Paseo del Gobierno regional por Caravaca de la Cruz, junto con su alcalde, en marzo de 2020, días previos a la irrupción de la pandemia. Foto: MARCIAL GUILLÉN (EFE)MURCIA. Durante casi un año y medio fueron los dos rostros del Gobierno regional, la imagen de una coalición que veía la luz por primera vez en la historia de la Comunidad: Fernando López Miras, el presidente (PP), y Ana Martínez Vidal, la portavoz (Cs). Protagonizaron un 'matrimonio político' que pasó por varias fases: la buena sintonía evidenciada en el primer año; los desmarques incómodos tras el nombramiento de Vidal como nueva líder regional de Ciudadanos, con un sonoro choque incluido a cuenta del escándalo de la vacuna del consejero de Salud -cuya salida forzó-; y la ruptura, que fue abrupta, frontal e irremediable.
El 10 de marzo la relación saltó por los aires: la moción de censura rompió para siempre la alianza que ambos mantenían. Casi tres meses después de aquel misil político que amenazaba con destruir la hegemonía de 26 años del PP, ahora ya se conocen las secuelas del divorcio. Y paradójicamente sale ganando la persona que tenía todas las papeletas de caer derrotada en marzo: a Miras le ha venido de perlas la moción de censura contra él. Quién lo diría. Ironías de la política.
Esa es la conclusión que se puede extraer de las dos grandes encuestas conocidas una vez transcurrido un tiempo prudencial desde el terremoto político. Primero fue el sondeo de la UCAM, cuyo barómetro de primavera del observatorio de estudios demoscópicos otorgaba una clara victoria al PP, con 20 escaños, mientras que Ciudadanos se desplomaba hasta situarse como quinta fuerza, empatado con Más Región, ambos con un solo representante. Después fue el barómetro del Cemop, que elevaba aún más las expectativas del triunfo del PP hasta el punto de colocarlo al borde de la mayoría absoluta con 22 diputados. Los naranjas, por el contrario, repetían la caída: un solo parlamentario. Es decir, calcaba el hundimiento de un partido que en 2019 obtuvo su mejor resultado: 6 escaños.
No han sido los único sondeos que han medido los efectos de la ruptura PP-Cs. Un estudio demoscópico de Sigma Dos, publicado por el diario La Verdad en la misma semana en que se registró la moción, ya avisaba de que siete de cada diez votantes de Ciudadanos reprobaba el camino emprendido por su partido. El dato que deja ahora el Cemop es contundente: ante la pregunta abierta sobre si fue buena idea registrar este proceso de destitución del presidente, el 59% respondió claramente que no: para ellos fue una medida mala o muy mala. Solamente la apoya el 20% de los murcianos.
Pero más demoledor fue si cabe la respuesta que dieron los propios electores de Ciudadanos: el 46,2% considera que fue una mala decisión y el 21,5% estima que fue una apuesta muy mala. Es decir, el 67,7% de los votantes naranjas se opone a la operación. Únicamente el 3,1% la secundó con muy buena valoración y el 7,7% la vio simplemente bien. El resto (15,4%) opina que fue regular.
Otro aspecto del barómetro puso de manifiesto los efectos de la moción de censura: López Miras aparece como el único líder que aprueba en valoración, con un 5,5, mientras que Martínez Vidal, que en el mes de diciembre conseguía su mejor puntuación, empeoraba su nota, al pasar del 5,1 al 3,6. Y no sólo no la aprueban los encuestados, sino tampoco sus propios seguidores, que la han valorado con un 3,1. De hecho, es la única líder que suspende entre sus propios votantes.
Las reacciones fueron dispares. Mientras el PP festejaba los resultados, presumiendo de que "la granada de la moción de censura ha estallado en las manos de aquellos que pretendían dinamitar un Gobierno legítimamente elegido por las urnas" -como así afirmó Miriam Guardiola, su portavoz-, Ciudadanos, en cambio, lamentaba que el Cemop se hubiera elaborado "antes de conocerse el informe de la Comisión de Expertos del Pacto Antitransfuguismo que califica a López Miras y a los cuatro diputados expulsados de Cs como tránsfugas".
La moción separó definitivamente los caminos de López Miras y Martínez Vidal. Y a tenor de lo visto, a uno le ha ido mucho mejor que a otro. Pues no sólo el PP ha logrado su mejor dato de las encuestas en lo que llevamos de legislatura, sino que además la sensación que tienen los populares es que gozan de una mayoría parlamentaria más estable que antes. Hay menos miedo a la ruptura. En cambio, Ciudadanos ha entrado en una vía crítica: el partido ha desaparecido del parlamento de Madrid y en la Asamblea Regional de Murcia apenas se mantiene con dos representantes, tras perder el control del grupo parlamentario, en manos ahora de los diputados tránsfugas.
