MURCIA. El 8 de marzo es un día de celebración y reivindicación. De celebración por todo lo conquistado, y de reivindicación por todo lo que nos queda por avanzar mientras vigilamos y nos aseguramos de que no damos un paso atrás. Celebramos por ello la inclusión del aborto como derecho constitucional en Francia y que Sumar lleve la iniciativa para transitar el mismo camino en nuestro país.
Desde que ingresé a la universidad en 2010, he participado en espacios y manifestaciones feministas. En aquel entonces solo éramos unas pocas cientos, y celebro con gran alegría y orgullo que desde 2018 seamos un movimiento tan amplio, diverso y transgeneracional. A veces se escucha que ahora el feminismo es más mainstream que nunca y, si bien es cierto que personas con discursos bastante controvertidos y preocupantes se autoproclaman feministas, considero que es buena noticia que cada vez seamos más quienes nos definimos parte del mismo. Las mujeres y, con nosotras, el conjunto de la sociedad avanzamos en derechos, en visibilidad, en influencia, pero, paralelamente hay una reacción machista que busca replegarnos a los tiempos más oscuros de este país. Esto no es nuevo, con cada avance siempre ha habido una resistencia de los sectores más reaccionarios que se niegan a perder privilegios.
"nos faltan propuestas políticas y esfuerzos dirigidos a hacer pedagogía con los hombres"
Para mí, y para muchas de nosotras, tejer alianzas con el resto de las luchas (LGTBIAQ+, antirracismo, anticapacitismo, etc) es el camino más coherente para acabar con la base de todos los problemas sociales: el sistema patriarcal y capitalista que busca exprimir personas en beneficio de unos pocos. La importancia de esas alianzas radica en ensanchar la democracia y hacer del feminismo un movimiento diverso y emancipador para la mayoría. Pongo tres ejemplos concretos de la importancia de esta unión de luchas: uno, no me importa tanto que se rompan techos de cristal si las mujeres racializadas siguen sufriendo suelos pegajosos; dos, si el Instituto de la Mujer no representa a todas las mujeres (y representa solo a las cis) y anula a algunas (a las trans) ese organismo no nos sirve; y tres, si no hay políticas suficientes de conciliación y corresponsabilidad se seguirá dejando atrás a las mujeres que decidan ser madres y limitará a otras que quieran serlo y, por tanto, no estaremos avanzando todas.
Por tanto, pienso que no seremos una sociedad libre hasta que todas las personas lo seamos. Esto, por supuesto, incluye a los hombres. En el feminismo ha habido un debate largo sobre el papel que deben jugar los hombres para hacer avanzar el feminismo. Hoy en día creo que está bastante claro que quienes están concienciados tienen un gran poder para influir en todos los espacios que ya ocupan para acabar con las dinámicas patriarcales. Pero como sociedad en conjunto, nos faltan propuestas políticas y esfuerzos dirigidos a hacer pedagogía con los hombres; si no, no se explican los datos de feminicidios, violencia de género o agresiones sexuales.
Además de políticas de intervención, nos hacen falta propuestas de reinserción y prevención. En cuanto a esto último, estamos abandonando y fallando a los chicos más jóvenes que reciben mensajes muy misóginos sobre cómo relacionarse con las mujeres por parte de algunos influencers de la manosfera. Por suerte, en contraste hay también perfiles de hombres (y mujeres) que tratan de llevar otro mensaje sobre masculinidades deconstruidas o relaciones basadas en el buen trato y la igualdad en redes sociales como es el caso de Masculinidad subversiva y Hombres contra el patriarcado.
Pero ¿dónde están las instituciones? Entre otras acciones, necesitamos introducir la coeducación como herramienta básica para el cambio social desde los centros educativos para llegar a las generaciones más jóvenes. Entender que las relaciones basadas en la igualdad son más satisfactorias, que los roles de género son moldes impuestos socialmente en los que no tenemos que encajar y que hombres y mujeres seremos más libres si tenemos las mismas oportunidades es responsabilidad de las políticas públicas.
Y no puedo acabar este artículo sin hacer mención especial al ecofeminismo. Necesitamos un planeta con condiciones habitables y que pueda cubrir nuestras necesidades básicas para poder desarrollar vidas alegres y plenas. Que haya poca ambición climática por parte de la mayoría de los gobiernos del mundo nos llevan al desastre que se traducirá en más desigualdad e, inequívocamente, siempre será mayor para las mujeres, especialmente para las del Sur global. Es urgente más conciencia y más políticas ecofeministas que pongan en el centro la vida y los cuidados.
Si el feminismo no incluye una perspectiva interseccional, nos estamos dejando a la mayoría atrás.
Helena Vidal Brazales
Exdiputada regional y candidata a las elecciones europeas por Verdes Equo
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