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como ayer / OPINIÓN

Memoria de nuestros antepasados íberos: el hallazgo del Cabecico del Tesoro en 1935

3/10/2024 - 

MURCIA. La reciente inauguración de una interesante y vistosa exposición sobre el mundo funerario de los íberos en el Museo Arqueológico de Murcia nos permite reencontrarnos con nuestros más remotos ancestros, aquellos de los que oímos hablar por vez primera en los primeros años de estudiantes y que iba siempre de la mano de los celtas.

Con el tiempo supimos que la cosa era más compleja, porque los íberos se subdividían en distintos pueblos, y los que campaban por estas tierras se llamaban, sobre todo, contestanos, aunque en lo que hoy sería la zona del Noroeste regional había también bastetanos. A estas gentes debemos situarlas entre el siglo VI antes de Cristo y la romanización.

La muestra, que puede visitarse hasta finales de enero, ha venido a recordarnos a unos, o descubrirnos a otros, que nuestra Región cuenta con algunos de los yacimientos íberos más importantes del país, como son los del Cabecico del Tesoro, en el Verdolay, la necrópolis más extensa excavada de manera sistemática en España, el Cigarralejo, en Mula; o Coimbra del Barranco Ancho, en Jumilla, de donde procede la pieza más notable de la exposición: el monumento funerario de los jinetes, considerado una de las obras maestras de la escultura ibérica nacional.

Como estos ayeres no suelen traspasar los límites municipales murcianos, aunque hayan hecho incursiones ocasionales en otros puntos de la Región, al saltar hacia atrás en el tiempo nos quedaremos en el entorno de Algezares, el Verdolay y El Valle, tan próximo a la ciudad y tan rico en vestigios de nuestro pasado.

La cosa comenzó en los días de la II República, cuando el entonces director del Museo Arqueológico de Murcia, Augusto Fernández Avilés, y el catedrático de Arqueología de la Universidad de Valladolid, que lo fue más tarde de la de Murcia, Cayetano de Mergelina, hallaron a finales del año 1934 la denominada basílica paleocristiana de Algezares, en el lugar llamado Llano del Olivar.

"la gran necrópolis era desconocida hasta entonces"

En aquellos días, Mergelina, nacido en Sanlúcar, pero de familia yeclana y residente en la localidad desde los 12 años hasta su marcha a Madrid para estudiar en la Universidad, aseguró que había "un inmenso campo por explorar", y también "muchas sorpresas que experimentar". No se equivocó, porque en la campaña de excavación que dirigió en el verano siguiente apareció, en la vertiente izquierda del barranco que hay junto a la ermita de San Antonio el Pobre, la necrópolis ibérica del denominado ‘Cabecico del Tesoro’.

La prensa dio cuenta de la importancia del nuevo hallazgo, pues la gran necrópolis era completamente desconocida hasta entonces y sólo en aquella primera campaña se habían excavado más de un centenar de sepulturas, que no sólo habían desvelado la disposición y características de aquellos enterramientos, sino que habían permitido extraer valiosas piezas que formaban parte de los diversos ajuares funerarios.

Destacaron en aquellos días los arqueólogos que una de las particularidades de esta necrópolis era, según los indicios, aparecer libre de romanización, a pesar de que en los alrededores los vestigios de la civilización romana eran de gran interés y muy abundantes. Aseguraban que, sobre el fondo hispánico propio, no se apreciaban más influencias que las griegas y púnicas que intervinieron en la formación de esta cultura, con ejemplos interesantes de cerámica y detalles sumamente importantes en la decoración de los monumentos funerarios.

Entre los restos hallados llamaban la atención los fragmentos, trasladados ya al museo, de una figura sedente, y otra de un posible jinete, de un arte que, aunque a primera vista revelaría cierta tosquedad, permitía reconocer la fuente griega arcaica de la que procedía. Por lo que se refiere a las evidencias púnicas, un fragmento de escultura bellamente trabajada, representando a Astarté, la Venus cartaginesa, o trozos de una esfinge. A todo lo que sumaban los vasos figurados de procedencia cartaginesa o un gran número de ungüentarios de barro y alguno de alabastro, o pomos de vidrios de colores para perfumes fenicios.

"con el tiempo se llegaron a desenterrar más de 600 tumbas en el Cabecico del Tesoro"

Con el tiempo se llegaron a desenterrar más de 600 tumbas en el Cabecico del Tesoro y se incrementaron considerablemente los hallazgos de interés pertenecientes a los ajuares funerarios. Pero anduvo por medio la Guerra Civil y sus consecuencias, que paralizaron las excavaciones, y no es hasta el mes de julio de 1944 cuando vuelve a ser actualidad la gran necrópolis íbera, sin perjuicio de que en 1942 se llegara a trabajar sobre la zona.

Otro histórico de la arqueología, Gratiniano Nieto, estuvo en este etapa al frente de los trabajos. Ya se cifraban en 300 las tumbas descubiertas, según un artículo de prensa publicado por entonces y firmado por el entonces director del Museo Arqueológico, Isidro Albert

Afirmaba: "No se ha encontrado, ni tal vez se pueda encontrar, en toda la región levantina una necrópolis más rica y abundante y, en consecuencia, el conjunto de las piezas obtenidas en cerámica, hierro, bronce y aun plata y oro, nos aclarará detalles, si no ignorados, al menos imprecisos de la cultura hispánico-romana de los siglos III y II antes de Jesucristo".

"La importancia de las piezas cerámicas descubiertas es tal que en adelante el tipo de decoración ibérica levantina conocido con la designación ‘Elche-Archena’, seguirá llamándose así en gracia de la prelación en los descubrimientos en esas localidades, pero no en atención a su abundancia, ni a su originalidad, ni al realismo del arte, no superado aún, de algunas piezas del Verdolay", aseguraba Albert.

Pues todo eso, y mucho más, pueden encontrarlo hasta finales de enero en la exposición del Museo Arqueológico de Murcia.  


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