Hoy es 28 de diciembre

con el arquitecto JARM como guía de excepción

Un paseo por las villas modernistas del Campo de Cartagena y... hasta una mirada al interior de una de ellas

25/12/2024 - 

CARTAGENA. Pista. Es muy posible que las zonas arboladas que irrumpen en el paisaje inminentemente agrícola del Campo de Cartagena sean una señal de que allí, entre pinos y palmeras, se encuentra alguna de las doscientas casas y villas modernistas que existieron por la zona en los albores del siglo XX... O lo que queda de ellas, ya que muchas agonizan dentro de fincas de explotación agrarias para las que no tienen ningún interés práctico. Cabe imaginar, no obstante, otra época en la que aquellas construcciones eran un reflejo de la modernidad que se respiraba en Cartagena y La Unión, siendo también el espejo con el que se medía la prosperidad de las familias, entre las que existía una cierta rivalidad por tener la mejor casa, rodeada normalmente por una gran finca. 

Estas y otras muchas cuestiones se comentaron durante una reciente visita a las villas modernistas del Campo de Cartagena -organizada por la asociación Los Alcázares Eco Cultural – LAEC (conocida popularmente como La Eco Cultural)- que contó con un guía de excepción como es el arquitecto José Antonio Rodríguez Martín (JARM). Este experto en el patrimonio modernista de la ciudad portuaria explicó que estas villas modernistas fueron segundas viviendas en las que las clases acomodadas, antes de que llegara la moda de veranear en las playas, pasaban largas temporadas en primavera y verano, debido a que los jardines con fuentes y lagos hacían más benigno el clima en esos meses del calor. 

La Finca de los Pinos, un hogar cargado de historia

La primera parada en este recorrido -encabezado por el presidente de La Eco Cultural, Antonio Zapata, y su vocal del campo de Cartagena José Sánchez Conesa, cronista oficial de Cartagena- fue la Finca Los Pinos en Pozo Estrecho, una de las pocas que se encuentra habitada en la actualidad. Allí, los visitantes fueron recibidos por su propietario, Daniel Segura y su familia, así como por dos imponentes mastines españoles. Fue el abuelo de este amable anfitrión quien compró la gran casa a Camilo Aguirre, el rico empresario minero propietario que hizo construir el Palacio Aguirre de Cartagena

JARM llamó la atención sobre la rejería de la casa, que evidencia dos fases en esta villa, siendo más recia y menos ornamental en la planta baja y más ligera y decorativa en la superior, que ya es de estilo modernista. Esto es muy habitual, según indicó, en las casas modernistas del Campo de Cartagena, donde a edificaciones anteriores (del siglo XIX e incluso del XVIII) se les añadía una nueva planta, un torreón y una decoración más moderna. También destacó el trabajo artesano del pavimento, que en aquella época realizaba la empresa Carvajal Hermanos, así como el uso de la teja alicantina (que se importaba de Marsella hasta que en Alicante abrió una fábrica y se empezó a llamar así).

Estos y otros muchos detalles se conservan en esta villa, cuyos jardines requieren numerosos cuidados de los propietarios, quienes también han conservado mobiliario de la época y los suelos originales de baldosa hidráulica. Todo ello hace que en este hogar cargado de historia el tiempo parezca retroceder hasta principios de siglo XX.

Torre Llagostera y sus vínculos con el mismísimo Gaudí 

La llamada Torre Llagostera (también conocida como Huerto de Las Bolas), diseñada por el arquitecto Carlos Mancha en 1890 y finalizada por Víctor Beltrí, fue otra de las paradas de este recorrido modernista. Se trata de una gran finca de recreo, con grandes jardines y una casa con torre en su interior, construida para la familia Llagostera, comerciantes de telas de origen catalán. JARM llamó la atención sobre los panelados cerámicos de la fachada de la vivienda, colocados en 1908 y realizados por la fábrica de Hijos de Pujol i Bausis (conocida como 'La Rajoleta'), quienes trabajaron para los grandes arquitectos del modernismo, como es el caso de Gaudí. En el interior también destacan los techos ornamentados y pintados. Actualmente, el edificio acoge un restaurante.

Los jardines, de 41.000 metros cuadrados, recuerdan al Parque Güell de Barcelona -según señaló el arquitecto cartagenero-, por contar con bancos, fuentes, cenadores y miradores con trencadís (mosaicos con azulejos que popularizó Gaudí). ¿Y si Gaudí se hubiera inspirado en estos jardines?, es una pregunta que se puede quedar en el aire. Destacan los miradores con un banco abajo, que están siendo restaurados por el estudio de JARM (resulta curioso observar cómo se utilizó cerámica de todo tipo, desde platos, tazas y cualquier pieza de vajilla). 

El Molinar

Esta finca, cuya vivienda principal ha sido restaurada bajo la dirección del propio JARM, fue concebida como segunda residencia y lugar de veraneo de sus propietarios que buscaban el frescor de esta zona (más alta y con arbolado). El lugar sigue siendo lugar de reunión y encuentro de una gran familia. Se cree, como en otros casos, que la vivienda original es anterior a la época modernista, siendo ampliada a principios del XX, cuando se le añadió una planta y el torreón. Como elemento arquitectónico destaca eespectacular mirador de estilo cartagenero en la fachada principal.

Como curiosidad, el arquitecto cartagenero señaló la huella artesana de Hermanos Carvajal y el uso de pequeñas piedras lavadas de río en la fachada (hoy en día está prohibido sacarlas de los ríos). Las rejerías de la primera planta tienen un diseño que cambia en la planta superior, mucho más modernista, como ocurría en las Finca de los Pinos.

El Castillito de Los Dolores que pintaron de rojo

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Los asistentes a este recorrido por el Campo de Cartagena también pudieron contemplar el exterior de  Torre Nueva, en Pozo Estrecho, que perteneció a la familia Moreno Sandoval (marqueses de Torre Nueva), quien tenía actividades en explotaciones mineras y agrícolas. En la casa se conserva una placa que atestigua que la Reina Isabel II estuvo en la casa con motivo de la visita que realizó hace 150 años para inaugurar la línea ferroviaria Cartagena-Madrid. Asimismo, pasaron por las casas La Flora y La Rosa en La Palma, la última con un gran palomar. 

Aunque la edificaciones impiden su visión completa, en la excursión también se habló del Castillito de Los Dolores, construido entre los años 1899 y 1900 por el arquitecto Tomás Rico ('el mago del ladrillo'). Le fue encargado por el empresario Pedro Conesa Calderón, quien se lo regaló a su nieta para que lo usara como casa de muñecas. Posteriormente, fue la residencia de verano de José de la Figuera y Calín, Marqués de Fuente el Sol, alcalde de Cartagena y Hermano Mayor de la Cofradía California.

El arquitecto José Antonio Rodríguez enumeró los muchos errores cometidos durante la restauración de esta singular casa de muñecas, llamando la atención, por ejemplo, que se trata de una edificación de ladrillo visto, que pintaron de rojo dándole un color intenso que no tenía originalmente. "Ladrillo visto, no pintado, ya lo dice el nombre", ironizó el arquitecto cartagenero, quien sigue documentándose cada día sobre el patrimonio modernista de Cartagena. "Si alguien sabe de alguien que tenga una de estas casas que se ponga en contacto conmigo", animó.

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