MURCIA. En el artículo anterior explicaba cómo, frente a la idea que trata de imponer en la sociedad el feminismo radical, hombres y mujeres tenemos la misma dignidad y derechos, pero NO somos iguales. Ésa es, en mi opinión, la primera mentira del feminismo oficial de hoy.
Me comprometí a escribir unas reflexiones sobre la ideología de género, y ése es el objetivo de este artículo. Me van a perdonar los lectores habituales porque quizá esta vez seguir el hilo argumental va a requerir un esfuerzo mayor que en otras ocasiones, pero pienso que merece la pena, y además no he sido capaz de reducirlo más.
"La ideología de género pretende reducir la explicación del género humano y de su historia al teórico enfrentamiento entre hombres y mujeres"
Lo primero es señalar que feminismo e ideología de género no son -ni mucho menos - lo mismo. En estas letras, cuando hable de feminismo me voy a referir al feminismo radical, ése que muchas instituciones y medios de comunicación nacionales e internacionales quieren implantar como pensamiento único y "moderno". Porque no hay que olvidar que, de inicio, el auténtico feminismo fue, y sigue siendo, un movimiento que busca lograr algo justo: la igualdad de la mujer y del hombre en la vida social, superando prejuicios históricos que han excluido de hecho a la mujer de la cultura, la economía, la vida profesional, etc.
He entrecomillado el adjetivo "moderno" al referirme al feminismo radical porque en realidad su planteamiento es tan antiguo como la soberbia humana, que acompaña intrínsecamente a nuestra naturaleza casi desde que estamos en la Tierra, y que nos hace creernos superiores a los demás.
A ver si consigo explicar qué relación veo entre la ideología de género y la soberbia humana; y qué pinta en todo esto el feminismo radical…
Para ello es necesario entender y reconocer que todas las ideologías del mundo "moderno" son un reduccionismo intelectual que denotan una gran soberbia. Porque asumiendo uno o varios dogmas, sus creadores, y no digamos sus seguidores, creen conocer toda la realidad y estar en posesión de TODA la verdad; por eso se atreven a proponer "la" solución global de todos los problemas. Y siempre -insisto- desde la aceptación dogmática de una o unas pocas ideas sin fundamento real, sin lógica, y sin rigor intelectual.
Esas ideologías "modernas" basadas en dogmas irreales se han mostrado muy peligrosas. Basta analizar el nazismo, que pretendió explicar la sociedad exclusivamente desde el enfrentamiento entre razas; el comunismo desde el único parámetro de la lucha de clases; o el nacionalismo desde la superioridad de una supuesta cultura propia que se cierra sobre sí misma.
¿Y qué consecuencias han tenido esas ideologías? Sabemos de los millones de muertos provocados por el régimen nazi que algunos autores elevan hasta los 15; por los sistemas comunistas que en 1997 Stephane Courtois en El libro negro del comunismo cifraba en 100 millones de personas; o los muertos en las guerras en pleno corazón de Europa provocadas por nacionalismos de distinto signo hasta el día de hoy.
No sé si puede parecer que transmito una imagen tremendista. Pero es la historia de las "modernas" ideologías de los siglos XX y XXI, y sus cifras.
En el artículo anterior hablaba también del interés de algunos lobbies por introducir en el lenguaje conceptos y palabras que pueden llegar a confundir e incluso a cambiar las ideas de muchos. Pero también decía que ¡eso no cambia la realidad!
Sustituir el término "sexo" por el de "género" -algo que han conseguido en muy pocos años- no es algo superfluo ni accidental. En la naturaleza humana se dan dos sexos: el masculino y el femenino, con sus características físicas y psíquicas concretas. Pero el género es una construcción del lenguaje que también admite lo neutro.
El género tiene su sentido porque existen entes neutros. ¿qué sexo tiene una piedra? Ninguno, es un ente asexual. ¿Y lo bueno?, ¿O lo malo?, ¿O lo grande? Son conceptos predicables de entes masculinos, femeninos o neutros. Aunque no tendrá el mismo valor ni significado -por ejemplo- hablar de un hombre o una mujer buenos, de un perro o una perra buenos (que lo será no en sí mismo sino en relación al hombre) o de un kilo de oro o de talco (al que también atribuiremos una bondad en relación a su "servicio").
La ideología de género, con el simplismo dogmático del que antes hablaba, pretende reducir la explicación del género humano y de su historia al teórico enfrentamiento entre hombres y mujeres. Con manifestaciones en distintos autores (sobre todo autoras), la base de la que parten es también la lucha. Pero ahora la clase opresora son los varones, y la clase oprimida las mujeres. Éste es el dogma fundamental. Y donde a lo largo de la historia en el matrimonio se ha visto amor, las feministas ven lucha y opresión.
