará agua y que, por tanto, cada cuenca debe apañarse con la que tenga. Abandonar todas las fuentes de energía, incluida la nuclear, excepto la solar y la eólica, y aun así poniendo pegas a las macroplantas, lo firmaría entusiasmado Malthus; defender la nuclear y las macroplantas renovables, y seguir intentando alcanzar la energía de fusión atómica, lo apoyaría Godwin.

Sospecho que también rechazaría la reciente idea de conferir derechos a los ecosistemas, pues posiblemente pensaría que los únicos beneficiarios y fuentes del Derecho somos los humanos. Lo otro es un cuento para birlarnos la capacidad democrática de decidir sobre el uso del territorio: una vez logrado que el agua esté limpia y no huela mal, ¿usted preferiría nacras sin agricultura, ganadería y turismo o agricultura, ganadería y turismo sin nacras? Esa es la pregunta cuya respuesta tratan de privarnos los defensores de los derechos de los ecosistemas. Uno se pregunta también si habría que dar personalidad jurídica el volcán que está arrasando la isla de Palma (ese volcán es Naturaleza), o al protozoo de la malaria, que causa decenas de miles de muertes cada año (también es Naturaleza) y si no despierta simpatía la erradicación del virus de la viruela lograda en el siglo XX (ese virus también era Naturaleza).

No ha sorprendido al Aparecido que la ministra Ribera haya firmado la ILP para convertir el Mar Menor en sujeto de Derecho, pues conocida es su aversión a la agricultura intensiva y al trasvase del Tajo al Segura (sendas motivaciones de resonancias paleolíticas, cuando los sapiens todavía no habíamos inventado la agricultura ni los canales, cosa que los neandertales no hicieron nunca). Más notable es que también la haya firmado el presidente Sánchez. Si no se trata de un farolazo, y realmente el PSOE llegase a aprobar en el Congreso esa ILP (en contra de lo predicho por el Aparecido, lo reconozco), se entendería mejor por qué no hay dinero para obra pública correctora de la contaminación en esa zona en los inminentes Presupuestos nacionales. El señor Vélez, delegado del gobierno y futuro dirigente del PSOE regional, ha declarado que no es que no lo haya, sino que no sabemos buscarlo. Con gran prudencia, se ha abstenido de indicarnos cuáles son las partidas, y las cuantías, correspondientes a ese propósito en unos Presupuestos nacionales que, por lo demás, son beneficiosos para la Región, pues contienen partidas importantes para los submarinos y otras actuaciones, esas sí perfectamente identificables. Si la ILP prosperase no sería necesario mucho dinero para el Mar Menor porque se esfumarían casi todas las fuentes de contaminación, aunque a costa de sumir en la pobreza a muchas familias del entorno. Ya se adivina que esta será una de las próximas batallas conceptuales y políticas en la región y quizás en España, batalla en la que Vox entrará con fuerza. A desarrollar en un próximo pasico.

JR Medina Precioso

jrmedinaprecioso@gmail.com

Noticias relacionadas