MURCIA. Relaté hace años, cuanto estos ‘ayeres’ eran ‘andares’, que en tiempos en que las Fiestas de Primavera vivían aún su infancia, trasplantadas a la Semana Pascual en 1899 las decimonónicas mascaradas carnavaleras del Bando de la Huerta y el Entierro de la Sardina, a las que se sumó la Batalla de Flores, debutó en 1906, como nueva cabalgata, el llamado Coso Blanco, una versión de la referida contienda floral, pero con el blanco como color de los proyectiles, el adorno de coches y carrozas y la indumentaria de las aguerridas tripulaciones.
Algunas anotaciones sobre aquél primer Coso Blanco de 1906 han de servir de apoyo para desembocar en la celebración del postrero, que tuvo lugar en 1955, hace ahora 70 años justos.
Diremos, de entrada, que fue el marqués de Peñacerrada el encargado de poner en marcha aquél desfile, que en su estreno discurrió entre las plazas de Belluga y de santo Domingo, y que había de desfilar el miércoles de la semana de las fiestas primaverales, a las cinco de la tarde, aunque lo hizo finalmente el jueves, debido a la lluvia, y concluyó con brillantez con la celebración del baile blanco en el Teatro Circo.
Participaron en aquél lejano estreno las carrozas ‘Una chapina’, ‘Góndola’, ‘Gorra japonesa’, ‘Las pajaritas’, ‘Un cesto’, ‘Tocando el tambor’, ‘Caja de sorpresa’, ‘El zapato’, ‘Joyero modernista’, ‘Cuello de camisa’, ‘Juegos de verano’, ‘Una escribanía’, ‘Una corbeille’ y ‘Barquillera’, además de tres carruajes particulares.
Pese al éxito alcanzado, el Coso Blanco, tras diversas intermitencias, desapareció pronto, hacia 1930, y se dice que sucedió por ser demasiado parecido a la Batalla de Flores, exactamente el mismo argumento que impidió su continuidad cuando se produjo su reaparición en 1955, a impulsos del alcalde Fernández Picón.
A finales del mes de enero de aquél año, ya comenzó a correr la noticia de que se pretendía recuperar la antigua cabalgata, “número aristocrático que antaño constituyó uno de los más poderosos alicientes de las fiestas”, y a primeros de marzo, la reunión celebrada en el Ayuntamiento por la Comisión Municipal de Fiestas lo confirmó.
Las noticias que brotaron de aquél encuentro señalaron como principales novedades un gran acontecimiento musical, en la noche del Domingo de Resurrección, en forma de concierto de gala, en el que intervendrían el Orfeón Fernández Caballero y la Orquesta Sinfónica de Murcia. En cuanto a la Batalla de Flores, ya contaba con 13 carrozas, siete medias carrozas y gran número de coches. Otra novedad que se anunciaba era la nueva e insólita ubicación del Entierro de la Sardina el viernes, cuando su día habitual venía siendo el miércoles.
Y, por supuesto, que volvería a celebrarse, en el Parque de Ruiz Hidalgo, como la Batalla, el Coso blanco, “que antaño gozó de gran predicamento en nuestra ciudad”. Y como prueba efectiva de la buena acogida la idea, en cuestión de días apareció en prensa la noticia de que la Delegación Provincial de Sindicatos (sindicato “vertical” en aquellos tiempos), “en su deseo de cooperar a la mayor brillantez de las Fiestas de Primavera”, se proponía presentar una carroza al Coso Blanco, para lo que abría concurso entre artistas y jardineros, para la presentación de bocetos.
"Desapareció pronto, hacia 1930, y se dice que sucedió por ser demasiado parecido a la Batalla de Flores"
José Vergés, presidente en tres etapas diferentes del Murcia Club de Tenis, entre 1933 y 1958, fue designado como encargado de sacar adelante la recuperada fiesta.
Pero la oposición, o al menos las pegas, al proyecto surgieron muy pronto. Se escribió, por ejemplo, que siendo posible que antaño, con otras modas y costumbres, tuviera su aliciente, “ahora, en los tiempos que vivimos, tememos que resulte anacrónico, inexpresivo, fuera de la realidad, que deje perfectamente frías a las nuevas generaciones, que apenas lo conocen por referencias, y éstas muy vagas”.
Y también se esgrimió el tipo de crítica que acabó con la Batalla de Flores en 1978: “¿puede decirse que sea un festejo popular? admite en buena lógica este calificativo una fiesta que sólo presenciarán la reducida minoría de murcianos capaces de abonar 500 pesetas por una tribuna o varios duros por una incómoda silla?”. Y, finalmente, algo sobre lo que volvió el columnista de ‘Línea’ tras la celebración de la cabalgata: “viene a ser una segunda edición chic y relamida de la grande, auténtica, espectacular y bellísima Batalla de Flores, y tememos que el poco o mucho -más bien poco- esplendor que logre el Coso sea en perjuicio del interés por la Batalla”.
‘La Verdad’, por el contrario, apostaba por darle al festejo una oportunidad y buscar fórmulas para popularizarlo, como el acceso gratuito al Parque de Ruiz Hidalgo, que no a las tribunas y sillas de pago.
Por cierto que se dijo inicialmente que el Coso se desarrollaría a partir de las nueve de la noche, pero finalmente se programó para la tarde, a la misma hora que la Batalla de Flores, o lo que es igual, a las cinco de la tarde.
Y el 1 de abril, con las Fiestas de Primavera en ciernes, se concretaron algunos detalles de las mismas, como que el Bando de la Huerta repartiría 100.000 juguetes desde 10 carrozas, que el Entierro de la Sardina constaría de ocho, de 15 la Batalla de Flores y de 16 el Coso Blanco, en ambos casos, entre carrozas y medias carrozas. El Bando de la Huerta saldría el Domingo de Pascua tras la procesión del Resucitado; la Batalla de Flores el martes; el Coso Blanco el jueves y el Entierro de la Sardina el viernes.
Llegado el día, no tuvo empacho ‘Línea’ en titular: “Muy brillante y original el festejo del Coso Blanco”, en el que participaron, finalmente, nueve carrozas y otros tantos coches debidamente engalanados en blanco, así como sus tripulaciones, habiéndose lanzado un millón de serpentinas y bolitas de confeti blanco. Tampoco dudaron, en su crónica, de calificarlo de “verdadero acierto· y de calificarlo de “más vistoso y entretenido que la Batalla de Flores”.
Con todo, días después, en el balance de las fiestas recién celebradas se escribió: “Al amigo don José Vergés, general en jefe del discutido Coso Blanco, y a sus ayudantes de campo, nosotros les otorgaríamos la laureada blanca colectiva por su éxito -a pesar del camuflaje de carrozas y coches- en la preparación, planteamiento y desarrollo de la famosa batalla. Por lo que se refiere a la otra, la de Flores, honradamente creemos que está de más... si ha de seguir la blanca. Más claro: o sobra la Batalla o sobra el Coso. Los dos festejos son una y la misma cosa, color aparte.
Y en aquél momento, sobró el Coso, pese a su éxito, pero al final, sobraron las dos.