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El cierre de Zara y Rumbo muestra con crudeza la realidad que le espera al centro de Cartagena 

15/10/2020 - 

CARTAGENA. "Estamos inquietos, nerviosos y asustados, nos tememos que esta crisis va a ser mucho más profunda de lo previsto y ojalá nos equivoquemos". De esta manera se expresaba Antonio Sánchez, presidente del Centro Comercial Abierto de Cartagena después de conocer las noticias que auguran un futuro lleno de desazón para los pequeños y medianos comercios de la ciudad.

En el recorrido que comprende las calles Mayor, Puerta de Murcia, Carmen y Jabonerías, hasta diez negocios tienen en sus escaparates el cartel de 'Se Alquila'. La zona comercial por excelencia de la ciudad, donde más personas transitan a lo largo del día, el lugar en el que los turistas y visitantes pasean y toman un aperitivo en un bar o adquieren ropa o calzado en sus negocios se estremecía con el anuncio del cierre de Zara, uno de los grandes buques insignias en estos momentos en Cartagena.

Los pequeños negocios empiezan a sembrarse de dudas y las grandes franquicias toman nota de la determinación del gigante del que es propietario Amancio Ortega y con la decisión semanas atrás de Rumbo de hacer lo mismo en otro establecimiento de la calle Mayor de la ciudad. La crisis ha golpeado con la mayor de las crudezas a una ciudad en el que el turismo ha levantado la economía de negocios pequeños, bares y restaurantes. Es éste, el turismo, o más bien la falta del mismo, lo que ha provocado que algunos hayan echado el cierre y otros empiecen a pensarlo como la mejor opción antes de arruinarse del todo.

La revitalización como gran escenario museístico (más de medio millón de personas visitaron museos y yacimientos de Puerto de Culturas en 2019-, la aportación extranjera a través de los cruceros -cerca de 350.000 personas arribaron a la ciudad a través del puerto a lo largo de todo el pasado año-  y el impulso del turismo nacional ha sido un motor que ha transformado por completo la imagen de Cartagena en los últimos 15 años. Pero una pandemia como la vivida ha supuesto un auténtico terremoto en grandes y pequeños negocios. 

Juan José López, presidente de los hosteleros de Cartagena (Hostecar), explicaba a Murcia Plaza una realidad que a nadie se le escapa cuando sabe de la decición de Zara. "Es un símbolo de prosperidad y un termómetro perfecto que mide, cuando está presente, que las ciudades van bastante bien", admite López. "Nos preocupa, porque la sensación es de cierto desasosiego. Si ellos no ven que Cartagena es una plaza rentable, la preocupación es máxima para el pequeño comercio", añade el representante de Hostecar, quien prefiere pensar en otro aspecto que no sea el puramente económico "espero que sea motivado por otras causas y no solo las expectativas de la ciudad".

Antonio Sánchez, presidente del Centro Comercial Abierto de Cartagena, se refería a los mismos términos: "Estamos inquietos, nerviosos y asustados, nos tememos que esta crisis va a ser mucho más profunda de lo previsto y ojalá nos equivoquemos". No obstante, Sánchez prefiere ser optimista y añade que "de todas formas no perdemos la esperanza de poder seguir trabajando y mantener nuestras puertas abiertas".

Ana Correa, presidenta de la Confederación de Empresarios de Cartagena (Coec), admitía que el caso de Zara es el de una empresa "tractora, que atrae a la gente a esa zona de la ciudad que, de paso, visita el resto de comercios que surgen a su amparo", por lo que el anuncio de su marcha "preocupa y mucho. Cada vez que un negocio se cierra en una ciudad es una mala noticia. Hay una serie de puestos de trabajo que se pierden, con lo que conlleva para esas familias. Con las grandes empresas tienes el añadido que actúan de impulso para las demás, por lo que sin duda alguna que nos tiene que inquietar".

"Sabemos de la preocupación por el cierre y que afecta directamente al reclamo que tiene esta calle y su entorno para todo el mundo que visita esta zona", explicaba la alcaldesa de la ciudad, Ana Belén Castejón, preguntada por este asunto. "Vamos a tener fe en que estos planes no sean definitivos, porque es un negocio que sirve también para nutrir a otros. No obstante, trataremos de no desanimarnos, en el caso de que se confirme de forma definitiva, porque nunca se puede descartar que pueda venir otra firma".

Los más pequeños han sido los primeros en tener que adoptar esta decisión. Algunos bajos comerciales de esta zona llevan semanas con el cartel de se alquila, sin que nadie se haya interesado lo más mínimo en poner en marcha otra propuesta comercial. La incertidumbre se ha convertido en el peor enemigo de los empresarios: sin esperanza todo se paraliza y en estos momentos el viento no es favorable.

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