La esperanza es esa cosa con plumas
que se posa en el alma,
y entona melodías sin palabras,
y no se detiene para nada
Emily Dickinson
MURCIA. Este septiembre, en mi pequeño universo laboral en el que giran la Docencia, la Atención a la Diversidad, la Orientación educativa y la Política aplicada, se han alineado: jubilaciones, aprobados de oposiciones, relevos de directivas, cierres de sedes y apertura de plataformas, como señales en el cielo. Y junto a la nostalgia de tiempos pasados en otros institutos, otros coles, otras administraciones, con otros compañeros y otras ilusiones, se ha colado, tozuda, la esperanza de un cambio de ciclo, de que las nuevas caras traigan la transformación de la vieja fórmula del "porque siempre se ha hecho así", en la de "vamos a intentarlo".
"crece la esperanza de que sea este curso en el que demos la bienvenida a lo grande a la Atención a la Diversidad"
Llegó la nostalgia, por una cita con el recuerdo de un instituto de San Javier, el Ruiz de Alda, donde la alegría y la ilusión contagiada por la docencia, el compañerismo, la amistad y el respeto a mi perfil profesional, hicieron de esos años unos de los mejores en mis inicios como Orientadora. Y siguió el melancólico septiembre, con la despedida de Loli Sánchez como presidenta de Apoemur, Asociación de Profesionales de la Orientación Educativa de la Región de Murcia. Echamos la vista atrás, hasta el 2012, cuando Loli, nos invitó a sumar, a ponernos los sombreros para pensar de Eduard Bono y a hacer visible la labor de la Orientación educativa en la Región. Un trabajo voluntario y cooperativo, que puso el norte de la Orientación en la Calidad de la Educación y, que multiplicó las voces de sus profesionales, con nuevas promociones que ahora toman el relevo, reivindicativas y cañeras.
Voces necesarias, para contar que la Orientación educativa, que históricamente ha sufrido un maltrato institucional con una sobrecarga de funciones y tareas, con falta de recursos y de reconocimiento, que ha trabajado y trabaja en trasteros, garitos y edificios sin salidas de emergencia. Necesarias para decir "se acabó". Se acabó ser válidos para hacer cribajes masivos y tareas administrativas, ser rehenes de una interminable burocracia, ser puestos para atender las necesidades educativas del alumnado y acompañarlo en la construcción de sus proyectos de vida, pero tener que hacerlo con ratios imposibles, que cuatriplican las recomendaciones internacionales de un Orientador educativo por 250 alumnos.
Tristemente, ha sido necesaria una pandemia y un empeoramiento dramático de la Salud Mental de nuestros alumnos y alumnas, para que los medios se hagan eco de aquellos profesionales que intentamos recordar que no existe un alumno estándar, que niños y niñas son seres con emociones, historias personales y circunstancias que conocer, atender y entender, antes de que estallen las minas que cada día pisan en los centros educativos: crisis, acosos, abandonos, violencia. Y por eso ahora, la sociedad reclama un modelo de prevención y la profesionalización de la Orientación, en un sistema educativo que promueva oportunidades de aprendizaje para todos.
Afortunadamente, en estos últimos cursos también ha mejorado la respuesta de la Administración Regional. Así lo reconoció la presidenta de Apoemur en su despedida. Hay una mayor predisposición a la escucha y al acuerdo en la Consejería de Educación. Ciertamente, este curso se ha incrementado la plantilla con el segundo orientador en veintiún IES de más de mil cien alumnos y se han sumado diecisiete Orientadores en Equipos, existe el compromiso para mejorar herramientas informáticas, minorar burocracia y recuperar reuniones de equipos de trabajo mensuales. Aunque queda sin resolver, todavía, la cuestión de la docencia del Orientador en Secundaria, cajón de sastre para muchos equipos directivos y punto olvidado de las mesas de negociación.
En un curso de cambios y reformas, en la nueva era de la Inclusión, ya es hora de que lo que fue innovación educativa en los noventa, se convierta en punto de partida de la gestión de los servicios y motor de reactivación de la Educación pública, y no caiga en el olvido de los codiciados presupuestos.
En un otoño de renovación, con las competencias y los medios a nuestro alcance para salir del ciclo del fracaso y el abandono, crece la esperanza de que sea este curso en el que demos la bienvenida a lo grande a la Atención a la Diversidad, no solo en el membrete, y en el que digamos adiós a la Orientación educativa de barracón y apagafuegos.