CARTAGENA. Un clamor de voces, que iban de la indignación a la lapidación, se elevó de la tierra argárica cuando la consejera Campuzano declaró que no pensaba vacunarse, excepto si la vacunación masiva demostrase su eficacia. Como no es supersticioso, este martes y trece el Aparecido se vacunará y, respetando su libertad de hacer lo contrario, explicará ahora a todas las campuzanos por qué lo hará. El principal motivo es que le gusta vivir; no cree que todo acabe con la muerte corporal, pero no tiene prisa por adentrarse en el Más Allá, territorio desconocido. En consecuencia, considera que la opción más razonable en plena pandemia es vacunarse.
Los médicos aconsejan que las mujeres gestantes, y las que padecen alguna anomalía inmunológica, no se vacunen, pero muchas campuzanos han aducido otros motivos. Desmenucemos. Ha habido miles de muertos, han aislado el virus y elucidado la secuencia de su ARN, de modo que creer que la pandemia es un trampantojo cae en el campo de lo delirante. Lo siento por Bosé.
"La ventaja de vacunarse sobre no vacunarse es mayor de 70 a 1 para las personas de la edad de riesgo, y podría llegar a ser de 700 a 1 si la epidemia arreciase"
Las vacunas se han obtenido con inusual rapidez, pero hay explicaciones convincentes: se disponía de un amplio bagaje de conocimientos sobre las vacunas y los virus, se han empleado tecnologías muy avanzadas y eficaces, como las basadas en los ácidos nucleicos, se han invertido ingentes cantidades de dinero, han participado numerosos grupos de buenos científicos, han concurrido una pluralidad de empresas farmacéuticas y biotecnológicas, han competido países tan potentes como EEUU, China, Rusia, Suecia y el Reino Unido y, sobre todo, las autoridades han aceptado simultanear las distintas fases de los ensayos clínicos, que habrían tardado varios años en completarse de haberse realizado en serie, en vez de en paralelo. En suma, se ha trabajado con gran potencia de fuego, ingente redundancia y simultaneidad de ensayos; resultado: se ha tardado bastante menos de lo habitual sin comprometer de forma grave la seguridad del producto. Pero riesgos hay, ¿a qué negarlo?
Estamos ante las primeras vacunas de ARN mensajero (ARNm) para humanos, pero se habían ensayado en veterinaria, de modo que su novedad no es absoluta. Otras vacunas emplean virus atenuados, incapaces de producir infecciones graves, en cuyo ADN se ha insertado un gen que cifra una proteína covid, que desencadenará la respuesta inmunitaria protectora. Eso no tiene nada de novedoso y se viene empleando contra otras enfermedades sin problemas.
Es imposible que los ARNm provoquen ninguna infección, ni que conviertan al vacunado en un transgénico. Suponer que una inyección de ARNm pueda modificar los genes del receptor sería equivalente a suponer que subrayando un libro podemos alterar el molde de imprenta que lo produjo. El problema es justo el contrario: las moléculas de ARNm son tan frágiles que hay que conservarlas y trasportarlas a muy bajas temperaturas. Nota culta: se cree que el material genético de los primeros seres vivos era de ARN, pero, siendo tan frágil y efímero, en el curso de la evolución pasó a ser de ADN, mucho más estable y resistente.
"por qué tantos rechazan las vacunas. Los psicólogos apuntan pistas: Las que niegan la epidemia pueden padecer trastornos paranoides o narcisistas, pero es más corriente el temor a perder el control"
La vacuna AstraZeneca, y quizás la Janssen, puede desencadenar la formación de coágulos en las venas y de hemorragias, pero esas trombosis hemorrágicas son extraordinariamente infrecuentes y ya se sabe cómo tratarlas. Uno puede enfermar de covid aunque se vacune, pero eso solo le pasará a una pequeña minoría. La protección que confieren las vacunas es del orden del 90%, lo que significa que es diez veces más probable contagiarse si uno no se vacuna. Finalmente, es innecesario esperar a los resultados de la vigente campaña de vacunación, pues ya se habían probado con miles de cobayas humanas antes de que fuesen autorizadas. Además, tras vacunar a millones de personas en el mundo hemos aprendido que las vacunas son muy eficaces y conllevan un riesgo mínimo en comparación con sus beneficios. La razonable precaución que pide la consejera ya está satisfecha. No somos exploradores de islas nuevas, sino colonizadores de tercera generación que pisan sobre seguro.
Siendo eso así, resulta intrigante por qué tantas rechazan las vacunas. Los psicólogos apuntan pistas. Las que niegan la epidemia pueden padecer trastornos paranoides (todo el mundo conspira contra ellas) o narcisistas (son tan importantes que pueden fabricar su propia realidad, en la que no hay virus), pero es más corriente el temor a perder el control. Eso les ocurre a las que odian volar, aun sabiendo que es más fácil estrellarse en un automóvil: el coche lo conduce una y el avión el piloto, al que no controlo. Análogamente, puedo ejercer cierto control sobre mi contagio, pero no controlo a los que han hecho la vacuna o la han autorizado, ni las consecuencias de vacunarme; por tanto, la rechazo. Estos sesgos cognitivos, bien conocidos, pueden paliarse a base de informar de forma realista y sin ocultar la parte de verdad que tienen. Insultar, en cambio, suele ser contraproducente. Lo siento, vociferantes.
Sabiendo todo eso, cabe preguntarse si trae cuenta vacunarse. Respuesta: en plena pandemia trae mucha cuenta, pues la probabilidad de morir de covid si una no se vacuna es mucho mayor que la de morir de trombos si una se vacuna. La ventaja de vacunarse sobre no vacunarse es mayor de 70 a 1 para las personas de la edad de riesgo, y podría llegar a ser de 700 a 1 si la epidemia arreciase. No lo duden, campuzanos, trae cuenta vacunarse si preferís vivir a enfermar e incluso morir. Además, haríais un favor a vuestros familiares y allegados, pues disminuiría el riesgo de contagiarlos. En el caso de las campuzanos públicas, como la consejera, ayudaría a callar la boca a sus detractores, a los que dedicará el próximo pasico. El Aparecido tiene atenciones para todos.
JR Medina Precioso