Cambio de tercio oscuro y criminal. Who Editorial anticipa con su nombre una de las preguntas clave de un género, who-dunit, quién lo hizo, igual de esencial que el cómo. Respecto a esta última cuestión se ha creado un subgénero en sí mismo, el del crimen imposible, en el que destaca Paul Halter, autor de La cuarta puerta, que publica Who con traducción de Manuel Navarro Villanueva: una mujer es hallada muerta en el ático de su propia casa víctima de múltiples cortes y en una habitación cerrada en la que nadie puede haber entrado y de la que nadie puede haber salido. Sin duda esta premisa habrá provocado una respuesta muy humana en el lector, la necesidad de descubrir todas las uves dobles alrededor de tan inquietante suceso: no se arrepentirá de ponerse el traje mental de detective para adentrarse en esta historia. Seguimos en el mismo sello: frente a nosotros un castillo en las Highlands escocesas, y una muerte, la del miserable, avaro e indeseable Ranald Guthrie, aparentemente un suicidio, aunque a tenor de su errático comportamiento en las postrimerías de su vida, cabe la posibilidad de un plan diabólico. Hablamos de La torre y la muerte, de Michael Innes, con traducción de Tino Navarro Villanueva, obra maestra del género en su vertiente más intelectual escrita de un modo brillante: francamente da gusto dejarse llevar por su prosa, por su tono y su ritmo, ya desde la primera página. Sensacional.
En el territorio de lo oscuro se enmarca también la actual Llevar en la piel (Nocturna Ediciones), de Antonia Lassa con traducción de Luisa Etxenike: en sus páginas se desarrolla la investigación en torno al asesinato de una anciana millonaria que aparece brutalmente asesinada en Biarritz, en un apartamento alquilado por ella misma y con unas extrañas marcas en la piel que parecen ser patrones para dar con las respuestas necesarias para desentrañar la realidad tras la apariencia. Una muy buena primera incursión en el género de una autora, por otro lado, con un amplio y exitoso recorrido en la literatura desde diferentes ángulos. Es de Nocturna (con traducción de Ricardo García Pérez) el mérito también de haber publicado Diana Tempest, la novela más célebre de Mary Cholmondeley, que narra los acontecimientos que siguen a la muerte del cabeza de la adinerada familia Tempest, una historia acerca de la ambición irresponsable que pueden (y suelen) despertar las herencias en la que se entreveran amor y crítica social con una subtrama policiaca, todo ello envuelto en la elegancia literaria característica de una de las grandes novelistas inglesas.
Vamos ahora, cómo no, a los relatos, y lo hacemos con los dos volúmenes que La Navaja Suiza Editores ha dedicado a Frank O’Connor, esto es: Huéspedes de la nación y otros relatos y El genio y otros relatos (ambos con traducción de Daniel Morales). El irlandés ha sabido captar como nadie la esencia de su país, en el amplio sentido de lo que significa país, de donde procede paisaje: en estas dos colecciones de historias encontraremos el omnipresente yugo de la Iglesia, el inevitable arraigo de la culpa, la complejidad de los lazos familiares —quién sabe si más estrechos y lacerantes en las islas—, infancia, desigualdad, perdón y fracturas, y un influjo a modo de hilo que es parte del tejido de lo que hoy consideramos que es el relato, y cómo hay que escribirlo. Un gran regalo para estas Navidades, o para cualquier momento, serán también los Cuentos rusos clásicos publicados por Akal con las ilustraciones de Sara
Morante. Siete relatos que son pura historia de la literatura y que se disfrutan de un modo muy especial en esta fantástica edición. Ilustrado ha sido también el curioso ¿El gato se comerá mis ojos? (Capitán Swing con traducción de Silvia Moreno Parrado), de la agente funeraria y escritora Caitlin Doughty con ilustraciones de Dianné
Ruz: en él, la autora da respuesta a treinta y cinco preguntas relativas a los cadáveres planteadas desde la sorprendente —por los enfoques que adopta— curiosidad de los jóvenes. Y antes de marcharnos del mundo ilustrado, y aprovechando el rejuvenecimiento de los lectores en este punto del artículo, para los más pequeños (de 3 a 8 años) es El País de los Cocodrilos Tristes (Batidora Ediciones), con textos de Miguel Alayrach e ilustraciones de Sara Bellés, una historia para transmitir que aunque a veces no lo parezca, siempre hay algo que se nos da bien y que nos hace felices.
Alcanzamos la recta final de este artículo: en esta librería ya presentamos Los buscadores de Loto de la fascinante Charmian
Clift; en el catálogo de Gatopardo, con traducción de Patricia Antón, se encuentra también la historia autobiográfica que la antecedió, Cantos de sirena, y que narra los inicios de la increíble apuesta de una pareja de jóvenes escritores que deciden dejarlo todo atrás para empezar una nueva vida en las islas griegas, en una época en la que poco tenían que ver con lo que son ahora. Los mapas de la ira (Olé Libros) es la primera novela de Víctor Roca, una ópera prima que apunta sin duda a una carrera literaria prometedora en el terreno de la aventura: en ella somos testigos de los hechos que suceden en dos líneas temporales —año 1858, Estados Pontificios y Lourdes, año 1982, Valencia como escenario de un asesinato con difícil explicación—, cuya conexión elabora con gran talento el autor, quien además borda la narración con una referencia musical bowiana que sintetiza a la perfección el talante de Roca como escritor.
Por último, Winston Churchill y su época. El político bipolar, de Juan Ignacio Domínguez García de Paredes, una obra monumental acerca de una de las mentes y las biografías más extraordinarias y complejas del siglo XX: publicada por Sílex, ahonda con rigor en una figura en demasiadas ocasiones distorsionada, cuando no caricaturizada, a la que se le pueden y se le deben atribuir enormes aciertos y errores que se encuadran en etapas diferentes, cuyo trasfondo y motivos el autor analiza en profundidad, construyendo una obra lúcida y sin duda, de referencia.
Y hasta aquí, al menos, por ahora. No hace falta que te hayas portado bien.