CARTAGENA. El Museo Carmen Conde-Antonio Oliver en Cartagena ha sido el escenario en el que el Ayuntamiento ha presentado la nueva edición del libro Jaguar puro inmarchito de la escritora cartagenera, que ha publicado Ediciones Torremozas al cuidado de Fran Garcerá, quien también es el autor de la introducción y las notas de este volumen.
A esta rueda de prensa han asistido Ignacio Jáudenes, concejal delegado de Cultura y vicepresidente del Patronato Carmen Conde-Antonio Oliver; Fulgencia Plazas, coordinadora de Archivo y Bibliotecas y Directora del Patronato Carmen Conde-Antonio Oliver; y Cari Fernández y Fran Garcerá, técnicos de Archivo y Bibliotecas de ese mismo Patronato.
Jaguar puro inmarchito se publicó por primera vez en 1963, tras el viaje que Carmen Conde y Antonio Oliver realizaron en ese mismo año a Centroamérica, invitados por Nicaragua, para que Oliver pronunciase diversas conferencias con motivo de los días grandes anuales de Rubén Darío, del cual fue uno de los grandes especialistas. Este libro es el testimonio de la honda impresión que aquel paisaje americano y sus gentes causaron en Carmen Conde. Hasta el punto que, como afirma Garcerá en su introducción y como podrán comprobar quienes se acerquen al libro, poéticamente "Carmen Conde ruge y arde en sus pulsos roncos la memoria de aquella tierra. Y su jaguar late en nuestra sangre, para siempre".
En este mismo acto, Ignacio Jáudenes ha anunciado que el Patronato Carmen Conde-Antonio Oliver suma a los fondos de su Museo un fragmento de una de las ramas del famoso cedro casi centenario que Vicente Aleixandre plantó en su casa de Velintonia de Madrid. Este hogar fue conocido como la casa de la poesía durante los años de posguerra, puesto que allí acudieron muchos de los jóvenes poetas para conseguir el magisterio de Vicente Aleixandre. Sin embargo, muchos olvidan que que en el segundo piso de la misma residió Carmen Conde y allí tuvieron lugar interesantes reuniones y tertulias poéticas.
En algún momento, la escritora guardó un fragmento de una de las ramas más grandes de este cedro y, el 20 de septiembre de 1986, se lo regaló a Luzmaría Jiménez Faro y al marido de esta, Antonio Porpetta, con la siguiente dedicatoria: "Luzmaría y Antonio, soy del cedro que yo quise, Carmen". Ahora, un fragmento de aquella casa, de su cedro y de la historia literaria, gracias a la donación realizada por Marta y Paloma Porpetta Jiménez, reposa en la ciudad de Cartagena.