MURCIA. De la calma de junio a las turbulencias de julio. El balance de contagios en la Región de Murcia deparaba partes diarios que reflejaban una incidencia controlada y apaciguada... hasta el 7 de julio. Aquel día, San Fermín, había 69 murcianos afectados por la covid-19, con tres de ellos en la UCI. Trece días después, el número de pacientes asciende ya a 170 en la Región. Es decir, los casos activos se han disparado con un centenar de infectados en apenas dos semanas. La nueva situación epidemiológica -preocupante- ha llevado al Gobierno regional ha endurecer las restricciones e insistir en los mensajes de responsabilidad ciudadana.
Este repunte se explica, sobre todo, por la aparición de dos importante brotes. Uno de ellos ya existía en aquellos primeros días de julio: era el caso importado de Bolivia, que en aquel momento contabilizaba una cuarentena de contagiados, la mayoría localizados en la pedanía murciana de El Raal, fruto de un contagio en una empresa hortofrutícola. Pero este foco, que el consejero de Salud llegó incluso a dar "por casi controlado", no se cerró y siguió deparando un goteo diario que ha desembocado en un nuevo rebrote, con identidad propia: el llamado brote de Atalayas.
Cuatro discotecas murcianas sufrían la transmisión del virus entre sus clientes durante los días 4 y 11 de julio, aunque el episodio se conoció varias jornadas después, el pasado 17 de julio, cuando la Comunidad anunciaba el cierre de los locales afectados. Las primeras pruebas detectaron nueve positivos, pero el ritmo no ha parado desde entonces y ha alcanzado un total de 48, según los últimos datos. Ante este escenario, la Consejería de Salud hacía un llamamiento para que todos los asistentes a la zona de Atalaya se sometieran a las pruebas y guardaran cuarentena. Al mismo tiempo, otro establecimiento nocturno, un pub-discoteca de Totana también albergaba un brote en sus instalaciones. Cuatro personas se infectaron y el local ha tenido que ser cerrado por Salud Pública. De nuevo, la Comunidad llamaba a todos los clientes a pasar las pruebas diagnósticas y pedía a todos ellos -muy importante- que se aislaran para frenar una posible propagación del virus.
Así está la situación la Región de Murcia tras haber superado el confinamiento. La inmensa mayoría de los afectados no son casos graves, sino que son 150 pacientes con síntomas leves que se encuentran en sus casas, en situación de aislamiento domiciliario. Los otros veinte, sin embargo, permanecen ingresados en los hospitales de la Región. Uno de ellos, además, recibe tratamiento en la UCI. Es el paciente más preocupante.
La última vez que la Región contaba con una incidencia similar fue el 21 de mayo, cuando se contaban 172 afectados, aunque el cuadro era más grave porque había seis pacientes en las unidades de Intensivos. La situación mejoró para la mayoría, pero no para un infectado, que el pasado 8 de junio perdía la vida y se convertía en la víctima mortal número 150. Aun así, la pandemia redujo sus efectos, con días esperanzadores como el 23 de junio, cuando apenas había 41 casos activos, con siete de ellos ingresados, si bien había dos enfermos en la UCI. No obstante, el virus nunca se terminó de ir. Jamás se ha ido. Y la prueba -trágica- se puso de manifiesto el 30 de junio: fallecía una mujer de 98 años, vecina de Moratalla y afectada precisamente por el brote de Bolivia. Era la víctima mortal 151.