Reconozco que lo del pasado sábado me tocó de lleno, me dolió en lo más profundo del alma. Necesité media hora sentado en mi butaca, en esa que me había acompañado durante toda la temporada, para ser consciente de que todo había acabado, el Real Murcia seguiría un año más en la tercera categoría del futbol. 

Mirada fija, al frente, donde tan solo una carantoña de Fátima logró que quitara la vista del terreno de juego. Un césped que cada vez veía más emborronado, fruto de unas lágrimas que no dejé caer pero que me impedían ver con nitidez a una veintena de futbolistas vestidos de grana lamentándose, porque aquel sueño, había terminado.

La vida va de eso: fracasar, persistir, no decaer y volver a intentarlo una y otra vez"

Otro abono. Ya van siete y ninguno en el futbol profesional. Aunque tengo que reconocer que hay una parte de mí que disfruta en el fracaso, que ama las causas imposibles, que se regocija en cada intento fallido… porque la vida va de eso: fracasar, persistir, no decaer y volver a intentarlo una y otra vez. La vida es darte infinitas segundas oportunidades y, en eso, el Real Murcia es Doctor Honoris Causa.

Porque si en su día compramos acciones, vendimos pulseras, superamos la figura de unos presidentes que vinieron a bajar el telón de un histórico, salimos por las calles de Madrid por culpa de un descenso administrativo y tuvimos a jugadores y empleados sin cobrar ahora somos capaces de reponernos de este duro golpe.

En mi cabeza todavía resuena el himno y los aplausos del inicio, jamás sentí en estos siete años de abonado lo que viví este último sábado"

Qué alegría poder centrarnos en que la pelota entre. Aquello que parecía secundario en esos malditos años ahora es lo único que pensamos. Fue duro, pero el Real ha vuelto. Treinta mil voces acompasaron un espectáculo jamás visto en Nueva Condomina. En mi cabeza todavía resuena el himno y los aplausos del inicio, jamás sentí en estos siete años de abonado lo que viví este último sábado, ni tan siquiera es comparable con aquel Real Murcia - Athletic de Bilbao que experimenté en el lejano 2007 cuando con apenas 10 años entré por primera vez en la que se iba a convertir en mi nueva casa.

Quisiera terminar esta carta de papel arrugado y mojado abrazando a todas y todos los que lloraron, que como yo, se quedaron en su asiento mirando a su equipo sin saber qué decir ni qué hacer, pero orgullosos de pertenecer a esta gran familia, llamada, Real Murcia.

Saludos cordiales.