la nave de los locos / OPINIÓN

Yo quiero verte danzar

Esto se hunde, compatriotas. España carece de un Gobierno que la defienda; da lo mismo que vivamos en Santa Pola o en Ceuta. Nos han tomado la medida de país ineficiente y acobardado. Menos mal que nos queda Portugal y Franco Battiato. Bailemos al son de su música mientras nuestro Titanic se va a pique

25/05/2021 - 

MURCIA. En mi cita semanal con mis adorados lectores iba a escribir sobre una pesadilla que me asaltó un día después de la muerte del escritor José Manuel Caballero Bonald, premio Cervantes en 2012. Un servidor, que anda borracho de lecturas de Lovecraft, volaba el Ministerio de Cultura y se reservaba dinamita para hacer lo mismo con el de Educación y Descanso. Después huía por la Gran Vía, vacía de coches como en una película de Amenábar. A mis espaldas oía los pasos acelerados de gente desquiciada que me perseguía dedicándome toda clase de insultos y amenazas.

Con miedo giré la cabeza y creí reconocer a los hermanos Almodóvar, a Rosa Montero y Benjamín Prado, a Juan José Millás, y a dos parejas de escritores oficiales, la formada por Luis García Montero y Almudena Grandes, y la de Elvira Lindo y Antonio Muñoz Molina. Sus rostros desencajados por temor a perder una subvención, una canonjía o tal vez un premio literario regional, presagiaban lo peor. Cuando estaban a punto de darme alcance en un Madrid infernal, me desperté sobresaltado. Tenía la frente empapada de sudor. 

"Nosotros, apátridas forzosos, danzamos escuchando a Battiato, indiferentes a la suerte de un país que se hunde en el fondo de la historia"

Mi pesadilla surrealista fue una premonición. Esa misma mañana leí, en el diario de los monárquicos, que ningún representante oficial del Ministerio de Cultura, ni de la Comunidad de Madrid, ni de la Junta de Andalucía había acudido al funeral del poeta jerezano, de conocidas simpatías progresistas. ¡Y eso que era uno de los suyos! Ni una triste corona de flores le mandaron. Conocida la noticia de su muerte, el Ministerio publicó un tuit de condolencia, acompañado por una foto de… ¡Rafael Sánchez Ferlosio!

En fin, aunque parezca lo contrario, en algo hemos avanzado en este país gobernado por cabezas de chorlito. Ahora no se fusila ni se encarcela a los escritores; ahora sólo se les ignora.

Te asomas al mundo y da pánico

Iba, como decía, a escribir sobre esa pesadilla, fruto de mi quebradiza salud mental. No es para menos. Vivimos en un sinvivir desde la llegada del bichito chino. Hay que ser muy fuerte para no perder la cabeza. Te asomas al mundo y da pánico. Te gustaría bajarte del tren de la historia pero no te dejan. Lo último ha sido la invasión marroquí en Ceuta, alentada por el tirano del Sur. Invasión y no ‘crisis migratoria’ o ‘humanitaria’, como sostienen las televisiones del Régimen.

Marruecos, con una larga y estudiada estrategia para hacerse con Ceuta, Melilla y Canarias, nos ha tomado la medida. Sabe que lo que tiene enfrente es un Gobierno débil, ineficaz y cobarde, sin crédito en la política internacional, el payaso de las bofetadas de nuestros enemigos históricos. Hasta el carcamal de Biden, santón de los progresistas, nos ha dado la espalda.        

También podría escribir sobre el asalto marroquí, pero no lo haré por pereza y sobre todo por prudencia; leeríais palabras desagradables de las que me arrepentiría dentro de unos años. Me limitaré a consignar que Ceuta es la frontera entre la civilización y la barbarie.

Estamos tan solos como los ceutíes

España es atacada por el norte y el sur; se hunde en todos los frentes, en el social, el económico y el educativo, en todos. Y no hay tabla de salvación donde agarrarse; sólo esperar a que los cascotes de esta decadencia —una más en nuestra historia— nos pille a cubierto, con el casco puesto. Estamos tan solos como los ceutíes. Nadie nos defenderá. Los que mandan son como un chimpancé harto de grifa conduciendo un autocar por una carretera en un puerto de alta montaña. El pasaje va acojonado, y el que sabe rezar reza, y el que no, cruza los dedos.

España, barco a la deriva, se hunde. Hay botes para pocos y ya están comprometidos. Nos queda permanecer en cubierta viendo cómo el casco es devorado por las aguas del mar. Para nuestra suerte, hay un artista, un músico, un juglar moderno que pone música y espíritu a estas horas de inquietud y desconcierto.

Es él: es Franco Battiato, el genio del pop italiano, el Franco bueno que gusta a conservadores y progresistas, la nariz más poderosa y famosa desde la de Góngora, nuestro centro de gravedad permanente.

El disco de Battiato que no me devolvieron

Battiato, desaparecido la semana pasada, nos sirve de consuelo y alivio en estos días inciertos. A finales de los ochenta lo escuchaba con frecuencia. Hasta me compré un disco que presté y no me lo devolvieron. Nunca he vuelto a prestar un disco ni un libro. Battiato nos dejó canciones de gran belleza como Yo quiero verte danzar.

Al componerla parece que pensaba en nosotros y nos hacía la siguiente invitación: escojamos a la pareja ideal, esa que se mueve en el terreno de los sueños, abracémosla y comencemos a bailar en cubierta, sin reparar en la mirada obscena de los curiosos. Esto hace agua. Esto es España. España es el Titanic. Battiato, desde el cielo, en compañía de un coro de arcángeles, pone la letra y la música. Nosotros, apátridas forzosos, danzamos al ritmo de sus canciones, indiferentes a la suerte de un país que se hunde en el fondo de la historia. Se lo ha ganado a pulso.  

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