MURCIA. Nos contaba hace unos días Murcia Plaza que las Pastelerías Luis Miguel se hacen cargo de la Confitería Viena, en la Trapería y a dos pasos de las Cuatro Esquinas, aunque el establecimiento, con 40 años de presencia en el céntrico emplazamiento, seguirá llevando el mismo nombre que en esas cuatro décadas, por tratarse de una imagen de marca muy reconocible y valorada entre murcianos y visitantes.
También ponía de relieve la información de este diario que se reformaría el local para modernizarlo, ampliando el escaparate y las zonas de mostrador y buscando una estética más actual, pero que se mantendría en su lugar el fresco que se conserva en el techo.
Y ese fresco, que ahora será de Pastelerías Luis Miguel, y que ha pertenecido durante los últimos 40 años a quienes han regentado Viena, fue con anterioridad uno de los emblemas de la Confitería Ruiz-Funes, nacida en 1820, nada menos y, como lucía en su publicidad, que había sido suministradora de la Casa Real.
"La gloria del confitero ha sobrevivido a cambios de propiedad, derribos y espacios diferentes"
Claro que la pintura, de la que fue autor el artista murciano Antonio Meseguer Alcaraz, nacido en 1851 y fallecido en 1914, fue realizada en realidad para un establecimiento anterior al que conocemos en la actualidad, ya que el que hoy contemplamos ocupó su actual espacio cuando se alzó el elevado edificio de viviendas, con fachadas a Trapería y San Cristóbal, en la década de los 70 del siglo pasado.
El título de la pieza, que ha sobrevivido a cambios de propiedad, derribos y espacios diferentes, es muy apropiado al tipo de negocio para el que fue creado: La gloria del confitero, y es una obra del año 1892.
En el mes de junio de aquel año, comentaba la obra El Diario de Murcia, anunciando que "ha de llamar verdaderamente la atención de los inteligentes en el arte de la pintura y también de los profanos, pues para nadie puede pasar inadvertido el mérito de dicho trabajo". "En él ha demostrado nuevamente su autor cuán legítima y justamente le corresponde el título de pintor aventajado y distinguido que tiene entre nosotros y que se ha ganado con su talento a fuerza de continuas producciones que han merecido elogios entusiastas y desapasionados de cuantos han tenido ocasión de admirarlas".
El trabajo de Meseguer para la confitería de Ruiz Funes era descrito así: "Un confitero, vestido con el traje que ordinariamente usan estos para el trabajo, está acabando de hacer algunas tortadas y golosinas; pero tan ricamente preparadas deben estar que unos cuantos angelitos, arrebatan de la presencia del industrial los dulces que fabrica. El confitero contemple admirado el atrevimiento de los ángeles, los cuales, a pesar de estar acostumbrados a los manjares de las confiterías de la Gloria, se dan de cachetes por coger un cartucho o un merengue de aquellos".
Ese mismo año, Meseguer donó un óleo titulado La loca para una rifa en favor del Manicomio Provincial, que se inauguró ese mismo año. Estaba situado, como ya se ha comentado alguna vez, en la parte más oriental del actual yacimiento de San Esteban, y su arco de acceso permanece como único vestigio de aquel gran edificio. Para cerrar aquel 1892, Meseguer fue nombrado restaurador del Museo Provincial, el actual de Bellas Artes.
No fue el techo de Ruiz Funes el único en su género en aquella Murcia de fines del siglo XIX y primeros del XX. Una de las confiterías más célebres de aquellos años fue El Centauro, instalada en 1898 en la plaza de San Bartolomé y con sucursal, poco después, en la calle de Sagasta, esquina con la del Pilar. Uno de los propietarios era el pintor José María Sanz Fargas, autor de numerosas escenografías del Teatro Romea, pero también notable en otras empresas pictóricas, como la decoración del techo de su propio negocio.
En 1900 llevó a cabo una pintura de cuatro por dos metros que decoraba el techo del establecimiento, con cinco niños a modo de angelotes jugando con guirnaldas, dulces y caramelos, con el título de Alegoría del cuerno de la abundancia.
Otro artista de aquel tiempo que participó activamente en la decoración de establecimientos comerciales fue José María Medina Noguera, como ya quedó escrito en estos ayeres hace dos años y medio al referirme a la Cervecería Seguí, instalada en la calle de Santa Isabel desde 1893, y de su sucursal, inaugurada en 1900 en Trapería, frente a la fachada del Casino.
"Las pinturas de Medina estaban en cafeterías célebres de los primeros años del siglo XX"
Fue en esta donde desplegó su arte Medina Noguera, yerno del cervecero, como relataba en Domingo de Ramos El Diario de Murcia: "Acaba de montar un nuevo establecimiento, como sucursal del primitivo, en el sitio más céntrico y concurrido, en la calle de la Trapería, frente a la nueva fachada del Casino. ¡Y vaya una cervecería! Es un establecimiento elegante, a la moderna".
Y sobre la decoración: "El hijo político del señor Seguí, el joven y notable pintor decorador señor Medina Noguera, ha hecho allí como un pequeño museo de paisajes y marinas. De aquellos y de estos, los hay de mérito indiscutible. Hay un lienzo de gran tamaño al frente, en una segunda pieza del establecimiento, que es un paisaje deliciosamente sentido y ejecutado: un trozo de río, del nuestro, con sus pintorescos ribazos y frondosos márgenes. Hay otros de anáIogo asunto e igual factura en varios testeros, y hay marinas preciosas y detalles decorativos que bastarían a acreditarle si el joven Medina no tuviese ya bien ganada una reputación dentro del género artístico a que se dedica".
Las pinturas de Medina se encontraban también en otros cafeterías célebres de los primeros años del siglo XX, como El Sol, El Moderno o El Oriental, pero ninguna de ellas ha sobrevivido al paso de los años y al adiós de los establecimientos que ocuparon y de los inmuebles que los acogían. Sin embargo, como muy bien se explica en el blog Modernismo y Art Decó en la Región de Murcia, sí se puede admirar una excelente muestra de su buen hacer en el antiguo Hotel de Matías Pérez Carrillo, en Fortuna, edificio ocupado hoy por el Ayuntamiento de la localidad.