MURCIA. Cuando la Diputación Provincial puso en marcha la restauración y readaptación del viejo Colegio de San Esteban para dar un nuevo uso al imponente recinto, que acabaría siendo el de sede del Gobierno de la Región de Murcia, su estado era realmente calamitoso.
Tras la marcha al nuevo complejo de Espinardo de la antigua Casa de Misericordia, o Casa José Antonio en la época franquista, en el año 1969, las instalaciones aún acogieron durante un tiempo la Imprenta Regional y el tristemente desaparecido Museo del Traje Folklórico, pero el deterioro fue imparable a partir de entonces.
En una publicación de 1989 que describía el proceso de rehabilitación y los antecedentes históricos del complejo, se especificaba que los edificios que componían el conjunto de 14.400 metros cuadrados en un avanzado estado de abandono que contrastaba con la centricidad del espacio, sobre todo a raíz de la apertura de El Corte Inglés en 1973, que supuso un desplazamiento del centro comercial de la ciudad hacia el noroeste.
Además de la iglesia de San Esteban y el hoy denominado Palacio, había entonces una serie de edificaciones adosadas al último por el lado de Poniente, linderas con el callejón de Burruezo, que hoy mantiene el nombre, pero no el aspecto, y unas casuchas de propiedad privada en ruinas que la Diputación adquirió para cuadrar la parcela cuando vio llegada la hora de darle al conjunto arquitectónico y al entorno un aspecto acorde con su historia, su valor y su dignidad.
La publicación mencionada señalaba que la parcela "totalmente abandonada y mal cercada era refugio de vagabundos y delincuentes, constituyendo un auténtico basurero en el centro de la ciudad".
"el Colegio de San Esteban, creado por el obispo Almeida mediado el siglo XVI, es uno de los edificios civiles más antiguos"
Consciente de aquella situación la Diputación encargó a sus arquitectos un proyecto que abarcara la rehabilitación de la iglesia y el antiguo colegio de la Compañía de Jesús, a la vez que se convocaba un concurso de ideas nacional para adecuar y ennoblecer el entorno. A este respecto, es curioso que el mismo entorno vuelva a pender, medio siglo después, de un concurso de ideas, en este caso el que ha de dar solución al yacimiento arqueológico hallado hace ya 15 años.
La propuesta de ajardinar la zona aneja al conjunto monumental fue lo que condujo a la Diputación a ceder el espacio al Ayuntamiento en enero de 1979, a cambio del compromiso de llevar adelante el proyecto del entorno.
En cuanto al edificio del antiguo colegio de los jesuitas, el plan de rehabilitación buscó desde el primer momento el respeto por los elementos más valiosos que se conservaban, como eran el claustro y la escalera principal y la recuperación de espacios interiores muy deteriorados y transformados, como el patio, todo ello sin perjuicio de que los acontecimientos que transformaron la antigua provincia de Murcia en Comunidad Autónoma y llevaron a la desaparición de la Diputación dieran lugar a un cambio radical de orientación sobre los usos del inmueble.
Y si en un primer momento se pensó en dar continuidad a algunas de las entidades que ya habían tenido acomodo en San Esteban, como la Imprenta Regional o el Orfeón Fernández Caballero, más la novedad de una gran Biblioteca, finalmente se decidió que fuera la sede de la Presidencia de la nueva Comunidad Autónoma. De modo que el último gran proyecto impulsado y puesto en marcha por la Diputación terminó por ser destinado al organismo que la hizo desaparecer. Las obras se iniciaron en agosto de 1982 y concluyeron en marzo de 1985.
"los jesuitas instalaron en la capital del Reino de Murcia uno de sus primeros colegios"
Entre las actuaciones más llamativas estuvo la de devolver su esbeltez a las columnas del claustro, que habían sido recortadas en casi un metro cuando en los años 50 del pasado siglo se elevó el nivel del patio para mejorar el desagüe. De este modo, se hicieron unas falsas basas como nuevo pie de las columnas, dejando soterrado el tramo restante y los verdaderos pies.
En la intervención de la primera mitad de los 80 a la que nos venimos refiriendo, se levantó todo el suelo y se recuperaron las partes que estaban cubiertas, se descubrió la galería superior del claustro, que había sigo cegada para aprovecharla como dependencias y se suprimió la fuente situada en el centro, que había perjudicado bastante la conservación de aquel espacio.
De este modo, se recuperó y valorizó el conjunto del Colegio de San Esteban, creado por el obispo Almeida mediado el siglo XVI y, en consecuencia, uno de los edificios civiles más antiguos de la ciudad. El prelado era, como delata su apellido, portugués, y vino a España en el séquito de la reina Isabel, hija del rey del país vecino, Manuel II y esposa de Carlos I. Esto sucedió en el año 1526.
En 1539 alcanzó la dignidad de obispo de Astorga, donde permaneció durante tres años, pasando luego a León, hasta 1546, y de allí a Cartagena, diócesis de la que tomó posesión el día 13 de julio del año citado.
Poco antes, con ocasión del célebre Concilio de Trento, tuvo ocasión de conocer en Roma a los jesuitas Laínez y Salmerón, el primero de los cuales se convertiría, en 1556, en el segundo general de la Compañía de Jesús, sustituyendo a San Ignacio de Loyola. Unos dicen que este encuentro fue lo que llevó a Almeida a procurar y financiar el asentamiento de los jesuitas en Murcia. Otros, que una visita al duque de Gandía, el que luego sería sucesor de Laínez al frente de la Compañía y subiría a los altares con el nombre de San Francisco de Borja.
Lo cierto es que los jesuitas instalaron en la capital del Reino de Murcia uno de sus primeros colegios. Según el relato que hacía el cronista de la ciudad, José María Ibáñez, allá por el año 1934, fue en 1554 cuando el obispo escribió al futuro santo para que enviase algunos jesuitas con el fin de abordar la fundación, y Borja le envió a cinco de las casas de Valencia y Gandía , con el padre Juan Bautista Barma al frente, que sería el primer superior.
Hasta entonces, el prelado limitó sus proyectos a labrar a su costa un edificio donde morasen algunos padres, dos de los cuales anduviesen dando misiones por los lugares del obispado. Pero luego fue más allá, y resolvió fundar un gran Colegio, a cuya construcción mandó dar principio en terrenos propios junto a una casa y jardín de que disponía extramuros de la ciudad, pero muy cerca de la puerta que llamaron de los Porceles. "Y la fábrica de casa y templo salió tan suntuosa, que en España tiene pocos, igualmente magníficos, la Compañía", concluía la crónica.