tribuna libre / OPINIÓN

De pandemias y Cartagena

8/11/2020 - 

MURCIA. No pretende quien escribe quitar valor a ninguna de las vidas que se ha llevado la covid-19, antes bien sirva esta reflexión como homenaje y recuerdo a quienes se ha llevado esta pandemia y a todos los que luchan, luchamos, de una u otra manera contra ella y sus consecuencias nefastas y aún incuantificables.

Lo que sí busco es por medio de la metáfora abrir los ojos a cartageneros y curiosos sobre los devastadores efectos que ya percibimos en nuestro municipio. Y lo haré desde uno de los grandes interrogantes que tiene la comunidad científica: ¿Por qué el coronavirus covid-19 no afecta de la misma manera a todos los pacientes?

¿Cuánto pueden empeorar las cosas en Cartagena y por qué nos golpea de esta forma?

Uno no es médico, ni de lejos, pero sí conoce el compendio de factores de riesgo que Sanidad ha hecho públicos en este tiempo.

"La falta de infraestructuras ferroviarias y el pago de peajes por carretera son nuestras enfermedades cardiovasculares y respiratorias crónicas"

Y ¿saben qué? Cartagena y su comarca presenta la totalidad de estos factores, lo que hace que las perspectivas sean tan nefastas. Lo digo yo, pero verán que es fácilmente identificable. Una comparativa inquietante entre un organismo humano propenso, según nos dicen, a caer por coronavirus y una comarca con todo en contra frente a la pandemia y camino de una UCI saturada.

La falta de infraestructuras ferroviarias y el pago de peajes por carretera son nuestras enfermedades cardiovasculares y respiratorias crónicas, no me dirán que no lo notan cada vez que piensan en salir o alguien les cuenta la epopeya para llegar.

Tampoco nos privamos de la diabetes, cuya mayor muestra se da cuando henchidos hablamos de la trimilenaria y nuestras potencialidades sin ver lo que nos rodea.

El Mar Menor es, sin duda, nuestra enfermedad renal y el cáncer que no deja de crecer, el ombliguismo desbocado de Murcia que devora una comarca productiva como la nuestra para mayor gloria y expansión de una ciudad vecina que acaba con cuantas infraestructuras, proyectos e iniciativas sanas se cruzan en su camino.

Esto nos sucede porque año tras año estamos sin presupuesto, una inmunosupresión que nos provocan políticos serviles con sus partidos, estructuras convencidas de que el voto está en el área metropolitana de Murcia, y que franquician siglas en Cartagena sin atender a los cartageneros.

Es indispensable la desmemoria del votante, una afección neurológica que en Cartagena conocemos como en pocos lugares.

Todo ello aderezado de sobrepeso y obesidad, el que nos provoca engordar a base de humo y titulares que nos hacen carecer de vitaminas, minerales y aminoácidos, así mengua la Cartagena de verdad y crecen sus dirigentes.

En este ambiente político contaminado, rodeados de metales pesados y material radiactivo, el municipio no consigue crecer desde hace décadas por un plan de asfixia que la covid-19 ha acelerado.

Y, claro, cierra Zara, el hotel Príncipe Felipe, se traslada (sólo un poco) ICONO, todo ello sumado a cierres de empresas y comercios, medias aperturas de hoteles, pérdida de servicios de la administración y una sensación general de que caemos.

Algo de cabeza sacamos cuando somos capaces de resistirnos a que el Mercantil no venga a Cartagena, pero esos anticuerpos aún son exiguos frente a lo virulento del ataque. De hecho esta semana han ejecutado a la hostelería de la capital turística del Mediterráneo, la tabla rasa también nos toca.

Sin embargo les diré una cosa: Cartagena saldrá de ésta, lo hará poco a poco, no será sencillo, pero tengan la certeza de que saldremos.

El cómo salgamos y el evitar que la próxima nos pille con tantos factores de riesgo depende sólo de nosotros. No hay más receta contra la desidia y el conformismo que cuidarse, atreverse y luchar, aprendamos de la pandemia. Miremos por nosotros.


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