El joven tenista de El Palmar, aún de 17 años, muestra una madurez impropia. Tras estar dos semanas encerrado en la habitación del hotel en el que está alojado en las Antípodas, solo y a casi 20.000 kilómetros de casa, gana con solvencia, como hizo el pasado años después de pasar cinco meses sin disputar un partido por la covid