Murcia Plaza

crónica parlamentaria

Una peineta para gobernarlos a todos

MURCIA. ¿Qué sorpresa podría esperar uno ante una cita tan previsible como el debate del estado de la Región? El guion suele ser un calco casi todos los años: un presidente que defiende su gestión con una visión triunfalista y que aprovecha la ocasión para anunciar medidas, una oposición que dibuja un panorama sombrío -aunque no exenta de razones en su diagnóstico- y unos portavoces que se relamen en su gran día, prestos para lucirse con sus mejores armas dialécticas para rebatirse unos a otros. Sólo las anécdotas rompen el tedio. Siempre hay anécdotas, menos mal, unos hechos que en el caso de la política se elevan a la categoría de asunto de estado. Y esta vez un dedo se llevó los principales titulares. En concreto, el dedo corazón del líder socialista, José Vélez.

Recordemos la escena. Sucedió a primera hora de la mañana en el turno de Vélez, que abría la segunda sesión del debate con 45 minutos redondos para su libre disposición. Un caramelo para cualquier portavoz, y más si es el primero. El calasparreño, después de recitar toda una retahíla de indicadores negativos y tras despacharse a gusto contra el Gobierno regional, se encaminaba a cambiar el tono y tender la mano al presidente. Otro clásico de los debates: primero golpeo, luego reculo. Primero crispo, después denuncio la polarización. Pero lo cierto es que el gran momento de la mañana llegó en un momento de tregua del líder del PSOE.

El socialista planteaba un acuerdo mayoritario sobre agua -tema siempre sensible- que incluyera el Trasvase Tajo-Segura y los aportes adicionales de la desalación, cuando, en plena efervescencia, quiso reivindicar la gestión del Gobierno central de Pedro Sánhez frente al Ejecutivo de los tiempos de Mariano Rajoy. "342 hm3 cúbicos de agua han venido más en los últimos cinco años que en los cinco últimos del [Gobierno del] PP", arguye el socialista con tanto entusiasmo que rescata, irónico, el viejo lema del PP "agua para todos" mientras lanza una peineta al cielo de la Asamblea. Fue un gesto breve y efímero, casi fugaz, un fogonazo de apenas un segundo, porque rápidamente elevó el resto de dedos, consciente de lo que acaba de hacer -esa sonrisa delatora-, pero se vio con rotunda claridad.

Vídeo de la peineta (Foto: MARCIAL GUILLÉN / EFE))

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