CRÓNICA POR LOS OTROS / OPINIÓN

Y que cumpla muchos más...

Con la celebración de una vuelta más al sol ¡ya van 46!… Hago de nuevo una reflexión y balance vital inevitable cada vez que cumplo años. Las alegrías, las penas, los problemas, la importancia de las pequeñas cosas, el día a día y aprender a vivir el presente sin grandes proyecciones de futuro… Y todo esto, con la banda sonora del clásico tema de Joan Baez, “Gracias a la Vida… que me ha dado tanto”. 

15/08/2023 - 

El otro día en una conversación entre amigas, amigas de verdad y amigas del alma, salió a la conversación nuestras realidades, nuestras alegrías y nuestras penas…  y cómo deberíamos evaluar lo que entendemos como “nuestros problemas”, el concepto o la palabra en sí ¿Tenemos problemas de verdad? ¿Nos los creamos nosotras mismas? ¿Es el propio sistema el que genera la sensación de tener un problema cuando lo que tenemos son realidades de la vida que quizá no las esperamos y simplemente hemos de gestionarlas? ¿Llamamos problemas a las realidades que no esperamos? 

Acudo al diccionario, a la RAE, para partir al menos de una punto de partida lo más objetivo posible, su denominación, y encuentro varias definiciones que podrían valer. Por ejemplo “cuestión que se trata de aclarar”, “proposición o dificultad de solución dudosa”, “disgusto o preocupación”… 

Y dese aquí parte mi reflexión y mi opinión de hoy. ¿Qué entendemos como problemas cuando partimos de una base de bienestar generalizado con las necesidades básicas cubiertas? ¿Son problemas nuestras preocupaciones o gestiones complicadas de la propia vida? ¿Tenemos derecho a quejarnos o a pensar que tenemos problemas cuando tenemos salud, una familia, un trabajo y una vivienda? ¿Hablamos de la terrible etiqueta  “problemas del primer mundo”? 

Cuando partimos de una base de bienestar básica (entendido desde el prisma las necesidades básicas cubiertas) comienza un debate de dónde están o de dónde vienen los problemas que identificamos como tal. No seré yo quien se atreva a definir los problemas de otras vidas o qué debería ser un problema, ni restarle la gravedad a los problemas del primer mundo solo por el hecho del contexto de bienestar donde nacen. Lo que para mi puede ser un problema, para la persona que tengo enfrente puede no serlo En cualquier caso seamos más o menos optimistas y vitalistas ante la vida no nos exime de trabajarnos cada persona nuestra gestión emocional, herramientas y actitud ante la vida es vital , imprescindible, básico y más sano para nosotras y nuestro entorno. 

Cada persona identifica y entiende los problemas  según su enfoque y su contexto pero en el momento que una realidad determinada la sintamos como problemas no hay nada que debatir. Fin del debate.

La cuestión es que vivimos en una vorágine que no nos deja pensar, reflexionar ni analizar realmente qué es la vida, las cosas importantes de ella y qué se entiende como problemas o simplemente son realidades de una vida cualquiera o del día a día . 

Yo personalmente soy muy amiga de las terapias y de los fármacos, si se precisan, de las personas profesionales que en momentos vitales complicados nos ayudan a entender la situación y nos pueden dar herramientas para encontrar la estabilidad emocional que necesitamos en esta vida. La cuestión y lo que me lleva esta reflexión es que según dictan los terapeutas, en ocasiones, depende de cada persona la cantidad de problemas que queramos tener o entender que tenemos. Depende de cada mirada y de la manera de gestionar las realidades complicadas o no esperadas que nos depara la vida. 

¿Qué pasa cuando la vida nos acerca realidades que no esperamos, que no pensábamos y que no planificábamos? En estas situaciones la actitud vital, la capacidad de gestión y las ayudas y apoyos que tengamos cerca son vitales para poder encajar estas realidades que no esperamos.

Una realidad  determinada se puede transformar en problema según el grado de optimismo o negativismo que hayamos desarrollado;  y  según las herramientas y redes humanas, económicas y sociales  que dispongamos en nuestro entorno.

Y estas realidades pueden venir tanto de noticias duras y tristes como de  noticias bonitas, positivas y alegres. Lo importante es saber encajarlas y realmente pensar si son problemas que no tienen solución o si son realidades que no esperamos y que necesitan de tiempo y una capacidad de gestión resolutiva para salir adelante. La gran diferencia en mi opinión radica aquí. En si existe o no una solución a lo que llamamos y entendemos como nuestro problema. 

Cantidad de autores, libros , terapias, etc. nos indican que la vida deberíamos entenderla como los momentos de felicidad y los momentos de tristeza, la vida son las sumas y las restas de las personas que queremos, la vida son los proyectos de vida cumplidos y lo que se quedan en el camino… parece que estamos preparados para gestionar lo bonito de la vida pero no los palos de la misma.

Nos creemos con el derecho de exigir y presuponer que la vida son las cosas bonitas que nos pasan, y con el derecho de sentirnos víctimas de ella cuando la vida nos azota con sucesos que no esperamos y no nos encajan. 

Hoy cumplo 46 años y tango la sensación que la vida se me escapa más rápido que nunca, que le faltan horas a mis días, días a mis meses, y meses a mis años. Que la edad biológica que tengo no se corresponde con el momento vital que vivo, que mis tres hijas me quitan años de encima a un ritmo de vértigo porque me hacen sentir más joven que nunca aunque al mismo tiempo, cuando las miro y las veo crecer,  siento el paso del tiempo como nunca. 

Hoy especialmente me siento agradecida a esta vida que tengo. Me siento una persona privilegiada especialmente por tener salud y la familia que tengo, porque la vida me sonríe. Lo que me lleva a sentirme al mismo tiempo una persona desagradecida cuando encuentro problemas donde hay solución, y, especialmente, por ahogarme a días yo sola con toda la red familiar y de amistad que me apoya y me sostiene a día de hoy. 

A veces me gustaría poder detener el tiempo... Mi deseo cumpleañero pasa por aprender a gestionarlo de otra manera, de manera que me permita  disfrutar de mi familia sin este ritmo vertiginoso de mi día a día, del placer de las pequeñas cosas, de las pequeñas decisiones, de cada momento que vivo con las personas que quiero… me gustaría dar calidad de vida a mi familia, darles más alegrías que disgustos, agradecerles con más amor y muchas sonrisas todo lo que me dan, poder acompañar a mis padres en su vejez y a mis hijas en su infancia que empieza ahora. Ojalá la vida me regale muchos años …  Y que cumpla muchos más! 

La semana que viene… más! 

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