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EL GATO EN LA TALEGA  / OPINIÓN

El potencial de la Estación de Ferrocarril de Cartagena

24/10/2024 - 

Hace ya semanas que se difundió la noticia de que hay visto bueno unánime, público y privado para la integración ferroviaria en Cartagena que permita la llegada de la Alta Velocidad. Al parecer, todavía están redactando los pliegos y hay esperanza de poder sacarlos a licitación el próximo año. En tres años es posible que alguna máquina ande haciendo algo al respecto, por si acaso, acompañaron la noticia con la aclaración de "siempre y cuando no surja un contratiempo", similar a la de "sujeto a disponibilidad presupuestaria" infalibles para comprometerse sin riesgos.

En las historietas de Francisco Ibáñez, Mortadelo y Filemón cada día se proponen felices la misión de turno, que invariablemente tiene contratiempos. En su mayor parte estos accidentados imprevistos sobrevienen por la inutilidad propia, aun cuando se disfrazan de la ajena. El más gordo de los imprevistos previsibles en el caso del tren de Alta Velocidad o el esperpento que hay actualmente desde Cartagena es la financiación compartida entre Administraciones. Como quiera que su buena ejecución es un auténtico dineral de compromiso a largo plazo, es indiferente que el poder ejecutivo en ellas sea del mismo color político o del antagónico para llegar a buen término de estas cosas vinculadas al transporte ferroviario que tienen el campechano 'visto bueno' de unos y otros. En el cómic, llegados al punto del inicio de la historieta en el que se conoce la misión, hace su aparición el invento de turno del Doctor Bacterio, que ayudará a su resolución y que, en este caso ferroviario, no es otro que el denominado "fondos europeos". Pues bien, si hemos crecido leyendo a la rocambolesca pareja de agentes, ya sabemos que ni con estas innovaciones arriban a buen puerto porque el problema es de fondo, de los agentes en sí, con los que se alía la "mala suerte", el tiempo, los trámites, el mal funcionamiento del otro, la imprevisión y la falta de aprender de los errores, entre otros imprevistos.

El edificio que alberga la Estación de Ferrocarril de Cartagena está incluido en las guías turísticas. Figura dentro del Itinerario Modernista y Ecléctico del Ayuntamiento de la ciudad. En la página de ADIF puede leerse que "es una de las estaciones más bonitas de toda España" datando el edificio en 1907 como "obra de Víctor Beltrí siguiendo los planos de Ramón Peironcely" y la decoración del ceramista Daniel Zuloaga. Sigue un texto alucinante: "El conjunto muestra una gran cantidad de vanos tanto en arco de medio punto como rematados por pequeños frontones triangulares. El acceso principal está ampliamente decorado con cerámica y elementos modernistas. La cornisa luce un reloj en la fachada exterior y el nombre de Cartagena en la fachada de andenes. La estación es de carácter terminal". ¡Vaya si lo es!

"Me pregunto por todas esas restauraciones sin alma que deambulan por ahí como si fuesen expediciones punitivas"

Quizá una foto ante la fachada consuele a visitantes y usuarios, porque lo que viene a ser la conservación y el uso del interior de este edificio emblemático es lamentable y con muy pocas luces. Imagino que esperan avanzar con la obra de la Alta Velocidad para su integración en la ciudad, considerando que parecen creerlo un satélite de la misma. Para sumar al tema integrador, todos sabemos cuál es la ubicación de la Estación, a la que se han facilitados los accesos directos de zonas en las que aún queda bastante por hacer, colocando incluso un paso de peatones en un lugar demencial para todo aquel que acceda por coche a la ciudad. La planificación externa e interna de este lugar es un auténtico despropósito y raya la falta de respeto por el legado cultural. Mi última experiencia en la querida Estación acabó con una indignación galopante mientras veía las grietas en las paredes y la provisionalidad de "pegado postizo" del diseño de la oficina de expedición de billetes. Si intentas descubrir algún vestigio de historia, en alguna triste pared puedes ver fotografías antiguas que gritan frente al desperdicio del legado.

Me pregunto por todas esas restauraciones sin alma que deambulan por ahí como si fuesen expediciones punitivas. Bien sea por falta de presupuesto o por carencia de un respeto hacia el arte. Lo cierto es que se hacen actuaciones para modernizar que ni logran ese objetivo, ni valoran la historia del lugar. Esto es como las corporaciones municipales de la motosierra para las que los árboles de hoja caduca son productores de "suciedad". La falta de visión y conocimiento solo es equiparable a la osadía de la estulticia. Y es que, la red de ferrocarril en España nació radial y sigue con el títere del radio. Cartagena está en la esquinita, así que figúrense lo bien que nos va el radio de Madrid seguido de el de Murcia. Para mayor activación, el monopolio de compañía se termina y los anchos de vía siguen sin ritmo de adaptación por la zona. En fin, no voy a citar aquí el de Vía Estrecha (antes FEVE y ahora RENFE-ADIF), que abarca unos enclaves y tradiciones vilipendiados sobre los que hay tanto que narrar.

La Estación de Ferrocarril de Cartagena tiene un potencial tremendo para un proyecto integral de restauración más allá de lo ramplonamente aceptable. Eso sin hablar de las conexiones que no existen y afectan a su funcionalidad. Visto el desastre de Corvera tras trasladar el aeropuerto de San Javier al secarral con vistas al imperio Amazon, o el infierno en el que se ha convertido el tráfico de Murcia en aras a una sostenibilidad estrambótica sobre papel, lo que sucede es que los argumentos que sustentan las decisiones de unos pocos que afectan a todos, son inválidos para esos todos sencillamente porque no obedecen a una mínima lógica. Sabiendo esto, es difícil tragar con las noticias que maquillan la realidad.

Mortadelo y Filemón terminan su misión indefectiblemente con el fracaso, perseguidos por alguien que desea escarmentarlos, disfrazado el primero, y huyendo. Al concluir su lectura, si no has soltado varias carcajadas, como mínimo, has sonreído. Visto lo visto, por no llorar, también con esto nos reiremos. 


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