MURCIA. Caballitos de cartón piedra, peonzas, figuras de animales, las clásicas muñecas 'peponas', coches... Juguetes de todo tipo con los que se lo pasaban en grandes niños de otras épocas -concretamentes, desde los años veinte hasta los ochenta- forman parte de la colección del pachequero Carlos Fuentes Zambudio (Balsicas), que ha llegado a reunir cerca de mil de estos artículos. Una selección de esta colección se expone en el Museo Ramón Gaya de Murcia, bajo el título Juguetes Jugados y hasta el 17 de enero, coincidiendo con estas fechas navideñas en las que se busca despertar la ilusión de los más pequeños.
La colección de Carlos Fuentes no presenta un hilo conductor -según explica el museo-, presentándose juguetes, algunos con más de un siglo de antigüedad, creados con materiales como hoja de lata, tela, madera, plástico o celuloide. Otros juguetes, con una historia más reciente, despertarán los recuerdo de muchos de los visitantes.
Carlos Fuentes contaba en una conversación con Murcia Plaza que ya de pequeño acompañaba a su padre a mercadillos en busca de piezas de loza de Cartagena, por lo que siempre ha tenido ese gusanillo por las antigüedades. Pero fue a raíz de unas Navidades, en las que regaló a cada uno de sus cinco hermanos un juguete antiguo relacionado con su infancia, que se puso en serio con esta afición que ha ido nutriendo con adquisiciones en distintas ferias y páginas de segunda mano, así como con regalos de sus conocidos. Ha ido fotografiando y documentando todas estas piezas, muchas de ellas auténticas joyas.
En su afán coleccionista, ha prestado especial atención a la artesanía murciana. En este sentido, recordaba que en Murcia había una importante tradición de fabricación juguetera, detrás de la que en muchas ocasiones estaban artesanos del belén, que también trabajaban con cartón piedra. Así, en su colección hay piezas elaboradas por Emilio Gil Moreno, Francisco Peña Torres, Séiquer, Gracimart o Tecón.
El propio director del Museo Gaya, Rafael Fuster, recordaba que el hombre colecciona objetos desde sus comienzos y, ya desde la época de las 'cavernas', atesoraba conchas, piedras, huesos que tallaba y que posteriormente agrupaba por su color o tamaño, e incluso otros objetos con fines espirituales con los que se enterraba en sus funerales, para llevarlos consigo a la otra vida. En civilizaciones posteriores, se coleccionan idolillos de metal o barro, anillos, cerámica, etc.
Pero también, las colecciones están sujetas al poder adquisitivo del individuo, ya que por ejemplo al alto precio pagado por adquirir coches o motos antiguas hay que sumarle el coste especializado de su restauración. Pero el coleccionismo en sí, no está ligado necesariamente al dinero. Las cajetillas de tabaco, los botes de cerveza, chapas, abridores, dedales, botellas de licor vacías, imanes de nevera, etc., son objetos económicos y fácilmente acumulables.
La iniciativa del Ramón Gaya no es única, ya que muchos museos e instituciones han tenido la iniciativa en algún momento de plantear una exposición sobre los juguetes, en algunos casos muy genérica o en otras ocasiones de temática muy precisa, como la que hace unos años se le dedico en El Museo del Traje en Madrid, y que versó sobre el mundo del circo, o aquellas que abordan el juguete relacionado sobre el mundo militar, el de la locomoción, el de muñecas y sus indumentarias, etc.