CARTAGENA. No podemos dar un paso atrás en políticas verdes, ya que, si reverdecemos las ciudades, salvaremos muchas vidas, porque las zonas verdes son claves para la mitigación y adaptación al cambio climático. Por eso, en salud, es más importante el código postal que el código genético, ya que el barrio determina tu bienestar o tus enfermedades.
El cambio climático es un grave problema ambiental, social, económico y político, con impactos negativos en las personas y en la seguridad global. Está causado por la actividad e inacción humana. Además, es ubicuo (está en todas partes), con efectos muy opuestos (Olas de calor y de frío simultáneamente en distintas zonas del planeta), y es un fenómeno exponencial.
Los siguientes datos demuestran la gravedad de las olas de calor en las ciudades:
- Con el cambio climático las olas de calor serán cada vez más intensas, frecuentes y de mayor duración.
- Según Unicef, en la última década han aumentado mucho las consultas por calor en las Urgencias de Pediatría.
- La mortalidad por calor ha aumentado un 30% en los últimos 20 años en la UE.
- Más del 4% de la mortalidad estival en las ciudades europeas se debe a las islas de calor urbanas.
- 43.000 personas mueren prematuramente, al año, en la UE, por falta de zonas verdes.
- Más de 61.000 muertes en la UE por calor en 2022, de ellas 11.324 en España.
- La NASA alerta de que España superará los 50 °C y sufrirá olas de calor más extremas por el cambio climático.
- La Fundación Renovables reitera que los beneficios de renaturalizar las ciudades son más efectivos y menos costosos que otras medidas de adaptación a la crisis climática.
- Las olas de calor empeoran la salud mental, disparan las visitas a los servicios de emergencia psiquiátrica, aumentan la violencia y conflictos humanos, incrementan la irritabilidad personal un 4% y la grupal un 14%, el calor nocturno quita 58 horas de sueño al año, y por cada grado que sube la temperatura, el riesgo de infarto aumenta un 30%.
Un factor muy perjudicial para la salud en las olas de calor es la humedad, ya que temperatura y humedad forman un cóctel mortal. En ambientes húmedos disipamos mucho menos calor. Con una humedad elevada y sin hacer ningún esfuerzo, bastan 35 °C para morir en poco tiempo. Así, por ejemplo, con 34 °C, y una humedad del 50%: No hay peligro. Con un 70%: Hay peligro. Y con un 85%: Hay peligro extremo.
Las islas de calor en las ciudades producen un sobrecalentamiento por varias razones:
- Los materiales con los que están construidas tienen alta inercia térmica y almacenan mucho calor, y, por la noche, lo radian lentamente, elevando las temperaturas nocturnas.
- Sus materiales son oscuros (asfalto, hormigón…), y apenas reflejan las radiaciones del sol recibidas, acumulando más el calor que la tierra y las plantas.
- La elevada densidad humana de las ciudades contribuye al calentamiento, por sus actividades (combustibles fósiles del transporte, aire acondicionado…), y ese calor, acumulado en la ciudad, no se disipa a un ritmo adecuado.
Según The Lancet, 1/3 de las muertes por islas de calor podrían evitarse plantando árboles en un 30% del espacio urbano. Por eso, es tan importante reverdecer la ciudad.
Medidas para reverdecer las ciudades y paliar el efecto isla de calor:
- Mayor superficie de arbolado, jardines y espacios sin asfaltar.
- Edificios de colores claros y pavimentos porosos también claros: Reflejan más la luz y se calientan menos. Los pavimentos porosos favorecerán la infiltración de agua y atenúan las inundaciones.
- Cambiar de paradigma y diseñar las ciudades para las personas y no para los coches: Potenciar un transporte público de calidad.
- Ajardinar los tejados de las viviendas: Ahorran energía, dan sombra, mejoran la climatización de los edificios, absorben el 80 % de la lluvia (atenúan problemas de inundación), reducen las temperaturas urbanas, filtran los contaminantes, y los ruidos. Además, el agua que se evapora durante la evapotranspiración enfría el aire y logra un descenso de 3 a 6 °C. En Canadá, Dinamarca, Suiza y Francia exigen a centros comerciales, institucionales…, techos llenos de plantas.
- Jardines verticales ante la falta de espacio en las ciudades para plantar árboles.
- Rodear las viviendas de vegetación autóctona en lugar de cemento o asfalto: Disminuyendo la acumulación de calor y evitando un importante consumo de agua (las plantas autóctonas necesitan poca agua). No cultivar césped, que necesita mucha agua, en un país que se desertifica cada año más y escasea el agua.
- Otras medidas bioclimáticas: Plantar delante de las viviendas árboles de hoja caduca al Sur (entra la luz solar en invierno y protegen del calor en verano), y detrás árboles de hoja perenne al Norte (protegen de los vientos fríos del invierno).
- Colocar pérgolas y tejados solares: Aportarían sombras para las personas y electricidad barata y limpia, para las viviendas.
Beneficios de las zonas verdes en las ciudades:
- Mejoran la salud física y mental.
- Reducen riesgo de cáncer y enfermedades cardiovasculares: Disminuye un 16 % el riesgo de ictus, y vivir a menos de 300 m de un parque reduce el riesgo de cáncer de mama.
- Reducen la depresión y la ansiedad y mejoran el ánimo
- Menor riesgo de osteoporosis, al disminuir la contaminación del aire.
- Incrementan la longevidad.
- Los niños tienen un coeficiente intelectual más alto, y mejoran la función respiratoria. Los colegios rodeados de zonas verdes tienen mayor rendimiento escolar, los niños tienen más capacidad memorística y de atención…
- A mayor número de árboles en las ciudades, menos muertes por calor.
- Además, reducen los ruidos, aportan oxígeno, absorben CO2, dan sombra, retienen la tierra y el agua, limpian el aire de contaminantes, y reducen el daño por polvo atmosférico.
No quisiera terminar, sin mencionar los refugios climáticos, que son espacios en edificios públicos o exterior que ofrecen confort térmico durante las olas de calor, al estar climatizados o posibilitar estar al fresco. Pueden ser parques arbolados, bibliotecas, centros cívicos, museos, escuelas e iglesias...
Pese a todo, recordemos que, actualmente, a nivel mundial, las muertes por frío (363.809), son muy superiores a las muertes por calor (43.729). Por lo que los Planes de Prevención para el frío siguen siendo imprescindibles.
Finalmente, debemos ser conscientes de que ante el cambio climático no debemos admitir mentiras reconfortantes, ni teorías conspiranoicas, ni bulos…; por el contrario, debemos aceptar las verdades que aporta la ciencia, hoy en día, por muy incómodas que sean. Por eso, es crucial que los ciudadanos tengamos muy en cuenta que para salvar el planeta no basta con plantar árboles, hay que cambiar a los políticos negacionistas. Porque, como dice F. Valladares (científico del CSIC), “Lo que necesita el mundo no es conformismo sino rebelión ante lo que no funciona”.
Cayetano Gutiérrez Pérez
Catedrático de Física y Química
Divulgador Científico Freelance, escritor y conferenciante