MURCIA. Junio se podría decir que ha sido un mes perdido. La incógnita de la gobernabilidad de la Región de Murcia se mantiene exactamente igual que en la noche del 28 de mayo. Mientras que otras comunidades han allanado el terreno, algunas con más premura que otras (Valencia frente a Extremadura), la Región se acerca a su primera sesión de investidura sin los votos garantizados para su éxito, lo que aboca a mantener la incertidumbre, con un Gobierno (y todo su escalón de altos cargos de la Administración) en funciones. Y con la amenaza de una repetición electoral al acecho.
No sólo durante todo este tiempo ambos partidos se han mostrado firmes en sus peticiones iniciales, con el PP exigiendo gobernar en solitario y Vox negándose a otra cosa que no sea una coalición, sino que además no se ha producido ninguna negociación oficial. Sí hubo un contacto oficioso, un acercamiento saldado con un sonoro fracaso en el día previo a la elección de la Mesa del Parlamento. Según la versión de los populares, Vox les pidió la Presidencia de la Asamblea Regional; en cambio, según Vox, el PP no ofreció nada y sí "pidió todo a cambio absolutamente de nada", lo que, en palabras del líder regional de Vox, significa que "no existe la negociación". José Ángel Antelo también niega que haya exigido ninguna Consejería.
En cualquier caso, aquel encuentro no ayudó a acercar posturas, sino que empeoró el trato -sin romperse nunca del todo- y endureció las posiciones de cada uno. El PP impuso su rodillo para adueñarse de tres puestos de la Mesa, Presidencia incluida, y Vox se quedaba sin sitio, atónito al ver que las otras dos plazas se iban al PSOE. Antelo no pudo ocultar su cabreo en la rueda de prensa posterior, en la que dejó a entrever que "Génova quiere una repetición electoral". Y mientras en Valencia todo eran parabienes y pactos sellados con rapidez o en Baleares se concedían guiños y gestos, cediendo la Presidencia de su parlamento, en la Región quedaban bloqueados, enfrascados sin avanzar.
Y pese a que la mano siempre ha estado tendida por ambas partes, las dos fuerzas de la derecha murciana, que sumarían 30 diputados en una Cámara de 45 diputados, han elevado el tono y se han lanzado pullas mutuamente. Los populares ya verbalizan ante las cámaras lo que llevan diciendo en voz baja desde la noche de las elecciones: Vox tiene que decidir entre ceder el paso o aliarse con la izquierda en la investidura. "Sus votantes no entenderían que se uniera a PSOE y Podemos", incidió Marcos Ortuño, una de las personas de confianza de López Miras. Vox tampoco se ha achantado. Antelo, secundado por Santiago Abascal, respondía con un tajante 'no' a la propuesta de imitar la fórmula de Baleares con el argumento de que "López Miras no cumple lo que firma".
Aun así, el PP seguía adelante con su plan, decidido a ir una investidura sin votos suficientes y sin más oferta que un acuerdo programático, al estilo de Baleares, la tercera vía entre la coalición plena de Valencia o el caso de Extremadura (en el que sólo hay un consejero de Vox). Los populares esgrimen que tienen, descontando a las comunidades con mayorías absolutas, el mejor resultado autonómico (un 43%). Un argumento similar al de Vox, que obtuvo el mejor porcentaje de voto en la Región (un 18%). Ambos quieren rentabilizar los apoyos de las urnas, librando un pulso enconado.
Al menos este viernes el PP movía ficha y anunciaba su intención de llamar a Antelo el próximo lunes, una vez que se sepa la fecha de investidura, para poner en marcha una mesa de negociación. Un proceso, además, que quieren que sea transparente y público. Por el momento, Vox no responde a esta maniobra y prefiere esperar al lunes. El deshielo sigue, por tanto, sin producirse. Y mientras tanto la oposición contempla incrédula los dimes y diretes. PSOE y Podemos no se lo creen. A su juicio, es todo un "teatrillo". Sea o no un paripé, lo cierto es que el tiempo pasa y el Gobierno permanece maniatado en funciones.