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tribuna libre / OPINIÓN

Un latido aterrador

21/02/2023 - 

MURCIA. Los partidarios del aborto suelen preferir hablar de interrupción del embarazo. La abajo firmante, que se opone a la desinformación, estaría de acuerdo con esa definición si tal entelequia existiese. Me explico: interrumpir suena a provisional. Cuando nos dicen que se ha interrumpido el tráfico ferroviario solemos entender que, en breve, se reanudará el servicio. Pero en el aborto no hay nada provisional: se trata de un acto de consecuencias absolutamente irreversibles. Lejos de interrumpirse nada, lo que hay es un término, una cesación, una irreversibilidad. Hablar de interrupción es confundir, y a eso me opongo.

Voluntaria suena a libremente decidida, pero rara es la ocasión en la que abortar no esté condicionado por las circunstancias de la posible madre. Puede que viva en la pobreza, peligre su trabajo o sus relaciones más cercanas, se sienta abandonada por el padre de futura criatura... Y los abortistas no la informan sobre los apoyos disponibles, sino solo le ofrecen que aborte.

Hablar en ese contexto de voluntariedad constituye un sarcasmo. Rara es la mujer que, en condiciones óptimas, decide abortar. Y si lo decidiese no debería justificarlo en su libertad, habría que explicarle que ya la ejerció cuando concibió a su hijo. Cumplida información, ante todo.

Y, finalmente, embarazo. Se simula que la mujer es la única protagonista del aborto, pero eso es doblemente falso: también están implicados el padre del cigoto y el propio cigoto, fruto de la cópula entre sus progenitores. En resumen, no hay tal cosa como una interrupción voluntaria de un embarazo, sino una liquidación irreversible de un embrión humano sometida a las circunstancias de la madre. Y a esa distorsión de la realidad me opongo.

"oponerse a la más completa información sobre el aborto es una pura hipocresía"

A la vista de lo anterior se entiende mejor la ola de indignación que ha desatado en la izquierda española la posibilidad de ofrecer a la preñada que escuche el latido del corazón del embrión que ha generado. Un tal sonido es obviamente inofensivo, pero aterra a los abortistas. Y los aterra porque destruye de raíz el eufemismo de llamar interrupción del embarazo al aborto. Una vez que el latido de su corazón resuena no hay ninguna posibilidad de obviar que allí, además de una mujer, hay un embrión. Y un embrión humano. La voz que los abortistas pretenden acallar no es, pues, el sonido del corazón, sino la de la conciencia de la embarazada. Les aterra que sienta que no está quitándose una verruga, sino acabando irreversiblemente con la vida su hijo. Tan grande es su afición a que las mujeres aborten que se oponen a que la interesada comprenda en profundidad lo que está a punto de hacer. Repasemos sus argumentos.

Dicen que ofrecerle escuchar el latido implica tratarla de ignorante, pues ella sabe muy bien lo que va a hacer. Si eso fuese así, ¿por qué habría de molestarla oír esos latidos? Si le sobra información, apenas se trataría de un detalle redundante. Pero no es así. Los abortistas la han convencido de que su embrión solo es un acúmulo de células, como una molesta verruga. Y claro, oír el latido destruye esa ficción, ese engaño. Puede que la mujer sienta en ese momento que no va a quitarse ninguna verruga, sino que va a liquidar la vida de un embrión humano. Pero yo prefiero la información completa.

Todavía más aberrante resulta el argumento de que la ecografía o el estetoscopio podrían perjudicar al embrión. Y es aberrante porque se trata de un embrión a punto de fenecer. Es como si se le negase un pitillo a un condenado a muerte diciéndole que no le convendría a sus pulmones. ¿No es engañoso fingir preocupación por el bien del embrión que vamos a apiolar? Se necesita más información.

Por último, aducen que se trata de proteger la libertad de la mujer. Si eso quisieran, le ofrecerían toda una gama de alternativas, pues solo entonces la mujer tendría una posibilidad real de elegir. Si entonces prefiere abortar, que lo haga. Pero no porque no le quede otra.

Lejos de resultar avanzado, oponerse a la más completa información sobre el aborto es una pura hipocresía. A cualquier persona que vayan a operar le hacen firmar una larga serie de datos y advertencias, ¿por qué no a las que piensen abortar? Por una lamentable mezcla de oscurantismo e hipocresía. Quieren que la mujer aborte sin plena conciencia de lo que va a hacer. Como docente, estoy a favor de la más completa información, latidos, si se tercia, incluidos. Nada de vendas en los ojos; el acto libre hay que afrontarlo a cara descubierta.

María Tortolero 

Catedrática emérita de Microbiología

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