MURCIA. ¿Qué PSOE eres hoy?, se preguntaba esta semana María Marín, la diputada de Podemos en la Asamblea Regional. PSOE y Podemos son dos aliados naturales por su condición de partidos de izquierdas. Ambos tienen una diana común en la Región de Murcia (Fernando López Miras, o sea, el PP) y comparten asiento en el Consejo de Ministros. Sin embargo, su relación, siempre complicada, nunca plácida, no atraviesa su mejor momento. La polémica de las macrogranjas de Alberto Garzón, que nació a través de un tuit de un dirigente del PP (Alfonso Fernández Mañueco) sobre una entrevista en The Guardian que había pasado sin pena ni gloria, ha evidenciado las diferencias entre socialistas y morados. Han saltado chispas entre ambos, con Pedro Sánchez marcando distancias, lamentando "las palabras" de su ministro y con Luis Planas desautorizando a su colega de Consumo frente a un Garzón que enarbola la bandera contra la ganadería intensiva, secundado por Pablo Iglesias y la "estrategia del bulo" desde su tribuna en los medios de comunicación.
Este disgusto se ha trasladado también a la Región. Especialmente se ha sentido en las filas moradas, que han verbalizado su enojo por la posición de los socialistas, mientras que en el PSOE guardan silencio, sin querer polemizar públicamente con su socio de Gobierno en España y compañero de faenas en la oposición regional. No hubo palabras del PSOE contra Podemos, pero sí un gesto, muy significativo, que ha molestado en el seno morado: no respaldaron sus enmiendas a los Presupuestos. "Nos lo esperábamos del PP y los tránsfugas, pero no del PSOE", reaccionaba un "desconcertado" diputado morado Rafael Esteban. "Las enmiendas contenían reivindicaciones defendidas por el PSOE", aducía el parlamentario, que elevaba su tono ante los socialistas: "Si el PSOE va a servir como muleta de López Miras, aviados vamos los ciudadanos de la Región", clamaba.
El rechazo fue una sorpresa, pero no una casualidad a juicio de los morados: "Se produce en un contexto de cierta tensión. El PSOE ha sido completamente desleal con las declaraciones del ministro Garzón", opinaba Esteban. Tampoco era el primer choque. Recientemente, Podemos se quedó estupefacto al comprobar que el Congreso de los Diputados, con el voto del PSOE incluido -junto con PP y Vox- daba luz verde a la retirada de la reforma del Estatuto de Autonomía. Los mismos socialistas que, junto con los morados (y también Ciudadanos), habían planteado enmiendas para corregir el texto -que fue lo que desencadenó que el PP y sus socios maniobraran para retirarlo- acabaron aceptando la petición de la Asamblea, dado que no tenían más remedio que "limitarse a cumplir el procedimiento establecido", como así lo justificó el PSOE. "Eso es falso", respondía, contrariado, Javier Sánchez Serna, el líder regional de Podemos y precisamente uno de los miembros de la Mesa de la Cámara Baja. "Había irregularidades en el procedimiento. El daño lo hace la falta de valentía [del PSOE]", recriminaba.
El PSOE regional ha decidido mantener perfil discreto en esta polémica. "No vamos a salir a comentar nada de esto", señalaban desde Princesa a este diario. "Preferimos centrarnos en la reforma laboral y sus buenos efectos para la Región", subrayaban sobre una reforma que, dicen, "reducirá la precariedad, la temporalidad y el desempleo en una Región en la que uno de cada diez contratos son temporales". Pero desde Podemos volvían este sábado a mencionar a los socialistas, precisamente desde el tema central que los ha dividido: las macrogranjas. Sánchez Serna, que se desplazó a Caravaca de la Cruz, pedía al líder de los socialistas, José Vélez, que se desmarcara de posiciones como "los Lambán y los Page" y apoyara una moratoria para frenar "cualquier nueva instalación de cría intensiva de ganado" en el Noroeste.
En el horizonte aparecen las elecciones de 2023, cada vez más próximas. PSOE y Podemos, aunque aliados, también compiten por el mismo espacio electoral: el centro izquierda. No es el bloque más amplio en la Región, tradicionalmente conservadora y en la que siempre se ha dicho que los partidos de derechas aglutinan el 60% frente al 40% de las fuerzas progresistas. Las encuestas tampoco dibujan un panorama halagüeño: el último barómetro del Cemop auguraba 17 escaños para los dos partidos, lejos, muy lejos de los 23 de la mayoría absoluta. El sondeo fue recibido como un palo en Princesa, dado su estancamiento para un partido que ganó los comicios en 2019, y como una alegría en el cuartel general de Unidas Podemos, ya que les otorgaba grupo propio en la Cámara.
Está por ver cómo se desenvolverán ambas formaciones en la carrera preelectoral. De momento el 2022 empieza con roces que minan el feeling entre ambos. "Me pregunto de qué lado se orientará el PSOE cuando lleguen las grandes cuestiones y los grandes retos de nuestra Región", inquiría Esteban. O como así decía María Marín esta semana: "¿Qué PSOE eres hoy? ¿El que vota en contra de reforzar la educación y contratar docentes? ¿O el que delante de las cámaras apoya y luego no hace nada? Ver para creer...".