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Tesorería y beneficios

26/09/2020 - 

MURCIA. Hace unas semanas ya escribí sobre la gestión de tesorería en la empresa: su importancia, y en concreto qué podemos hacer en tiempos de crisis.

Hoy me gustaría detenerme en dos conceptos que, aunque aparentemente conectados, tienen muy poca correlación, sobre todo en el corto plazo: la tesorería y los resultados (beneficios o pérdidas).

Aunque tengamos muy poca experiencia, resulta fácil comprender que es posible estar perdiendo dinero (incluso durante largas temporadas) mientras disponemos de una tesorería "desahogada". Los motivos pueden ser muy variados: la obtención de una nueva línea de descuento que nos permita "anticipar" un mayor volumen de ventas, la mejora de los plazos de cobro a clientes (reducción) y de pago a proveedores (ampliación), la obtención de un crédito, etc.

Y enfrascados en la multitud de tareas que nos ocupan el día a día, todos tendemos -aunque sea inconscientemente- a correlacionar una y otra vez esos dos conceptos, quizás porque la tesorería es algo más "palpable" y por eso puede influir más directamente no sólo sobre nuestro estado de ánimo, sino incluso sobre nuestra percepción de la realidad.

Recuerdo cuánto me llamó la atención a los pocos meses de empezar mi carrera universitaria la afirmación de un profesor de contabilidad que nos decía: "la tesorería de una empresa es una realidad, el beneficio es una opinión". Tanto me sorprendió que es de las pocas cosas que escuché durante esos años de estudio y aún retengo textualmente. Y desde luego, con el tiempo he ido descubriendo la sabiduría que encierra, y he podido comprobar la facilidad con la que la olvidan –la olvidamos- en ocasiones muchos empresarios y profesionales de las finanzas.

También me acuerdo con cariño del propietario de una empresa familiar en la que trabajé. Era un señor al que conocí ya mayor: un auténtico líder entre sus empleados, además de un genio de la venta y con una intuición única para “crear” nuevos productos que arrasaban en el mercado, en nuestro sector de actividad. Y una anécdota me ayudó a “reforzar” eso que había escuchado la Facultad.

Para él la "tesorería", aparte del "pool" bancario, era sobre todo el primer cajón de su mesa de despacho. Cajón que nunca cerraba con llave, pero que por ese liderazgo del que hablaba, era respetado por todos los empleados, y por sus hijos, algunos de los cuales trabajaban también en la empresa.

El caso es que a su mesa -además de para despachar algún asunto- acudíamos todos en busca de "tesorería": desde el conductor de la furgoneta que tenía que llenar el depósito o pagar una pequeña reparación (las tarjetas para carburante aún no se habían extendido…), la secretaria que tenía que ir a por algún material de papelería urgente, aquel que necesitaba un adelanto de su nómina, etc.

Él "gestionaba" esa tesorería, en la que también había ingresos de cobros por las ventas al contado. Y de vez en cuando (al ver disminuir sustancialmente esos recursos) decía a los vendedores: "señores, hay que vender más".

Él no había tenido la suerte de poder formarse pero fundó una empresa que hoy es referente en su sector.

Por suerte esa empresa se profesionalizó a tiempo, pues efectivamente en los años en que la conocí pasaba por algunas dificultades causadas entre otros motivos por esa confusión entre la tesorería y los resultados. Confusión que puede llevar a no dedicar tiempo a controlar los escandallos, a no analizar con el debido detalle las ventas para establecer políticas propias, etc.

Hablaba al principio de que es posible estar sufriendo pérdidas mientras disponemos de una tesorería "desahogada". Pero también nos puede ocurrir lo contrario: tener un negocio muy rentable y pasar dificultades para atender los pagos ordinarios.

El caso es que esa "realidad" de nuestra tesorería exclusivamente considerada, la mayor parte de las veces puede engañarnos, y no corresponderse con el verdadero objetivo de la empresa: la obtención de beneficios.

¿Qué debemos hacer? Casi siempre acabamos en lo mismo, pero es la solución: el análisis y la gestión. Ver dónde estamos, y tomar nosotros las riendas para situar nuestra tesorería donde queremos que esté hoy y en un futuro, y como siempre digo: con orden y sistemática.

No quiero extenderme más, así que dejo para otro artículo la segunda parte de la afirmación de mi profesor sobre el beneficio.

Javier Giner Almendral

Economista

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