EL PASICO DEL APARECIDO / OPINIÓN

Las previsiones sucesorias

27/06/2021 - 

CARTAGENA. Ese memorable eufemismo, muy empleado durante el franquismo para aludir a lo que habría que hacer cuando Franco falleciese, se aplica, guste o no, a todos los partidos políticos en democracia. Delicado tema, pues puede impacientar a algunos delfines, convertir a otros en atunes y desmoralizar a los se sospechen perdedores en la pugna por la sucesión. Tal es el caso de nuestra Región, en la que se acaba de eliminar la restricción al número de mandatos consecutivos de un mismo diputado

"La trayectoria ascendente de Celdrán se truncó cuando, por consejo de Teo, entraron en escena Ortuño Y Luengo" 

Introducida durante el mandato del presidente Garre, pretendía calmar a los muchos que le reclamaban que cumpliese su compromiso de ceder la Presidencia que ocupaba interinamente. Carecía de fundamento político, pues esas limitaciones son propias de los sistemas en los que hay elecciones directas para presidente, pero absurdas en los sistemas parlamentarios, en los que cualquier diputado puede ser elegido presidente por los demás. ¿Por qué diferenciar entre diputados con plenos derechos y otros que tengan vetado aspirar a la Presidencia?

Al parecer el PP va descubriendo lentamente en qué consiste ser diputado, igual que ha comprendido que el pacto antitransguismo viola la disposición según la cual los diputados no están sujetos a mandato imperativo, además de que, en realidad, era un pacto antiPP, pues los demás partidos, con escaso reproche ajeno, usan tránsfugas cuando les conviene. Ya solo falta que el PP acepte con carácter general el voto en conciencia para asuntos como el aborto, la eutanasia o la gestación subrogada para que se eleve a la condición, inédita en España, de partido genuinamente parlamentario. 

No ha tenido mejor ocurrencia Javier Celdrán que dimitir al día siguiente de haberse aprobado la eliminación de la limitación de mandatos, invitando a cometer la falacia post hoc ergo propter hoc: ha dimitido porque ya no podía heredar la Presidencia en el próximo ciclo electoral. Esa interpretación es casi con certeza errónea: ni siquiera era diputado en esta legislatura y su vinculación con el partido es demasiado tenue para que pudiera planteárselo. Su perfil no es el de un cachorro de Nuevas Generaciones implicado en la vida partidaria a tope, sino el de un eficaz ingeniero que, ejerciendo en el Centro Tecnológico del Mueble, fue designado por la consejera Inmaculada García, a sugerencia del también ingeniero Severiano Arias, para dirigir el Centro de Empresas e Innovación de Murcia, de donde saltó a la dirección del Info, tarea que desempeñó muy bien, aunque, obligado por el consejero Albarracín, tuvo que pasar el mal trago de disolver el Parque Tecnológico de Fuente Álamo, un grave error. 

Nombrado jefe de Gabinete de la Consejería de Educación por Pedro Antonio Sánchez, estuvo después de máximo responsable de varias consejerías, culminando con la de Presidencia. Paulatinamente, había pasado de ser un potente técnico a un político con capacidad de decidir estrategias, como bien ha captado Ángel Montiel, pero eso no lo convertía en sucesor de Miras, sino en uno de sus máximos colaboradores. Esa trayectoria ascendente se truncó cuando, por consejo de Teo, entraron en escena tanto Ortuño como Luengo, asimismo bien preparados y, además, más estrechamente conectados con el núcleo dirigente del partido. 

Privarlo de la Consejería de Presidencia a favor de Ortuño, que cuenta con el hábil José Manuel Muñoz como director general, fue el golpe político para Celdrán que lo sumió en el desencanto, lo indujo a reflexionar sobre la brevedad de la vida y los placeres de la discreta vida familiar y, en última instancia, a dimitir. Para colmo su fuerte mentor, Pedro Antonio, no puso obstáculos al ascenso de Ortuño (de hecho, mantuvo con él una animada conversación en un restaurante de la isla de Formentera, según se comentó en Madrid a la vuelta de las celebraciones de la victoria de Mazón, candidato de Casado). 

Eso no significa que haya mentido Celdrán al contar su deseo de pasar más tiempo con su esposa e hijos, quienes también se lo reclamaban. Eso es verdad, pero no toda la verdad y, acaso, ni siquiera la parte más relevante de la verdad. Más bien se trató de la confluencia de tres factores: el atractivo familiar, la desilusión por verse abocado a diseñar el Presupuesto y, tarea ingrata, hacerlo cumplir, y la conciencia del deber cumplido, importante en él, pues se acababan de aprobar los Presupuestos y la ley del presidente. Cierto: quedaba el concurso de la televisión regional, pero eso era un tema espinoso que un estímulo para seguir. Todo eso influyó en su decisión.

Hay que discrepar, pues, de Rosa Rosa cuando afirma que la manía de buscar motivos políticos en la dimisión solo se debe a que resulta insólito que un alto cargo dimita voluntariamente. Hay suficientes ejemplos de lo contrario: el presidente Aznar lo hizo y también Julio Anguita y Fayrénby otros varios, solo que lo habitual es dimitir al finalizar la legislatura y empezar la siguiente. Lo raro no es dejar la política, sino hacerlo a mitad de legislatura, pues la familia suele conformarse con la promesa de dejarlo al acabar el mandato. Hubo, pues, la citada mezcla de motivos: la familia, la desilusión y el deber cumplido.

Otras renovaciones pendientes

Aviso a navegantes: el PP no es el único partido sujeto a la marea de las previsiones sucesorias. En Cs hay pendiente una renovación de la Dirección Regional y en el Movimiento Ciudadano de Cartagena el abogado Gallo aspira a ser el candidato a la Alcaldía, desplazando a Pepe López a la Asamblea Regional. Previsiones Sucesorias, ya digo.

JR Medina Precioso

jrmedinaprecioso@gmail.com

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