MURCIA. El arte tiene sus enigmas, sus detectives, sus sorpresas, sus personajes misteriosos... Uno de ellos era el conocido hasta hace no mucho como 'Caballero español', la única pintura de Velázquez que se conserva en una colección pública en Roma, en la Pinacoteca de los Museos Capitolinos, y cuya mirada parece retar al espectador a preguntarse qué historia esconde este retrato de un hombre joven, esbelto y de buena presencia, cuya fecha de ejecución e identidad se han descubierto poco antes de la pandemia. Se trata Juan de Córdoba, agente curial en Roma, y amigo y confidente del pintor sevillano, quien lo pintó en 1650. Pero no es lo único que estas pesquisas en el mundo del arte han desvelado; también que fue canónigo del Cabildo de la Catedral de Murcia. No se tiene constancia de que el enigmático personaje -del que cada vez se tienen más datos- visitara la tierra donde recibió este nombramiento... hasta ahora. Ya que el cuadro de Velázquez ha salido por primera vez de Italia para que pueda exponerse en Murcia (además de en Madrid), en una muestra en el Centro Cultural Las Claras que se podrá visitar desde este jueves hasta el 9 de octubre.
Titulada Velázquez y Juan de Córdoba, la exposición está organizada por la Fundación Cajamurcia en colaboración con la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y comisariada por el catedrático José María Luzón, académico de número y bibliotecario de esta última institución. Se trata, pues, de una ocasión única de contemplar este retrato de Velázquez y de conocer la historia que tiene detrás. Tarea que no ha sido fácil, ya que ha conllevado un sinfín de burocracia y papeleo (que han llevado meses) y realizar un traslado con todas las medidas de seguridad que se deben tomar cuando se trata de una obra de arte de esta importancia; incluida un caja "especialísima" en la que ha viajado en avión y que no se ha abierto hasta llegar a su destino: una sala que ha tenido que constatar que cumple una serie de requisitos, los mismos que tiene en los Museos Capitolinos.
Así lo han explicado en rueda de prensa el propio Luzón; Federica Maria Papi, conservadora de los Museos Capitolinos; y Pascual Martínez, director de la Fundación Cajamurcia, quienes han informado de que el retrato salió de Roma, de forma excepcional, hace unos meses para exhibirse por primera vez en España -en Madrid- tras haber sido identificado el personaje. Cuando se descubrieron los vínculo del personaje con Murcia, y dada la buena relación de las tres instituciones, se planteó que también visitara la ciudad, donde la exposición del cuadro está acompañada de documentos históricos.
Recientes estudios e investigaciones han sacado a la luz esta relación, basándose en pliegos oficiales que recogen cómo, por designación del Papa Urbano VIII, en 1643 Juan de Córdoba fue nombrado canónigo del Cabildo de la Catedral de Murcia, puesto que ocuparía hasta 1646. Tres documentos, dos de ellos fechados en 1643 y el tercero en 1645, acreditan este hecho: el Auto de nombramiento y el Acta de toma de posesión, conservados en el Archivo de la Catedral de Murcia, y un protocolo notarial procedente del Archivo General de la Región de Murcia.
Aunque el clérigo cordobés estuvo poco tiempo vinculado a la Catedral y a la Diócesis de Cartagena, tres años, su mención como canónigo sobrevivió de manera permanente en la inscripción de la lápida funeraria que dedicó a su tío Juan Rubio de Herrera, en la iglesia antigua de Santiago de los Españoles en Roma. Un epitafio donde Juan de Córdoba se presentaba como "canónigo cartaginense y agente de negocios del reino de Nápoles ante la curia romana por designación real", entre otros cargos.
Las investigaciones ofrecen también nuevos datos sobre los lazos comerciales y de amistad que unían al protagonista del retrato con el pintor sevillano. La historia que se evoca en esta exposición se remonta a 1649, cuando Velázquez, pintor de la Corte española y ayuda de cámara del Rey, emprendió su segundo viaje a Italia por encargo de Felipe IV, uno de los mayores coleccionistas de arte del siglo XVII. La misión era ardua y ambiciosa: conseguir pinturas y vaciados de las mejores esculturas clásicas para decorar el Real Alcázar de Madrid.
Para llevar a cabo este trabajo, el pintor sevillano contó con la valiosa ayuda del clérigo Juan de Córdoba, agente curial del virreinato de Nápoles que manejaba una importante red de contactos heredada de su tío, Juan Rubio de Herrera. De Córdoba no solo le ayudó en sus pesquisas y ejerció de cicerone, sino que llegó a convertirse en la mano derecha de Velázquez, su amigo y confidente, jugando un importante papel en su vida que se prolongó más allá de la estancia del artista en Italia.
A pesar de esa estrecha y documentada relación, desde 1725 se desconocía la identidad del protagonista del retrato, pues se perdió la pista de su nombre en los numerosos cambios de propietario. Hasta que recientemente, tras casi tres siglos de dudas y conjeturas –incluso se especuló con un posible autorretrato de juventud–, la investigadora Francesca Curti ha despejado la incógnita identificando a Juan de Córdoba, pudiendo además fijar la fecha hacia 1650 teniendo en cuenta que Velázquez lo conoció en su segundo viaje a Italia, de 1649 a 1651. Este importante descubrimiento ha revalorizado la obra y la ha puesto de actualidad, generando un nuevo interés para instituciones y coleccionistas.
Se trata de un hilo del que siguen tirando los estudiosos y que, según anuncia Luzón, seguirá nutriéndose de nuevos datos ahora que ya se sabe dónde fue bautizado. "Todas estas sorpresas han sido explosivas", asegura, al tiempo que señala que son descubrimientos que abren más la puerta para seguir indagando sobre otros personajes que retrató el genial pintor sevillano.