MURCIA. Con el calor del verano de nuevo el Mar Menor es protagonista excepcional de la actualidad. No precisamente por sus agua cristalinas o por ser uno de los atractivos turísticos más singulares del mediterráneo, sino por su continuado deterioro.
De ser un potente motor de la actividad socioeconómica se ha convertido en el paradigma del fracaso. Pasan los meses y los años y en lugar de mejorar se mantiene en una permanente degradación.
Mucho se ha escrito y dicho sobre causas, efectos y soluciones; pero poco o casi nada se ha hecho. La vieja frase "del dicho al hecho hay un buen trecho" es más que una realidad en el caso del Mar Menor.
"Algunos parece que prefieren mantener el problema que solucionarlo porque se acaba su protagonismo"
Mucho esfuerzo para dotarlo de personalidad jurídica (¿es posible? ¿sirve para recuperarlo?) o monitorizar sus parámetros fisicoquímicos y poco para solucionar su constante degradación. Algunos parece que prefieren mantener el problema que solucionarlo porque se acaba su protagonismo.
El abandonado Mar Menor es utilizado para disputas políticas y atacar la base del progreso y bienestar de la Región como es la agricultura. Se pretende torticeramente responsabilizar del deterioro del Mar Menor a la agricultura y al Trasvase Tajo-Segura.
La actividad agrícola, proscrita y demonizada; los turistas, huyendo del pavoroso escenario de unas aguas verdes y turbias; los proyectos turísticos, paralizados por falta de confianza de los inversores; mientras se sigue discutiendo sobre modelos, proyectos, financiación o responsabilidades.
La costa de la Región de Murcia más atractiva y de mayor riqueza medioambiental se encuentra abandonada a su suerte, mirando continuamente al cielo y suspirando porque una nueva DANA no llegue a estos territorios.
Mientras tanto la actividad comercial, turística, deportiva y vacacional se deteriora hasta limites intolerables. El mercado inmobiliario bajo mínimos y la depreciación de las viviendas y los alquileres hacen mella en la economía local, ya de por sí duramente golpeada por las sucesivas crisis que estamos padeciendo.
Se discute sobre competencias, mientras se consiente un continuo aporte de agua dulce procedente del acuífero colmatado y de las escorrentías. Se pretenden evitar las inundaciones de las poblaciones ribereñas y su vertido al mar, sin un desvío perimetral de las lluvias torrenciales que las provocan.
La mayor amenaza del Mar Menor proviene de la propia naturaleza que intenta aterrarlo de forma lenta y pausada, así como de la falta de renovación del agua debido al anegamiento de las golas de conexión con el mediterráneo. La disminución de masa de agua ha sido causada, a lo largo de los siglos, por los arrastres de las escorrentías y ramblas por efecto de las lluvias y los afloramientos del acuífero.
Se interviene en el interior del Mar Menor retirando toneladas de biomasa y lodos, pero se mantienen las causas de su deterioro. Muchos esfuerzos y recursos que solo logran una mejoría parcial y momentánea porque no se interviene eliminando las causas de la degradación, con lo que nunca sanará.
Regenerar el Mar Menor es cuestión simple: permitir un flujo estable de agua desde el Mediterráneo a través de unas golas bien gestionadas, eliminar los vertidos de agua dulce del interior mediante redes separativas de pluviales en los pueblos costeros y un canal perimetral que desvíe ramblas, escorrentías, drenajes y lixiviados para su posterior reutilización en agricultura.
Se conseguiría disminuir el aporte de nutrientes y la eutrofización de las aguas, se mantendría la salinidad adecuada para recuperar la biodiversidad autóctona y se recuperarían las aguas transparentes y cristalinas con el consiguiente impulso turístico, vacacional y ambiental del entorno.
¿Cuánto tiempo más tendrá la sociedad que seguir padeciendo y lamentando está situación? Hay soluciones, recursos procedentes de los presupuestos regionales, estatales y europeos y talento para llevar a cabo los proyectos. ¿A quién beneficia no recuperar el Mar Menor?
Miguel Ángel Cámara Botía
Catedrático de Química Agrícola
Director Cátedra de Ecoeficiencia Hídrica
Universidad de Murcia