CARTAGENA. De los creadores de "Las mascarillas son innecesarias" y "La variante británica será residual" llegó en el pasico anterior "Los que no se vacunan son unos parásitos sociales". Sin llegar a la altura de "¿Arde el Zendal?", se trata de otra obra cómica digna de Anomalía, el último premio Goncourt. Aunque bien elaboradas y con una magnífica coreografía, el problema de estas ficciones es la inconsistencia de sus argumentos, o más bien de sus argumentadores.
Como la vacunación no es legalmente obligatoria en España, cualquiera es libre de no vacunarse sin merecer por ello ningún reproche. En las dictaduras solo puede hacerse lo expresamente autorizado por la ley, mientras que en las democracias puede hacerse todo lo que no esté prohibido por la ley. Como vivimos en democracia, nada podemos recriminar a los que no se vacunen, aunque cabría decirles que su conducta les perjudica y, a la vez, denunciar la tentación totalitaria que se oculta en pedir cuentas a alguien por ejercer un derecho. Ya saben lo de Marx: la libertad es la conciencia de la necesidad significa que los derechos son obligaciones, las cuales las fija el alto mando revolucionario.
"Ni hay ley de vacunación obligatoria, ni se la espera; Más bien todo lo contrario"
Alguien podría pensar que la solución, vista la gravedad de la pandemia, es convertir por ley la vacunación en obligatoria. Abstenerse de vacunarse sería perseguible y, presuntamente, los vociferantes verían satisfechas sus aspiraciones. El Gobierno español dispone de los votos socialistas, de los podemitas y de los los separatistas de toda laya, suma de escaños más que suficiente para aprobar una ley de vacunación obligatoria. Y, al parecer, eso es lo que reclaman sus bases, visto el escándalo formado contra los que no se vacunan. Pues bien, nada han hecho en ese sentido, que ni siquiera figura en la Agenda 2030. Ni hay ley de vacunación obligatoria, ni se la espera. Más bien todo lo contrario.
El presidente gallego Feijóo elaboró una ley de Salud en la que se preveía que, si el Congreso español autorizaba la vacunación obligatoria, Galicia la implantaría. ¿Qué hicieron los líderes políticos de buena parte de los vociferantes? Apoyándose en un dictamen del Consejo de Estado, que ellos solicitaron, presentar un recurso ante el Tribunal Constitucional. ¿En qué quedamos? ¿Es un escándalo digno de dimisión que las figuras públicas no se vacunen o es inconstitucional obligar por ley a que se vacunen? Al parecer, conviene mantener la voluntariedad de la vacunación, no vaya a perderse algún voto en el camino si la hacemos obligatoria, pero también conviene machacar dialécticamente a nuestros oponentes si no se vacunan. Pura inconsistencia.
"Si no te vacunas eres un parásito, pero si declaras obligatoria la vacunación eres un facha. Elige, ¿truco o susto?"
Si no te vacunas eres un parásito, pero si declaras obligatoria la vacunación eres un facha. Elige, ¿truco o susto? Truco: ese criterio nos convertiría a todos en parásitos, aunque, eso sí, en parásitos bendecidos por las autoridades sanitarias. En efecto, dichas autoridades no aprueban ninguna vacuna que no haya superado los pertinentes ensayos clínicos, los cuales consisten en probarla en miles de personas para averiguar si es seguro administrársela a la población en general. Ninguno de los que nos vacunamos, incluidos los vociferantes, es un pionero que se arriesga en beneficio de la humanidad, sino un prudente ciudadano que obra en beneficio propio, e indirectamente de los demás, pues solo nos vacunamos después de que muchos otros, incentivados convenientemente, hayan sido usados como cobayas humanas para nuestra seguridad. La prueba de lo dicho es que miles de ciudadanos han rechazado la vacuna de AstraZeneca ante las dudas de las autoridades sobre los rangos de edad adecuados de los receptores. La conducta de los vociferantes es, pues, muy parecida a la que ellos mismos denuncian. Lo dicho: inconsistencia.
Nota curiosa: las dos vacunas que han sido puestas en duda por las autoridades son unas ocho veces más baratas que las impecables. En un mercado de miles de millones de euros, da para pensar que lo barato sea lo que han logrado, sin motivo suficiente, poner en duda.
Con motivo de la primera aprobación del estado de alarma, la ministra Calvo declaró urgente modificar la legislación básica sanitaria para afrontar la pandemia, pues con las leyes actuales las regiones no podrían confinar. Meses después, Cs votó a favor de prorrogar la alarma porque Arrimadas había llegado a un acuerdo con el Gobierno español para elaborar esa nueva ley contra las pandemias. Ahora la ministra Calvo nos dice que no es necesario ninguna nueva ley y que las regiones pueden tomar medidas suficientes sin estado alarma ni ley especial. Y los vociferantes callan. Inconsistencia.
El grupo español del jubilado Enjuanes, que trabaja por amor al arte, tardará unos meses en culminar su extremadamente prometedora vacuna, que ataca al virus en varios puntos e impide no solo la enfermedad, sino la infección e incluso el contagio. En un alarde de modestia, ha declarado que no le falta financiación, sino que su lentitud se debe a lo novedoso de su método. Consistencia. Hay esperanza.
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Fe de erratas: Un paseante me señala que el genoma del virus de la covid es de ARN. Lleva razón. Por una errata, en el pasico anterior puse ADN donde debía haber puesto ARN. Afortunadamente, no altera para nada la validez de los argumentos. Agradezco esas observaciones, pues redundan en beneficio de los lectores.
JR Medina Precioso