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como ayer / OPINIÓN

Tras el rastro del Licenciado Cascales

30/12/2021 - 

MURCIA. Reivindicaba hace unos días Francisco Chacón, catedrático emérito de la Universidad de Murcia y director del Centro de Estudios Históricos e Investigaciones Locales de la Región de Murcia, la figura del eminente erudito murciano Francisco Cascales con ocasión de la conmemoración del 400 aniversario de su magna obra: Discursos históricos de la Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Murcia.

Cascales, además de dar nombre al más céntrico Instituto de la ciudad desde el curso 1981-82, se lo dio también a una calle, de tan principal emplazamiento, que arranca del denominado kilómetro cero de los caminos regionales, en la plaza de Esteve Mora para conducirnos a la de Romea, y que antes y después de llevar el nombre del humanista se llamó y se llama de Jabonerías.  

"en el 380 aniversario del fallecimiento de tan notable personaje, nuestros munícipes podrían devolver a Cascales un lugar en el callejero local"

Fue a finales del siglo XIX cuando se alentó en Murcia la determinación de rendir homenaje a través del callejero a una serie de personajes ilustres de la historia de la ciudad y del reino murciano que no habían sido distinguidos con tal presencia pese a sus innúmeros merecimientos: Saavedra Fajardo, Belluga, Polo de Medina o el citado Cascales, entre otros.

Y fue así como la plaza de Palacio pasó a serlo de Belluga y las calles de la Rambla del Cuerno, del Cabrito y de Jabonerías mudaron su denominación por Saavedra, Polo y Cascales, respectivamente. Pero al cabo de los años, ésta última, que en el sentir y decir popular nunca cambió de nombre, volvió a ser oficialmente la calle dedicada al gremio de los jaboneros, como reza su rotulación. 

Y el Licenciado Cascales, con todos sus méritos a cuestas, fue desalojado del callejero de la ciudad, aunque cuente con ese reconocimiento en un par de pedanías y en varias localidades de la Región. Como pasó con el poeta Zorrilla, como ya se relató en estos 'ayeres', o con Díaz Cassou, con el agravante de haber sido desalojado del callejero por dos veces, primero de la plaza de las Flores y después de la actual avenida de la Flota.

Lo que me brinda ocasión para citar entre los ilustres que han sido olvidados tras su exclusión del nomenclátor viario al premio Nobel, nada menos, Santiago Ramón y Cajal, que dio nombre, oficialmente, a la calle de la Sociedad (de Amigos del País) entre 1922 y 1964, año en el que el Ayuntamiento vino a reconocer que los murcianos no habían asumido en 42 años la nueva denominación y volvió a la anterior, pero sin hacer un hueco al gran médico y científico en otras latitudes urbanas.

Pero el hilo conductor de este relato era Cascales, y a él regreso para recordar al lector que, aunque despojado de su calle, el literato es objeto de mención en dos lápidas que localizará sin dificultad en el centro de la ciudad. La una, en el interior de la Iglesia de Santo Domingo, entrando por la fachada principal del templo (la de Romea), lado derecho.  

"En las antiguas bóvedas de la capilla mayor fueron sepultados los venerables restos del Licenciado Francisco Cascales, insigne historiador, notable filólogo y esclarecido humanista. Murió en esta ciudad de Murcia el 30 de noviembre de 1642. A su eterna y feliz memoria. La Comisión Provincial de Monumentos, 1902", reza la marmórea inscripción.

"el conde de Roche aportó la prueba de que el insigne historiador murciano no murió en Cartagena, ni fue enterrado en el convento de los franciscanos"

Fue el conde de Roche, vicepresidente de dicha Comisión, quien en la sesión celebrada en septiembre del mismo año aportó la prueba documental de que el insigne historiador murciano ni murió en Cartagena, ni fue enterrado en el convento de los franciscanos de dicha ciudad, como erróneamente se venía afirmando, sino que su fallecimiento tuvo lugar en Murcia, según constaba en la parroquia de Santa María (por entonces la Catedral era también sede parroquial), y que, con arreglo a lo dispuesto en el testamento que otorgó, fue sepultado en la iglesia del convento de Santo Domingo, en el enterramiento que tenía en la capilla mayor, junto al panteón a los religiosos.

Basándose en esta argumentación, el conde de Roche propuso a la Comisión que, puesto que ya se sabía con certeza dónde estaban las cenizas del gran maestro, se acordara que en aquel sitio se colocase una lápida conmemorativa, que el propio conde costeó a sus expensas.

La otra placa está a dos pasos del Instituto que hoy lleva el nombre del licenciado, en la fachada de lo que fue Seminario Diocesano, y lo seguía siendo cuando se colocó en el año 1942, a modo de homenaje a quien dedicó años de instrucción en aquellas históricas aulas, dedicadas hoy a Escuela de Arte Dramático y Danza.

El texto inscrito, que acompaña a un relieve representando el busto del escritor, obra del escultor murciano Juan González Moreno, dice así: "A honra y memoria del preclaro literato murciano licenciado Francisco Cascales (1564-1642), humanista y preceptor eximio, historiador de su patria, poeta y crítico eminente. La provincia y ciudad de Murcia, con la Academia de Alfonso X el Sabio, graban y decoran aquí su ilustre nombre, conmemorando el tercer centenario de su muerte. 30 noviembre 1942".

La marmórea dedicatoria fue descubierta el domingo 29 de noviembre del año citado, a las doce del mediodía, con la presencia, entre otras autoridades,  del  director general de Bellas Artes, que lo era por entonces el marqués de Lozoya. Una banda de música y el Orfeón Fernández Caballero interpretaron el Himno a Murcia.

A las seis de la tarde, en sesión de la Academia Alfonso X El Sabio celebrada en los salones de la Real Sociedad Económica de Amigos del País, fueron glosados los juicios encomiásticos sobre Cascales en la literatura y en la crítica nacional, con cierre del acto a cargo del citado marqués de Lozoya, que amén de director general era ya por entonces miembro de las Academias de la Historia y de Bellas Artes.

El lunes 30 de noviembre, día del tercer centenario, tuvieron lugar las solemnes exequias en la Iglesia de Santo Domingo, con una misa presidida por el canónigo de la Catedral y prefecto de Estudios del Seminario, Juan de Dios Balibrea. El elogio fúnebre estuvo a cargo de fray Justo Pérez de Urbel, monje benedictino del Monasterio de Silos. Se interpretó el réquiem de Lorenzo Perosi, a cargo de la Schola Cantorum del Seminario y elementos de la Orquesta Sinfónica de Murcia. Por la tarde, se ofreció un concierto en el Teatro Romea a cargo de la Orquesta Sinfónica de Murcia y el Orfeón Fernández Caballero, bajo la dirección del maestro murciano José Salas.

Cuando estamos a unos meses de cumplirse el 380 aniversario del fallecimiento de tan notable personaje, nuestros munícipes podrían plantearse, entre los propósitos para el año nuevo a punto de estrenarse, el de devolver a Cascales, y a otros respetables desposeídos, un lugar en el callejero local. Seguro que no faltan calles de nueva apertura para adjudicarles.

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