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DIARIO DE UNA JUBILACIÓN / OPINIÓN

¡Qué horror, la agenda en blanco!

13/11/2022 - 

MURCIA. Hablando con mi amigo J. M., ex alto cargo de los cuerpos de Seguridad del Estado y jubilado hace un par de años, rememora cómo al cabo de dos meses de su irremediable pase a la ese, en cierto modo limbo, hay quien le señala que "habla como gangoso". Así que visita a su médico de toda la vida y le detecta una "tensión altísima" al tiempo que le dice: ¡Hombre, Pepe, ¿no te das cuenta de que se te ha descolgado un poco la comisura del labio? Y es que estaba precocinando un ictus afortunadamente detectado a tiempo. Pero inmediatamente le dice el galeno: ¡Qué esperabas después de tantos años de tensión diaria, y ahora sin nada que hacer! 

Las consultas de tu médico de Atención Primaria están llenas de personas que encuentran en sus achaques la oportunidad de contarlo a otros y escapar de su soledad; otras que periódicamente van a renovar sus recetas y otras, especialmente ejecutivos pero no los únicos, a quienes con la jubilación se les destapa el frasco de las esencias corporales con una retahíla de deficiencias funcionales que, aun ya dando avisos previos en los últimos años, muestran ahora con la inacción su cara menos deseable: tensión arterial más que descompensada, cardiopatías, cólicos nefríticos, parálisis intestinal, apnea, etc... 

"tal cambio requiere generar un plan de actuaciones que faciliten la adaptación a la nueva situación"

Esto le pasa a cualquiera, pero aunque no cuento con la base de sesudos estudios científicamente contrastados, la observación de años y muchas conversaciones como psicólogo-coach y consultor RRHH me indica que suele coincidir con profesiones cuyas tareas están sometidas de continuo a una interrelación con personas de su entorno (colaboradores, clientes, proveedores, representantes institucionales, competidores, etc.) , a quienes deben aportar ideas, soluciones en base a decisiones que cumplan las expectativas generadas hacia ellos, a las que el rol profesional desempeñado obliga. Hablamos de empresarios, directores (CEO, COO, CMO, CFO, CIO, CTO, CCO y CDO) y ejecutivos, que trabajan habitualmente 12, 14 o 16 horas —incluidas algunas fiestas de guardar— que, como me decía la muy conocida periodista Carmen Castelo: "Van a trescientos por hora y de repente se quedan en veinte, y claro, no saben gestionarlo". 

Es evidente que tal cambio requiere generar un plan de actuaciones que faciliten la adaptación a la nueva situación, minimizando el impacto del vacío que se siente al ver las páginas de la agenda en blanco, dejar de recibir llamadas, mensajes de emails y wahtsapp perentorios, y los encuentros con las personas concretas que esperaban una solución a sus necesidades. 

Si estás próximo a la jubilación quizá puedas dedicar un tiempo a pensar en esto, y que además del reloj de pulsera —o el watch— y la placa o el bolígrafo grabado con tu nombre, te ofrezcan este tipo de apoyo, pues afortunadamente ya hay expertos para casi todo, que te pueden facilitar este tránsito.

Diego A. Yepes

Psicólogo Coach Acreditado

"40 años humanizando empresas"

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