Mitin en Los Alcázares. Fotos: LA ROCA
MURCIA. En una región donde seis de cada diez votantes apoyaron a la derecha en las elecciones generales de 2023, Los Alcázares asoma amable y predispuesta para recibir con los brazos abiertos a Pedro Sánchez. Este municipio enclavado en el corazón del Mar Menor es un feudo para el socialismo murciano. En una comunidad donde nueve de las diez poblaciones más habitadas cuentan con alcaldes del PP (a excepción de Águilas), el PSRM-PSOE elige este bastión, donde siete de cada diez vecinos respaldaron al socialista Mario Pérez Cervera, para celebrar el gran mitin de la campaña de las elecciones europeas y, sobre todo, para acoger la visita del presidente del Gobierno.
Es la primera vez que Pedro Sánchez pisa la Región desde su reelección el pasado mes de noviembre. Su última visita se remonta un año atrás, también por campaña electoral, cuando protagonizó un mitin en el Príncipe de Asturias de Murcia. Aquel día inyectó un subidón de autoestima a su partido. Ahora regresa a una localidad que conoce bien, pues ya acudió en febrero del 2022, en una visita al Balneario de la Encarnación, y en 2019, tras el grave episodio de anoxia que dejó miles de peces muertos en las costas.
Suena Los Perros en la Plaza del Espejo, la canción de los cartageneros Arde Bogotá. Hace viento y ondean banderas rojas del PSOE, además de los arcoíris de la LGTBI y las azules de la Unión Europea. También se alzan enseñas rojigualdas. "Compañeros y compañeras, bienvenides a la Región de Murcia", anuncia el speaker. Irrumpe Pedro Sánchez enfundado en camisa vaquera y tejanos, su reconocido outfit informal de campaña. Hoy no habla el presidente, sino el líder del partido. Cruza la plaza sonriente aunque se toma su tiempo: saluda, besa, abraza y posa para los selfies, y hasta firma ejemplares de Tierra firme. La gente le quiere.
Le flanquean Teresa Ribera, la cabeza de lista y todavía vicepresidenta tercera y ministra; así como el líder regional, José Vélez, y el candidato murciano para el Parlamento Europeo, Marcos Ros (número 17 de la papeleta). Muy cerca se sitúa la plana mayor del PSRM: el diputado murciano Francisco Lucas, la parlamentaria Carmina Fernández, entre otros muchos. También está Santos Cerdán, el secretario de Organización. Tampoco se lo pierden antiguos líderes del PSOE regional, como Rafael González Tovar y Diego Conesa. Hace cuatro años el alhameño intervino en el mitin, aquellos tiempos en los que el PSOE saboreaba victorias electorales en la Región. Y, por supuesto, el anfitrión, el alcalde Cervera.
El primero en tomar la palabra es José Vélez. "¡Estamos contigo, Pedro; estamos con Begoña!", arranca, apuntando contra el fango. "Los bulos, el odio y los ataques serán derrotados". Aunque pronuncia un discurso leído, a Vélez se le nota cómodo en estos escenarios. Arenga al presidente a seguir peleando y pone en pie a la concurrencia. "Pedro, Pedro", corean. Qué es un mitin sino un chute de autoestima. "Luchas por España, no contra España", elogia el calasparreño, que también se acuerda de su principal adversario, Fernando López Miras. "¿Cómo le va a tener miedo el presidente de España que más ha invertido en la Región?".
Sube Marcos Ros. La estampa del Mar Menor, hermosa y azul, luce a su espalda. "Vamos a construir un dique para proteger la laguna", exclama. "Ni un paso atrás". El murciano saca pecho de su partido y sostiene que ha sido la voz del Mar Menor en Bruselas. Lo dice con elegancia, porque, en realidad, más que su formación ha sido él quien ha llevado los temas regionales al Parlamento Europeo, en su condición de eurodiputado. Ahora aspira a revalidar el escaño. La Región siempre ha obtenido representación de forma ininterrumpida desde 1994. Ros da las gracias a Ribera. También agradece al alcalde y este se pone en pie, exultante y con el puño al viento. Otra vez corean "Pedro, Pedro".
Hay aplausos, pero también hay una nota disonante entre la melodía del mitin. Un grupo de manifestantes, críticos, abuchean y silban. Según precisan fuentes de la Agencia Efe, piden en pancartas 'Amnistía pa los payeses murcianos' y 'Menos burrocracia y más producto europeo'. También gritan frases como "Pedro Sánchez, dimisión" y "Socialismo, corrupción"; hacen sonar silbatos, cláxones y martillazos en una sartén, lo que complica la escucha constantemente.
