Opinión

Opinión

Tribuna libre

Anonimato, primer paso y las 24 horas

Publicado: 29/03/2025 ·06:00
Actualizado: 29/03/2025 · 11:39
Suscríbe al canal de whatsapp

Suscríbete al canal de Whatsapp

Siempre al día de las últimas noticias

Suscríbe nuestro newsletter

Suscríbete nuestro newsletter

Siempre al día de las últimas noticias

¡Buenas tardes!, me llamo Mengano, soy alcohólico y hoy no he bebido.

Esta sencilla presentación, en donde tan sólo cambia, fundamentalmente, el nombre del orador, es la fórmula que utilizamos, antes del inicio de cualquier intervención, en una reunión o asamblea, los miembros de esta asociación.

Tras el saludo, muestra de educación y respeto hacia nuestros oyentes, dos afirmaciones y una negación. Son tan sólo, y a lo sumo, doce palabras, pero que encierran muchas de las claves de lo que es (lo que somos los) Alcohólicos Anónimos.

Tras el saludo, la primera afirmación: “me llamo Mengano”. Aquí decimos “nuestro” nombre. Y entrecomillo lo de nuestro, puesto que no tiene que ser necesariamente nuestro verdadero nombre, sino el que cada cual ha querido voluntariamente adoptar para ser distinguido dentro del grupo, aunque este nombre, real o ficticio, ya esté siendo utilizado por otro miembro. Esto nos lleva a comentar uno de los principios más fundamentales de AA, el del anonimato. Tan fundamental es, que forma parte de la propia esencia y nombre de nuestra asociación, calificándonos a nosotros mismos, a los miembros de esta asociación, como alcohólicos, sí, pero también con la otra condición que comentamos, la de ser anónimos.

Este anonimato es tal, que llega hasta el extremo, no ya de que sólo damos un nombre que, como ya se ha dicho, no tiene por qué ser el nuestro verdadero; sino que, además de eso, no estamos obligados a dar ninguna otra característica o condición personal del tipo que sea, como apellidos, edad, origen, estado civil, raza, familia, estado de salud, domicilio, preferencia política, orientación sexual, ocupación, religión, etc. Así, por esta característica de AA, salvo nuestros rasgos físicos, que nunca ocultamos, y nuestra voz, todo lo demás referido a nuestra persona puede estar todo lo oculto que deseemos para el resto de compañeros.

Este anonimato tiene dos vertientes. Es tanto activo, o sea, no decimos o revelamos de nosotros lo que no queramos revelar, como pasivo, es decir, que no estamos obligados a contestar las preguntas que nos pudieran hacer, sean quienes fueren, acerca de nosotros.

Decir, para terminar, otra cosa sobre el anonimato: que es una importante marca de distinción o, mejor dicho, de “no distinción” de los miembros de AA: aquí todos somos iguales, sin distinciones de ninguna clase, ya que, al no tener por qué decir quiénes ni qué somos, nadie se puede considerar superior ni inferior a otro. Todos llevamos la misma “etiqueta”: ser miembro de Alcohólicos Anónimos.

Este reconocimiento, el de que estamos enfermos, el de que somos -y seremos siempre- alcohólicos, es la primera y mejor ayuda que podemos tener"

 

La segunda afirmación que hacemos es tan rotunda como lacónica: “soy alcohólico”. Es precisamente esta condición, la de tener una enfermedad llamada alcoholismo, la que nos hace estar aquí. Pero no es tarea tan fácil, la de llegar a pronunciar esta funesta frase, como la de llegar hasta aquí. Como dice nuestro principio, el único requisito para ser miembro de AA es el deseo de dejar la bebida. Todos los que se acercan a AA quieren dejar la bebida, y ya con eso se pueden considerar miembros del grupo; pero no todos, cuando vienen (venimos), se reconocen como alcohólicos. No es fácil reconocer y admitir que se nos pueda calificar, y menos hacerlo nosotros mismos, con dicho nombre, máxime tras el halo de desprestigio que arrastra, o el desprecio que aún les genera a muchas personas el escucharlo.

Pues bien, se ha de decir que, justamente este reconocimiento, el de que estamos enfermos, el de que somos -y seremos siempre- alcohólicos, el de que el alcohol nos ha vencido siempre en todas cuantas batallas hemos sostenido contra él, es la primera y mejor ayuda que podemos tener, es el empujón, el primer paso que necesitamos dar para iniciar el camino que hemos emprendido para llegar a conseguir nuestra recuperación. Esto es importante: saber que nos recuperamos, pero que nunca debemos considerarnos “ex”, puesto que esta idea nos podría inducir a bajar la guardia, cosa que jamás debemos permitir.

Y ya, por último, decimos públicamente, y con satisfacción, que “hoy no he bebido”. Sobre este punto de la presentación, también se pueden hacer algunas observaciones muy interesantes. Veamos.

Cuando venimos a AA, como ya se ha dicho anteriormente, todos lo hacemos con la idea, el deseo, de dejar de beber; pero es muy frecuente que muchos de nosotros no hayamosllegado aún a asimilar la idea, es más, que ni siquiera nos la hayamos planteado, de que nuestro total alejamiento del alcohol haya de ser ya para toda nuestra vida. Este convencimiento, si no lo teníamos ya de antes, nos llega muy pronto, en cuanto hemos asistido a unas pocas reuniones de grupo y hemos escuchado los testimonios de los compañeros. Y no, no es fácil pensar que vamos a ser capaces de dejar de repente una droga de la que hemos sido esclavos tantos años, y que el éxito va a estar garantizado durante muchísimo tiempo y, además, consecutivo. Esto provoca, por lo general, una gran angustia. Pero, lo que en un principio pareciera difícil de solventar, tiene una fácil solución: el… (déjenme tomarme la licencia de llamarle) “truco” de las 24 horas.

Consiste en lo siguiente: ponernos, como meta de abstinencia, mañana a la misma hora en que nos encontramos ahora, es decir, ponernos como meta el no beber durante 24 horas a partir de ahora. Creo que casi todos hemos podido aguantar, al menos una vez en nuestra vida alcohólica, estar 24 horas consecutivas sin beber alcohol. Bien sencillo parece este método, ¿verdad? Pues bien, he de decir que sí que lo es. Gracias a este método o “truco”, llegamos a damos cuenta, en no demasiado tiempo, de que los días transcurren uno tras otro y no tan lentos como en un principio temíamos, y que por fin, en un día no muy lejano, llega el momento en que se nos olvida llevar la cuenta de las 24 horas, llega un momento en que el vivir sin alcohol ya forma parte, y es lo habitual, de nuestra vida. Llega por fin el momento en que tenemos la sensación de que vivimos realmente, de que hemos recuperado lo más hermoso, nuestra vida.

Claudio V.

Recibe toda la actualidad
Murcia Plaza

Recibe toda la actualidad de Murcia Plaza en tu correo

El fin de las subvenciones a partidos, cada vez más cerca
Las invisibles del talento senior