EL PASICO DEL APARECIDO  / OPINIÓN

Romance inhumano de Miras y Ballesta

28/03/2021 - 

CARTAGENA. /En sede cartagenera, do votan los diputados, se decide una moción, que Conesa ha pergeñado/ Ajenos échente, Miras; ajenos, que no afiliados; con los votos podemitas y algunos de ciudadanos/ Porque me apoyó Vidal, no me tengo por honrado; porque quiso censurarme, me tengo por afrentado/ Si tú me expulsas por uno, yo te alejaré por cuatro; esos plazos son tan largos, que a Conesa han espantado/ Ya se parte el aspirante, sin a Valle haber captado; va camino del Segura, a encontrarse con Serrano/En la sede del Segura, do a Coello vacunaron, las tres fuerzas ya citadas a Ballesta han arrojado/ Que todos pacten con todos, gran confusión ha creado. Los votantes, sorprendidos, buenas notas han tomado/.

"Miras se había apresurado destituir al consejero vacunado, pero Ballesta se obstinó en mantener al inmunizado edil Coello"

Inspirados en el romance de la jura del rey Alfonso por el Cid en Santa Gadea de Burgos, estos ripios invitan a preguntarse por la diferencia entre los resultados de las dos mociones. Resulta tentador atribuirla a lo que el novelista Graham Greene llamó El factor humano. En efecto, los cuatro diputados de Cs que no apoyaron la de la Asamblea Regional estaban enfrentados a la consejera ciudadana Vidal, mientras que los cuatro concejales que apoyaron la del Ayuntamiento habían chocado con el alcalde. Además, Miras se había apresurado destituir al consejero vacunado, pero Ballesta se obstinó en mantener al inmunizado concejal Coello, lo que dio al ciudadano Gómez una buena excusa para censurarlo. Y digo bien excusa, pues el Aparecido se recela que lo habría hecho aun con Coello destituido: Gómez venía deslizándose, desde un principio, por la pendiente de la crítica, y quizás de la ambición. Y, aunque lo niegue, ha necesitado los votos del confederal Podemos para salirse con la suya. Puro factor humano.

La principal excusa argüida por las tres fuerzas, socialistas, podemitas y ciudadanos, para presentar las mociones es un clásico: luchar contra la corrupción. En la reunión donde se conminó con urgencia a los cargos públicos de Cs a firmar ambas mociones, el concejal ciudadano Rex insinuó que mal podrían presentar un plan creíble contra la corrupción si el dirigente socialista estaba siendo investigado por corrupción en esos momentos, escrúpulo que cortó en seco Cuadradogoff, el correo de la zarina, aduciendo que con melindres así no lograrían jamás cumplir su papel de partido bisagra. Si Rex calló, el Aparecido todavía está preguntándose qué habría dicho Julio Verne.

El resultado del enredo es que Ballesta, un médico defensor de Murcia a ultranza, se ha visto sustituido por otro médico, Serrano, cuya aportación a la ciudad veremos en breve. Ambos ejercen una profesión honrosa (a la que debo la vida) y habían destacado sin ocupar cargos políticos. Consolador. Por el contrario, abordar el historial profesional del ciudadano Gómez nos conduce directamente al primer Wittgenstein, para quien "de lo que no se puede hablar es mejor callarse", si bien el Aparecido siempre prefirió al segundo, el que opinaba que, después de todo, lo más interesante acaso fuese aquello de lo que no se podía hablar. Pues, por inverosímil que parezca, ese filósofo se adornaba con una encubierta aura mística. Lo notemos o no, esa dimensión nunca falta en el factor humano.

También cuenta, y mucho, el factor inhumano, la diferencia entre la regulación legal por la que se rige la región y la que opera en el ayuntamiento. El legislador estableció en la región un delicado equilibrio entre la facultad presidencial de disolver la Asamblea, la capacidad de los grupos de diputados de presentar mociones de censura, y, terciando, la libertad de cada diputado de votar en conciencia. De ese modo, ni el presidente quedaba rehén del parlamento, ni éste de aquel, ni cada diputado lo sería de lo que decidiesen las cúpulas de los partidos. Admirable juego de contrapoderes que ha permitido a Miras conservar la presidencia y a algunos de los diputados que lo mantuvieron ser nombrados consejeros sin objeción legal alguna. Es lo que ha venido en llamarse "el mercadeo político", no menos patente en la coalición perdedora, donde una consejera iba a pasar a presidenta y varios diputados rasos, incluido alguno de Vox, a consejeros.

La cosa era muy distinta en el ayuntamiento. La ley de bases del régimen local declara, en su artículo 1, que los municipios son "cauces inmediatos de participación del ciudadano en los asuntos públicos". Nótese la sutileza: los medios de participación de los ciudadanos son los partidos en la nación y en sus regiones, pero en las ciudades y pueblos lo son directamente los municipios. De hecho, es mucho más asequible constituir una agrupación transitoria de electores para concurrir a las elecciones municipales que hacerlo a las españolas y a las regionales. Y, mientras que cada diputado debe estar adscrito obligatoriamente a algún grupo parlamentario, aunque sea al Mixto, en los ayuntamientos se contempla la figura del concejal no adscrito.

Todavía más importante: los grupos de concejales pueden censurar al alcalde, pero él no puede convocar elecciones por anticipado y, para compensar esa desigualdad, el artículo 73.3 de la citada ley de bases dispone que "los derechos económicos y políticos de los miembros no adscritos no podrán ser superiores a los que les hubieran correspondido de permanecer en el grupo de procedencia", tres líneas más eficaces contra posibles tránsfugas que toda la verborrea del pacto antitransfuguismo. En efecto, cualquier ventaja que pudiese pactar algún concejal egoísta solo podría materializarse en el siguiente ciclo electoral y, como es bien sabido, las gratificaciones en diferido son menos motivadoras que las inmediatas, regla que explica las conductas de los ludópatas y los estudiantes perezosos.

JR Medina Precioso

jrmedinaprecioso@gmail.com

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