Y, dando un paso más -asumiendo ese dogma fundamental-, defienden que esa dualidad hombre-mujer es un invento de los hombres para oprimir a la otra mitad de la humanidad (las mujeres), esclavizándolas para tener hijos y que se encarguen de su cuidado.
Leído así, en una frase, es sorprendente y "alucinante", casi de chiste. Pero esto es en síntesis lo que defienden, cada una con sus matices, feministas como Simone de Beauvoir en Francia (fallecida en 1986) o feministas radicales actuales como Judith Butler en Estados Unidos.
Ante esa interpretación dogmática (insisto…) e irreal, la solución que proponen a esa nueva "lucha de clases" hombre-mujer, no es acabar con los opresores, sino suprimir las propias clases: hacer desaparecer los hombres y las mujeres; construir una sociedad en la que lo masculino y lo femenino no tengan relevancia. Para lo cual es necesario "libertad" sexual, o en palabras más actualizadas, diversidad afectivo-sexual desvinculada del sexo.
Esta es la razón de fondo del empeño por sustituir el sexo por el "género". Pues bajo su dogma ya no hay hombres y mujeres, sólo "orientaciones sexuales" que uno se crea libremente, y que puede cambiar a lo largo de su vida (No sé si les suena actual esto…).
Y -como también ocurre en las demás ideologías "modernas"- cuando una persona se persuade de ello, se hace inmune a cualquier reflexión, a la realidad de las cosas, a las razones históricas que contradicen lo que dice, a los datos y la experiencia. Por eso calificará como fascista, no al seguidor de esa ideología sino a todo aquel que discrepe de la ideología de género. Y esto sin un solo argumento. ¡Viva la intelectualidad…!
Además, esos nuevos profetas se atreven a pontificar desde todos los foros como si fueran pensadores profundos, cuando casi siempre desconocen las cosas más elementales...
Pero para conseguir esa nueva sociedad sin hombres ni mujeres, antes hay que "deconstruir" la actual: cambiar el significado del lenguaje, de la historia (el "relato”), de la moral y el Derecho y, por supuesto, de la sexualidad.
Hemos hablado ya de la manipulación del lenguaje. Pero ¿qué decir de la descarada deconstrucción sistemática del Derecho?
Lo primero fue atacar e intentar destruir la familia. Y así en 2004 en España se publica la Ley de Violencia de Género (que no violencia "doméstica" o violencia "del hogar"), en 2005 la popularmente llamada Ley del matrimonio homosexual (que legislativamente iguala familia a otras realidades inventadas y que no lo son), y ese mismo año la Ley del "divorcio exprés".
Siguiendo la evolución legislativa, en 2006 la Ley de Técnicas de Reproducción Asistida; y en 2007 Ley de Investigación Biomédica y la Ley reguladora de la rectificación registral de la mención relativa al sexo de las personas.
En 2010 la Ley de salud sexual y reproductiva y de la interrupción voluntaria del embarazo, ampliando el falso derecho al aborto.
Sin pretender ser exhaustivo y para no alargar el artículo hago un "salto" hasta este mismo año 2022 en el que se ha aprobado la Ley de garantía integral de la libertad sexual (el famoso "sólo sí es sí"), y estamos estos días en plena tramitación y discusión de la Ley trans…
Además "regando" todo esto, las sucesivas leyes de Educación han ayudado a difundir esta ideología entre las nuevas generaciones.
Desde luego, el proceso está siendo impecable: primero se cambian los valores en las leyes, luego se dice que esos valores son los democráticos y obligatorios (calificando de "facha" a cualquier persona discrepante), y para cerrar el círculo, se enseñan esos valores en la escuela.
No voy a extenderme más y quiero terminar con lo que decía al principio sobre la soberbia.
Como en las demás ideologías "modernas", en el fondo el feminismo radical pretende algo también antiguo: quitar a Dios de su sitio (a la divinidad, al Universo o a aquello en lo que cada uno pueda creer) y regir el mundo. Crear lo que para ellos sería un "cielo", pero aquí en la tierra.
Algunos sabemos que es una tarea estéril, pero deberíamos reflexionar sobre aquello de que "Dios perdona siempre, el hombre algunas veces, pero la naturaleza nunca perdona".
Parece mentira que después de darnos de bruces una y otra vez contra la naturaleza cuando pretendemos manipularla o controlarla (el cambio climático-, las consecuencias de la manipulación de la energía nuclear, de la manipulación genética, etc.), no escarmentemos.
Y con lo que "juega" esta ideología de género no es algo de la naturaleza física, sino de la naturaleza humana. Eso son palabras mayores.
Economista
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