hecho a mano / OPINIÓN

Un psicoterapeuta, por favor

13/11/2022 - 

MURCIA. Ir al psicólogo ya no es cosa de locos. Al contrario, soy de las que opina que hay que estar muy cuerdo para cruzar esa línea. En España otra cosa no, pero creencias limitantes llevamos un capazo a cuestas cada uno. De ahí que luego pase lo que pasa: los hombres sienten la responsabilidad económica de la familia, las mujeres deben cuidar de sus obligaciones en el hogar, hay que estudiar para ser algo en la vida, lo mejor es ser funcionario (bueno, esta es verdad)… Paparruchas que llevamos a fuego en la piel y que a veces tienen desenlaces terribles cuando sientes que has fracasado.

"Lo siento, pero sin glamour, no hay psicólogo"

Pero aligeremos el tono que saben que el drama no es mi estilo. He ido al psicólogo en alguna ocasión, pero ese ambiente de mesa camilla con tapete de crochet no es para nada lo que yo me esperaba… Ahí los dos…, que nos falta un café con leche y un paquete de María para mojar. ¿Dónde está el diván de las películas? ¡Yo quiero mi diván! De cuero brillante, color tabaco y rodeada de una biblioteca infinita. Lo siento, pero sin glamour, no hay psicólogo.

Sin embargo, he descubierto que todos tenemos un psicoterapeuta de cabecera. En realidad, varios, uno para cada problema. Porque usted no habla con el mismo amigo cuando tiene un problema de trabajo que cuando tiene un problema con la psicópata de Tinder, ¿verdad? Cada uno de nuestros amigos, amigas, amigues, tienen una sensibilidad distinta para cada ocasión.

Sí, las amigas son maravillosas y la vida con ellas es maravillosa. Me fascina salir a andar con las amigas, porque nos adelantan los caracoles. ¡Pues claro!, es que si fuéramos persiguiendo a las liebres no nos daba el resuello para hablar. Y nosotras a lo que salimos es a hablar, a hacer terapia. Andar es la excusa. Patrullas enteras de mujeres te encuentras por Tentegorra o el Malecón. Adoro a esas septuagenarias enfundadas en sus Kelme con las faldas de paño y las calcetas media tímidamente asomando según el brío de la marcha de cada una. ¡Fantásticas!

Hay otros tipos de psicoterapeutas más sofisticados. En los últimos tiempos he descubierto una que me lleva como la seda. Tengo todos los tornillos engrasados y por mis poros se respira la paz interior. ¿Qué quién es? La asistenta. Olvídense de terapias de pareja y otras majaderías, la asistenta es la solución a los problemas conyugales…, siempre y cuando no se la esté tirando su marido, claro. Aunque según como se mire a lo mejor también es la solución. Con esta hablo poco, porque si no me sale más cara a la hora que el psicoterapeuta, pero merece más la pena aunque no tenga diván.

No hay nada más terapéutico que abrir tu casa y que todo huela a limpio, abrir tu armario y ¡ahí está! la camisa blanca que te pusiste ayer, lavada, planchada como si nada hubiera pasado, la olla humeante en el fuego, como cuando tenías diez años… y para ti, todo el tiempo del mundo.

Busque en su subconsciente su psicoterapeuta y tire de él: la cervecita de los sábados, su musiquita en el coche, el café de la mañana, la sesión de masaje… ¡disfrútelo! Y si no pida un amigo. Siempre están ahí para nosotros.

Gracias por su lectura.  

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