Barlomar y la altura de miras

MURCIA. Nada cuesta más en política que adoptar medidas pensando a años vista. Una mirada a largo plazo no suele dar réditos electorales ante una sociedad impaciente, o más bien necesitada de que le den soluciones inmediatas. Vivimos presos del momento, del último tuit, de la noticia más reciente. Del hoy, y nunca del mañana. También la actualidad lo pone difícil: cómo ir más allá cuando irrumpe una pandemia mundial o una guerra en Ucrania. Por eso es de celebrar que iniciativas como Barlomar contengan ese poso de distancia que otorga el tiempo. 

Pero ello no implica que este proyecto esté exento de la mirada crítica de la sociedad civil. El foro que este diario organizó tenía como fin intentar aportar un poco más de luz y abrirse a la sociedad. Entre los asistentes al acto, el portavoz de MC Cartagena, José López, tomó la palabra y, "sin ánimo de criticar, sino de dar un primer paso", tuvo a bien reclamar una participación real de la ciudadanía. "Estaría bien una consulta a los cartageneros para saber qué quieren", planteó no sin razón. La alcaldesa recogió el guante: "Pues estoy de acuerdo", respondía Noelia Arroyo al tiempo que se comprometía a desarrollar un proceso participativo "para que no haya ningún tipo de rechazo social". Se agradece cuando la política adopta ese tono constructivo, lejos de la crispación que no sirve para nada.

Barlomar tiene todos los mimbres para sacar del letargo que afronta la Región de Murcia en ciertos ámbitos relevantes. Sirva como ejemplo que actualmente, con las vigentes instalaciones portuarias, el 92% de los buques de la flota de las 20 navieras más importantes del mundo no pueden acceder al Puerto. Pasan de largo. Esto es una flagrante desventaja competitiva con respecto al resto. "Ahora mismo tenemos una terminal de contenedores de juguete", enfatizaba la presidenta del Puerto, Yolanda Muñoz, que detallaba que el actual tráfico de contenedores de Cartagena apenas supone el 0,35% de todos los millones que se mueven en España.

No habrá tampoco que relajarse con los plazos. Una excesiva burocratización, que ralentice todo el proceso, no ayuda tampoco a esta Región, cuyas hemerotecas están repletas de proyectos que se retrasaron en el tiempo (verbigracia, el AVE). La presidenta del Puerto explicó que, si todo sigue su curso, en 2024 empezarían las obras. "Y está previsto que terminen en 2030", indicó. Estas estimaciones significan que cuando Barlomar vea la luz muchos de los políticos que hoy lo impulsan ya no estén para arrogarse la medalla. 

Ahora el proyecto traza la tramitación ambiental, otro asunto clave y que nunca se debe desdeñar. El informe conocido este viernes del Instituto Español de Oceanografía sobre el macropuerto de El Gorguel pone de manifiesto los riesgos medioambientales que pueden acarrear estas iniciativas. No debería haber dudas en ese sentido, ni en Barlomar ni tampoco en El Gorguel. Dos proyectos que, como así se remarcó en el foro, son complementarios. 

"Es la mejor inversión que pueden hacer Cartagena y la Región", comentaba un empresario caravaqueño afincado en la ciudad portuaria, presente en el foro. "Tengo que mandar camiones a Valencia para recoger la mercancía". Por falta de necesidad no será. Están previstos 10.000 puestos de trabajo, entre empleos directos e indirectos. Si Barlomar avanza y se culmina, supondría, entre otras lecciones, el ejemplo de que la política con altura de miras existe y es real. Es una oportunidad espléndida. Hagámosla bien.