CARTAGENA. Lo que el pasado mes de febrero se había convertido en una interesante posibilidad para invertir, ahora es un escenario poco probable y las empresas ni se lo plantean. El espacio comercial del Puerto de Cartagena busca quien lo gestione, pero este terremoto en forma de pandemia ha desbaratado los planes de los hosteleros cartageneros, que volvían a retomar las conversaciones con la Autoridad Portuaria y hasta desde la misma institución pública, que ahora ha tenido que paralizar todo este tipo de licitaciones para ocuparse de asuntos más importantes.
Con la publicación del estado de alarma han quedado suspendidos todos los plazos administrativos, por lo que en estos momentos no se puede sacar a licitacion de nuevo los locales.
Tras el último consejo de administración de la Autoridad Portuaria hace más de un mes y muy lejos aún las demoledoras decisiones económicas del Gobierno de España, fue la propia presidenta, Yolanda Muñoz, quien confirmó cierta predisposición de las empresas a escuchar y hacer sus propuestas. Ahora, la esperanza de que este espacio comercial encuentre quien lo quiera, se ha diluido.
Dos eran las compañías hosteleras de Cartagena con las que las autoridades portuarias habían retomado las conversaciones y ambas han declinado, de momento, cualquier intención de gestionar los locales comerciales.
Una, relacionada con el mundo de la noche, tenía intención, meses atrás, de hacerse con la gestión de las dos plantas de las que consta la superficie comercial, e incluso había llegado a un acuerdo con una marca cervecera para respaldar este proyecto económico, que le hubiera supuesto una inversión aproximada de dos millones de euros.
La segunda pretendía hacer uso solamente de la primera planta. Su previsión era poner en marcha una arrocería-marisquería, con un salón para banquetes y una capacidad para 250 personas; un espacio que quería recordar a los míticos restaurantes ya desaparecidos en el muelle de la ciudad.
En los dos casos, los hosteleros han dicho "no", por ahora, porque para ellos ahora es más importante buscar la fórmula de sacar adelante sus propios negocios, tras el cierre total de las actividades hosteleras desde el pasado 14 de marzo, que emprender nuevos proyectos que suponen un dinero del que ahora no disponen o que no quieren arriesgar.
Con este nuevo contratiempo que sufrimos desde marzo no va a ser fácil encontrar a corto plazo viabilidad a uno de los proyectos estrella del Puerto.
A mediados de 2018 comenzaron las obras de remodelación de este espacio comercial, que han supuesto una inversión de casi 1,2 millones de euros y que llevó a cabo la empresa Organización Empresarial del Levante y Pegiro. Se hizo una profunda adaptación de espacios y una renovación de su imagen, tanto exterior como en el interior, pero manteniendo la estructura actual. Cambios en los acabados de la fachada y sustitución de las balaustradas por barandillas de vidrio, además de mejoras en los accesos al parking y la vía pública
Por su parte, a comienzos de 2019, el espacio que corresponde a la planta primera y terraza, con una superficie de 1.400 metros cuadrados, se adjudicaba en una única concesión para uso de restauración a la empresa Gestión y desarrollo de Proyectos de Ocio 2010, SL & Rescorval. Esta misma empresa asumía también la gestión de los espacios comerciales de la planta baja.
Sin embargo, cuando todo parecía encarrilado, y tras agotar ocho meses de los que disponía la firma para acondicionar el interior de los locales y tomar posesión, decide solicitar una prórroga de tres meses ante la falta de compañeros de viaje que 'empujaran' económicamente en este proyecto. Tampoco fueron capaces de asumir el compromiso, por lo que el pasado mes de febrero la Autoridad Portuaria rescindía el contrato. Ahora, todo vuelve a comenzar de cero, o incluso por debajo de ese nivel.