Turno para Teresa Ribera, quien ha visitado nueve veces la Región en su etapa como ministra. "¿Sabéis por qué me gusta venir aquí? Porque sois defensores pacíficos de los derechos, la ciencia y la democracia frente a la ultraderecha". Sólo ha dicho una frase y el público se viene arriba. La vicepresidenta, que no lee su alocución, menciona a Teresa Vicente y su premio Goldman, el Nobel verde. Critica la intransigencia, reivindica la Europa de progreso y aboga por "la ciencia" para alejarse de "la brujería". También presume del dinero destinado a los recursos hídricos, "porque si hay una tierra amenazada por el cambio climático, las inundaciones y la sequía, esa es la Región". Los manifestantes silban. La ministra proclama que la agricultura y el turismo son las grandes fuentes de riqueza de la Región, "pero no las únicas". Le cortan los abucheos, pero Ribera se antepone. "A la ministra [del PP] Isabel García Tejerina no le chillaban".
Eso sí: ni una palabra sobre El Gorguel.
Termina Ribera y aparece Sánchez, la gran estrella. Pero sus primeras palabras se dirigen a sus fans, a los abucheadores. "Doy las gracias a mis fans, que siempre vienen conmigo. ¿Qué harían sin mí?", bromea. "No entiendo que estén cabreados con estas vistas", añade. El presidente, que tampoco lee, se muestra exultante, fresco, ágil e incluso irónico, como si aquellos cinco días de retiro le sirvieran para cargar la pilas. Tiene muy claro lo que quiere decir. Y cómo decirlo. Hoy toca un tono alegórico. Señala a PP y a Vox. O sea, "a la internacional ultraderechista", como así define a la pinza que a su juicio representan Alberto Núñez Feijóo y Santiago Abascal. También los describe como la derecha "maleducada, malencarada y malhumorada".
No les teme. Al contrario. En varias ocasiones augura que les va a derrotar. Y no sólo en las europeas. Se reafirma en que va a gobernar en España "tres años más", hasta el final de legislatura. "Y ganaremos las elecciones generales en 2027 a la derecha y la ultraderecha", agrega, ya eufórico. "Como hicimos en Cataluña y haremos en las europeas", profetiza, convencido de que el PSOE vencerá en escaños y votos a PP y Vox. "Tengo ganas de que llegue el 9 de junio". Sánchez, desatado a orillas del Mar Menor.
También saca pecho de su gestión, el segundo eje de su discurso. Compara la acción del Gobierno en la pandemia y el alza de los precios con la "respuesta antisocial y neoliberal" de Bruselas en la crisis financiera de 2008. Porque no quiere "volver a los años oscuros de los hombres de negro y sus tijeras y motosierras", en referencia a la "terrible" época de las políticas europeas de austeridad, "recortes y desahucios" de hace una década. Él, asevera, prefiere a Josep Borrell, a Teresa Ribera y a Nadia Calviño. Y reproduce una retahíla de cifras sobre la buena marcha económica del país que resume con un latiguillo imbatible: "España es la Taylor Swift de las economías europeas".
Y la tercera pata es la ultraderecha. Existe una paradoja en el socialismo no reconocida en público: la izquierda censura y desprecia a la extrema derecha, pero sabe que en el fondo le ayuda electoralmente para dividir el voto conservador y también para ganar adeptos con el pretexto del miedo. No lo admite hoy tampoco Sánchez, lógicamente. Pero lo deja entrever en Los Alcázares. Por ejemplo: cuando se pregunta, irónico, de qué sirve votar al PP "si acaban los votos en Vox". E insiste: "Por desgracia hay muchos Milei, Trump, Bolsonaro, Orban, Abascal... Muchos referentes de la internacional ultraderechista". Y por todo ello pide el voto, arguyendo: "O estamos con la justicia social o estamos con Milei; o estamos con el juego limpio o con Feijóo; o estamos con la paz o con Netanyahu; o estamos con el feminismo o con Abascal". Todos en pie.
Eso sí, tampoco ni una palabra del Gorguel.
Pero qué más da. Qué importa eso ayer. El objetivo del mitin es otro. Y Sánchez así lo demostró.